“Va a dirigirse a la asamblea Xiuhtezcatl Martínez, representante de la sociedad civil”, anunció el locutor y un joven de 15 años, pelo largo hasta la mitad de la espalda, saco azul oscuro y corbata gris -una indumentaria que se nota que no es la habitual- apareció en escena. En la firma del Acuerdo de París, con cerca de 200 representantes de distintos países, un adolescente explica los potenciales peligros que acecharán a las generaciones futuras.

Su nombre completo Xiuhtezcatl Tonatiuh Martínez procede de origen náhuatl, una lengua azteca, y se podría traducir como “El sol en un espejo azul”. El adolescente hoy tiene 16 años y es uno de los referentes en la lucha medioambiental contra el principal terror que se vislumbra en el corto y el largo plazo: el cambio climático.

Xiuhtezcatl creció en las tradiciones indígenas y se siente profundamente orgulloso de sus raíces. Su padre tiene orígenes aztecas, y su madre es una entusiasta activista por el medioambiente que en 1992 fundó en Hawái la escuela Earth Guardian, enfocada en la preservación ambiental y que hoy es un enorme movimiento que reúne a 900 representantes en todo el mundo –Xiuhtezcatl, de hecho, es su director de la juventud–.

El joven nació y vive en Boulder, Colorado, Estados Unidos, donde contribuyó en la eliminación de los pesticidas en algunos de sus parques e impulsó la creación de una tarifa a la utilización de bolsas de plástico. En una escala macro, trabaja en detener en la región el avance del fracking, una de las técnicas de extracción de hidrocarburos más polémicas, y brinda conferencias y charlas en escuelas del país y del mundo en la búsqueda de concientizar sobre la problemática.

Pese a su juventud, muestra un compromiso enorme: junto a otros 21 jóvenes, Xiuhtezcatl acompañó la demanda contra el Gobierno estadounidense que presentó el científico James Hansen. La denuncia considera que la administración de Barack Obama violó los derechos de la juventud y de las generaciones venideras por promover el uso de combustibles fósiles, la causa principal que ocasiona el cambio climático.

Xiuhtezcatl asegura que no prepara sus discursos. Hubo una excepción, cuando habló ante la ONU: en el medio de su elocución se dio cuenta de que no era natural, y se apartó del libreto. Con su gran poder de oratoria, impropio para la edad, actúa en forma espontánea, deja a las palabras fluir y en cada aparición pública moviliza a la juventud. Aunque su campaña proambientalista excede la retórica y se conjuga con su talento musical, en particular para el hip hop.

Junto a su hermano menor Iztcuauhtli, de solo 8 años, componen raps potentes, con mensajes comprometidos con la naturaleza y la realidad que los rodea. La preservación del entorno, de los mares, la vegetación y los animales, los riesgos letales del cambio climático y el futuro de las próximas generaciones son algunos de sus temas más recurrentes. Y los cantan. Los gritan.

“El anti Justin Bieber” lo apoda la prensa norteamericana que considera al adolescente hiphopero ecologista el polo opuesto del reconocido cantante pop, cuya imagen está ligada a un estilo de vida más superficial, hedonista y, en los últimos años, de excesos. “No sé de dónde viene el apodo honestamente -dice Xiuhtezcatl-. Jamás hice una declaración en su contra”. De hecho, le reconoce ciertos méritos: “Hizo un buen trabajo y algunas obras de caridad destacables. No pienso que sea un mal tipo, aunque no soy un gran fan suyo”.

El joven ecologista ya tiene en su haber artístico un álbum titulado “Journey”. En sus conciertos confluyen la música, el rap, la fuerza de su voz con mensajes de concientización. La música como excusa para un fin noble. El arte al servicio del medioambiente.

La edad no es nada más que un número, dicen, y él apoya esa idea: “Le estamos mostrando al mundo que eso no define nuestra capacidad para hacer una diferencia”. El joven de 16 años está dispuesto a luchar por el futuro de su generación. Por el futuro de las generaciones que lo sucederán.