Uno de los elementos más significativos, no sólo del gobierno, sino de la llegada de López Obrador al poder, ha sido su enorme capacidad comunicativa y su manejo de los medios masivos de comunicación, y sus posibilidades para comunicarse con las audiencias.
Se puede decir que gran parte de su éxito se ha cimentado en éstas condiciones y las posibilidades de llegar públicos masivos, sin la necesidad de contratar o de comprar espacio en los medios, ya que ha confiado y aún confía en sus recursos histriónicos y de tener un mensaje suficientemente fuerte y profundo, además de creer que su honestidad y su propósito de lucha en contra de la corrupción y de encabezar un movimiento social que lograría en un corto plazo acabar con esta vieja herida muy extendida en la sociedad mexicana.
La comunicación política es el mecanismo con el que cuentan los políticos para llenar el vacío entre las expectativas y aspiraciones de la ciudadanía; después de la experiencia panista y el regreso de los priístas al poder, el electorado mexicano estaba ya cansado de estas alternativas y dio paso a López Obrador, que, con un discurso que si bien era por demás repetitivo y mostraba pocas ideas y planes con los que pudiera transformar una realidad tan castigada como la que se vivía en México, con los problemas de la inseguridad, desempleo, desigualdad, falta de crecimiento económico; sin embargo con algunas frases de efecto y afirmaciones muy a su estilo personal logró cautivar a los votantes.
Las conferencias mañaneras fueron y han sido su principal medio para llegar a los ciudadanos; sin embargo, las conferencias de prensa y la charlas deben ser los suficientemente convincentes, cautivantes, espectaculares y con anuncios que puedan generar en la población una continua adhesión y un apoyo renovado hacia el gobernante.
El Covid-19 no sólo hizo que los planes y programas que tenía el gobierno de López Obrador comenzaran a hacerse agua, ya que una epidemia de esta magnitud hizo que gran parte de la artillaría con que contaba el gobierno comenzara a naufragar y fuera aprovechado por los adversarios que en los distintos medios de comunicación han lanzado fuertes ataques a las consignas y al discurso presidencial, que a diferencia de muchos de sus predecesores que se habían refugiado en el discurso del bien común o el de gobernar para todos. López Obrador a diferencia de otros gobernantes de la izquierda o de posiciones cercanas a esta ideología, como fue el caso de Lula da Silva en Brasil, que aplicó programas sociales y de redistribución del ingresos similares a los que está aplicando AMLO en México, pero con una diferencia fundamental: que desde un inicio ha habido por parte suya un enfrentamiento con la iniciativa privada que lo ha llevado a tener cada vez más roces y fricciones con un sector empresarial muy acostumbrado a vivir con muchas prebendas y facilidades derivadas del capitalismo de cuates y que la inversión y el arriesgar no hace parte de su estructura molecular.
AMLO intentó dejar claro que la economía tendría un manejo diferente, y que si bien era progresista en términos de los programas sociales y de su dirección hacia los pobres, no muestra ninguna intención de generar políticas anticíclicas, esto es, que logren disminuir los efectos nefastos de la pandemia en materia tanto sanitaria como económica.
Después de haber establecido que la pandemia no afectaría a México y de pensar que sus efectos serían limitados y de no querer bajo ningún aspecto modificar su guión, López comenzó a ser criticado en todos sus frentes, los programas sociales, su plan económico y su combate la pandemia.
Esto lo ha llevado a perder lo que antes parecía ser su mayor fortaleza, las conferencias matutinas y el poder manejar la agenda comunicativa, ya que gran parte de los medios de comunicación tradicionales no solo dejaron de cubrir sus conferencias, sino que al hacer un vacío en las mismas lo han dejado en las manos de las redes sociales y los medio alternativos que días tras día muestran una importante continuidad entre aquellos que lo cuestionan y hacen preguntas que antes de poner en entredicho su ideología y la forma en que se propaga su catecismo, únicamente reafirma sus posiciones. Y frente a las posibilidades que propone la comunicación y el formato escogido hace que día a día patine su programa de acción y que muestre sus deficiencias ya que no hay ninguna novedad, espectacularidad en las propuestas y sólo muestra sus prejuicios, sus filias y fobias.
Así que aquello que fue su mayor y mejor argumento, la lucha en contra de la corrupción, puede comenzar a ser un lastre, ya que su insistencia en los programas sociales y su dirección a los grupos mayoritarios que tienen bajo nivel y capacidad de manifestación y ahora mínimas capacidades de apoyo, que por la pandemia no pueden ser movilizados en grandes manifestaciones de apoyo, alabanza a la figura del gran líder y conductor de las masas.
Así que mientras dure la pandemia y la crisis económica se amplíe, pocas posibilidades tendrán las políticas comunicativas de López Obrador para lograr sus objetivos y poder disminuir los efectos negativos que ha generado.
De ahí que aquello que ha sido su mejor arma en la lucha en contra de las fuerzas opositoras se ha ido mermando, de ahí que busque como llamar la atención otra vez y ser el centro de la atracción como fue su propuesta para adelantar la revocación de mandato que poca atención llamó, y ahora el pleito con TV Azteca en donde muestra todas sus capacidades para dirigir el espectáculo mediático y ser el centro de atracción.