Por: Murilo Kuschick
Una característica inmanente de la sociedad capitalista son las crisis periódicas, como ya lo sostenía Marx en el Manifiesto Comunista, sin embargo, el filósofo planteaba que estas crisis derivadas de la sobreproducción de mercancías llevaría a la decadencia del sistema por la incapacidad de realización de las mismas, esto es, habría tal cantidad de bienes en el mercado y sus precios serían tan reducidos que no tendría sentido venderlos, ya que sus poseedores no recibirían suficiente cantidad de dinero que les restituyera el capital invertido y así recibir de regreso la correspondiente ganancia.
Esto da cuenta de que el sistema capitalista es el único en donde el intercambio de mercancías no se lleva a cabo entre una mercancía y otra, sino entre la mercancía dinero que es intercambiada por dinero, una total insensatez, esto es, el capitalista cambia dinero por dinero, pero dinero incrementado, un plusvalor. De ahí que esta imposibilidad haría que el capitalismo tuviera que terminar pues habría una inmensa cantidad de bienes sin que nadie los pudiera comprar, pues los dueños de las mercancías y de las empresas cerrarían y los trabajadores al ser despedidos no podrían comprar y el capitalismo llegaría a su fin.
Esta anécdota teórica fue impedida en la crisis de los años 30 bajo la solución Keynes que va a plantear una salida a partir del gasto público, esto es que el Estado rescata a la demanda sea por la contratación de los trabajadores que al tener un salario pueden comprar las mercancías o rescata a las empresas al proporcionarles crédito barato para que paguen a sus trabajadores y asegure la continuidad del sistema en su conjunto.
Así ha sucedido con varias crisis como fue la del 2008 en los Estados Unidos, o el Fobaproa en México el sexenio de Ernesto Zedillo, que en la crisis rescata a bancos y a empresas generando una deuda que sólo de intereses se pagan 50 mil millones de pesos, -únicamente de intereses- y es posible que esta deuda no se pague hasta 2070.
López Obrador se opuso a este rescate y ahora, vaya paradoja tendría que hacer otro para salvar la economía de la debacle.
En la actual coyuntura por la crisis económica derivada de la pandemia de covid-19 se escuchan voces que plantean que el gobierno de López Obrador cancele el cobro de impuestos o de facilidades a las empresas para que los paguen y puedan mantener la planta productiva, ya que con la crisis del coronavirus muchas empresas no pueden vender sus bienes y servicios y se verán en la necesidad de cerrar sus puertas si el Estado no sale a su rescate, muchas de las empresas que se encuentran en esta situación fueron algunas de las cuales fueron favorecidas por el rescate bancario de 1994; situación que se opone el actual presidente diciendo que los únicos que deben ser apoyados son los pobres y que con la continuidad de los programas sociales que son la fortaleza de su programa de gobierno y se logrará mantener el país a flote.
De ahí la intensa campaña que se ha desatado por varios medios de comunicación en contra de la persona del presidente por sus continuos dislates y ocurrencias, pues no sólo sigue con sus giras y con la política de abrazar y besar a personas en sus actos públicos, sino que sigue con sus conferencias matutinas y la disputa con aquellos que nombra como conservadores.
Ahora bien, aun cuando los favorecidos con los programas gubernamentales son a fin de cuentas demanda, ya que al recibir sus becas tendrán efectivo para comprar en el mercado, empero, si las empresas que venden estos bienes quiebran ya no habrá oferta en el país y se tendrá que optar por la importación, para la cual se necesitan divisas, las cuales cada día que pasa con la devaluación del peso va a implicar imposibilidad de adquirir los bienes necesarios para generar la demanda correspondiente; además, los consumidores del país no son únicamente los pobres, los beneficiarios de los programas gubernamentales, sino toda las clases medias y no tan medias pero que tienen un empleo en la economía formal e informal del país.
Bajo esta situación la 4T que planteaba generar un cambio de grandes proporciones en la vida nacional se encuentra en una disyuntiva de ser el presidente que va a tener que sortear la mayor crisis que se ha vivido en la historia reciente de México y con la posibilidad de un decremento de cerca del 7% en el PIB en el año de 2020, lo que prácticamente acabaría con los planes del presidente López Obrador, así que le queda la posibilidad de aplicar un rescate de las empresas afectadas por los efectos nocivos del covid-19, o en su defecto construir un socialismo de Estado asumiendo el control de las empresas que entren el bancarrota, lo que tal vez no suceda con las grandes empresas que podrán ser rescatadas por sus corporativos, sino con las medianas y pequeñas que no podrán mantener a sus empleados y deberán cerrar.
Así, la disyuntiva que se le presenta al gobierno de López Obrador es mantener el conflicto con los empresarios o intentar recomponer su relación con ellos, lo que significaría rescatar e impedir la quiebra del capitalismo tal cual lo conocemos hasta ahora.