Hasta el 1 de septiembre de 2017 se habían documentado cuatro casos. Los protagonistas venían de Rusia, Turquía, Italia y Dinamarca. Todos viajaron a la Ciudad de México para suicidarse con un medicamento de uso veterinario.
La sospecha es que a través de internet extranjeros han logrado contactar en México a personas que de manera clandestina venden medicamentos controlados de uso veterinario que difícilmente puede adquirir en sus países de origen.
El primer caso se registró en octubre de 2015, cuando en un cuarto de hotel de la turística Zona Rosa, en Ciudad de México, las policía encontró los cuerpos de dos personas: una mujer de origen ruso y un varón turco, quienes no mostraban huellas de violencia.
Tatiana Tsvetkova y Emre se habrían conocido a través de redes sociales, por razones que se desconocen ambos tenían el objetivo de quitarse la vida, probablemente alguno de los dos leyó que el anestésico veterinario que usaron para suicidarse no provocaba dolor y a través de internet pudieron comprarlo en México.
Datos del Departamento de Ciencias Forenses de la capital revelados en su momento a la cadena Televisa, señalan que los dos llegaron al país por separado, su punto de reunión fueron las playas de Cancún, ahí permanecieron cuatro días, después viajaron a la capital donde según las instrucciones que habían recibido, pagaron varios días de hotel y colocaron el letrero de “no molestar”.
Según esta información, a través de correo electrónico se les había informado que podían comprar dos frascos a un precio de USD 600, pero si querían tres tenían que pagar USD 800, aunque con dos era suficiente.
El cuerpo de Tatiana fue entregado a su familia, nadie reclamó el de Emre que fue sepultado en una fosa común.
“Esto no es nuevo, tiene muchos años y empezó a raíz de que en Guadalajara, hace 15 años, se dio el suicidio de una enfermera con un anestésico veterinario, pero antes se lo dio a su hijo y todo fue por cuestiones familiares. Ahora se le está dando más atención por el tema de los extranjeros que se han suicidado”, señala a Infobae, Mario López Amezcua, investigador del Departamento de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Guadalajara.
Parecía que el caso de los dos extranjeros había sido aislado, pero 16 meses después, el 21 de marzo de 2017, también en un cuarto de hotel, se encontró el cuerpo del italiano Luca Athauda Mudinyanselage.
Al igual que la primera pareja, había pagado por adelantado varios días de la habitación, colocó el letrero de “no molestar” y después de haber ingerido el anestésico se acostó en su cama a esperar la muerte.
El medicamento le habría llegado desde el estado de Puebla, a unas dos horas de la capital.
El día siguiente, el 22 de marzo del año pasado, apareció el cuerpo del danés Jonas Muller, también en un cuarto de hotel, en las cercanía del aeropuerto de Ciudad de México.
Los cuatro habían ingerido el mismo medicamento, habían seguido las mismas instrucciones y habían llegado a México a morir.
El mercado negro
En México, el robo y venta ilegal de medicamentos registró en un año un crecimiento de 100%, según un informe a junio de 2017 la Unión Nacional de Empresas de Farmacias (Unefarma), que agrupa a las compañías del sector.
Cálculos del mismo organismo destacan que el 1.5% de la venta ilegal de medicamentos se realiza por internet. En el caso del mercado veterinario, la vigilancia está a cargo del Ministerio de Agricultura, pero según López Amezcua, no tiene el personal necesario para controlar la venta ilegal.
“Los veterinarios manejan sustancias como ácido barbitúrico y opiáceos que se usan como sustancias inductoras para la anestesia. Existe un mercado negro muy grande. Algunas las utilizan no solo los turistas sino gente que sabe que este medicamento también sirve para drogarse como la Ketamina, que produce alucinaciones y se puede conseguir fácilmente en el mercado negro”, agrega.
Explica que para obtener este tipo de medicamentos los veterinarios necesitan las llamadas recetas cuantificadas (numeradas). Cuando realizan una compra tienen que entregar al distribuidor esa receta, y a su vez presentar ante un regulador un informe de cómo usan las sustancias.
“El gobierno lo sabe, ellos saben quien los distribuye, quién los vende, pero el mercado negro produce mucho dinero. Quienes hacen esto son narcotraficantes con permiso de actuar y cuando hacen un operativo es para que la opinión pública vea que están haciendo este tipo de acciones”, agrega.
En 2008 ya se había detectado una oleada de extranjeros que llegaban a México, principalmente a Nuevo Laredo, en la frontera con Estados Unidos, a buscar un fármaco líquido llamado Pentobarbital que, según distintas versiones, causaba la muerte sin dolor en menos de una hora.
Los que no hablaban español llevaban fotografías del medicamento y mapas con las tiendas de mascotas y distribuidores veterinarios donde lo podían conseguir, según consigna un cable de la agencia Reuters, fechado el 5 de junio de 2008.
“Hay pocos países en el mundo donde la droga esté tan fácilmente disponible como en México”, dijo entonces a la agencia el doctor Philip Nitschke, fundador del grupo pro eutanasia Exit International, con sede en Australia, que entonces ayudaba a personas a viajar a México para conseguir el fármaco.
El grupo lanzó hace más de dos años un aplicación para comprobar la pureza de los fármacos que se venden en línea.
El fenómeno de extranjeros que buscan el fármaco también se ha registrado en la ciudad fronteriza de Tijuana.
En un rastreo en línea, Infobae localizó al menos tres sitios de internet en los que se vende el fármaco bajo el nombre de Nembutal. En ninguno se especifica que es sólo para uso veterinario o que se tiene que presentar alguna receta.
“Uno de estos sitios ofrece “pago seguro, muy discreto, rápido y 100% discreta internacional”.
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Source: Infobae