Estados Unidos (EE.UU.) anunció este viernes el retiro de más de la mitad de su personal diplomático en La Habana y el congelamiento de la emisión de visados “por tiempo indeterminado”, tras los supuestos “ataques acústicos” a 21 empleados de su embajada en Cuba.
A solo tres días del encuentro en Washington entre el secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson y el canciller cubano Bruno Rodríguez, quien reiteró su compromiso con la seguridad de diplomáticos estadounidenses y aseguró que su Gobierno no ha perpetrado ataques de ninguna naturaleza contra ellos, el Gobierno norteamericano volvió a tomar medidas y a tensar la relación bilateral. Mediante un comunicado, Tillerson aseguró que el caso será “agresivamente investigado” hasta que quede resuelto.
El diplomático estadounidense afirmó que el número de funcionarios en la embajada de La Habana permanecerá reducido a personal de emergencia “hasta que el Gobierno de Cuba pueda garantizar la seguridad de nuestros diplomáticos”.
Tras la medida, el Gobierno de la isla caribeña manifestó su rechazó y consideró que es una decisión “precipitada” y nociva para la relación bilateral.
EE.UU. denuncia que al menos 21 empleados de su embajada en La Habana han sido víctimas de daños cerebrales, pérdida de audición y equilibrio, problemas cognitivos y edemas cerebrales, desde el año pasado, a raíz de “ataques acústicos”, al punto que han considerado cerrar su sede diplomática en el país caribeño, pese a que aún no han sido esclarecidas las causas, ni si son actos deliberados.
A pesar de lo sucedido que ha obligado a ambos países a endurecer sus posiciones, EE.UU. se ha abstenido de culpar a Cuba de manera directa.
Cubanos reaccionaron con decepción y perplejidad
“Esta decisión nos afecta totalmente. Nos quedamos sin trabajo, no sé qué vamos a hacer”, lamentó Bárbara Blanco, quien vive frente a la embajada de EE.UU. en La Habana y desde hace más de 20 años se gana la vida ayudando a los solicitantes de visa a rellenar los formularios y a hacer los trámites para viajar.
Bárbara, de 63 años, aseguró que el trabajo se mantuvo estable y seguro en todos esos años “hasta ahora”, y que su familia depende de ella puesto que sufrieron recientemente el paso del devastador Huracán Irma.
Por su parte, Pedro Hernández, de 76 años, no daba crédito a la noticia, puesto que desde hace seis años instaló en su casa, situada frente a la embajada de EE.UU., una oficina para ayudar con los trámites de visados.
“Si no tengo eso me muero. Ya me llevó todo el ciclón y ahora no sé que voy a hacer si eso es definitivo, posiblemente tirarme por el Malecón”, afirmó afligido.
Source: El Ciudadano