En enero de este año, el Papa Francisco realizó una polémica visita a Chile, país conocido en el mundo eclesiástico por los abusos y vejaciones cometidas por el sacerdote Fernando Karadima desde el año 1980 a una cantidad indeterminada de jóvenes y adolescentes. A raíz de esto, una de las grandes aristas que se apoderó de su paso por el país trasandino, fue la inclusión otorgada al sacerdote Juan Barros, quien es acusado, por las víctimas de Karadima, de encubrir y ser cómplice de los delitos de carácter sexual cometidos por el líder de la parroquia El Bosque.
El Sumo Pontífice fue interpelado en reiteradas ocasiones por ciudadanos y periodistas por la decisión de invitar y hacer parte activa de su visita a Barros, quien en los últimos años sólo ha logrado aumentar su lista de opositores. El Papa Francisco reiteró que Barros estaba libre de culpa y que no existían indicios suficientes para inculparlo, hecho que opacó gravemente su paso por Chile.
Meses después y a raíz de una investigación realizada por un enviado del Papa, Francisco exteriorizó haber cometido graves errores de valoración sobre quien es acusado de ocultar los delitos de los que él fue testigo y presuntamente participó. Fue allí en donde la crisis en la que se encuentra sumida la iglesia católica hace años, logró agravarse y volvió a acaparar los titulares a nivel mundial.
Los resultados de la investigación desencadenó que los obispos chilenos fueran citados a una extensa conversación con el jefe del Estado Vaticano, hecho que fue abordado por medios de comunicación del mundo que se mantuvieron apostados a las afueras y durante los tres días por los que se prolongó la cita. Al tercer día y de manera inédita, todos los obispos presentes informaron que sus cargos habían sido puestos a la disposición de Francisco, quien continúa sin exhibir la resolución final.
Perdón a nombre del Papa y de la iglesia
Antes de reunirse con los obispos, Francisco citó a Juan Carlos Cruz, Juan Andrés Murillo y James Hamilton, quienes fueron los primeros en denunciar los abusos sexuales de los que fueron víctimas por parte de Karadima. La histórica reunión permitió sanar las heridas que fueron reabiertas a raíz de la actitud adoptada por el Papa frente a quien encubrió los delitos, y marcó positivos precedentes en la crítica situación que actualmente vive la iglesia católica en el mundo.
El perdón público no fue el único elemento que hizo noticia tras el encuentro, ya que en los últimos días han emergido nuevos detalles sobre la reunión sostenida con el Papa. En conversación con El País, Juan Carlos Cruz reveló que el Papa Francisco le pidió perdón a nombre de él y de la iglesia por los hechos que cambiaron para siempre su vida.
“Te pido perdón por mí, porque fui la causa de esta situación que te causó tanto dolor estos último meses”.
Cruz manifestó que en medio de una reunión histórica, el Sumo Pontífice no sólo enmendó los errores que marcaron su visita por Chile, sino que puso en jaque los estándares valóricos de la iglesia sobre la homosexualidad. En una conversación privada, el periodista chileno se refirió a las connotaciones negativas que lo rodeaban sólo por el hecho de ser homosexual, siendo la respuesta del Papa una verdadera revelación.
“Juan Carlos, que tú seas gay no importa. Dios te hizo así y así te ama y a mí no me importa. El Papa te quiere así, tú tienes que estar feliz con quien tú eres”.
La frase no sólo fue celebrada por Cruz, sino que ésta fue ampliamente aplaudida por las comunidades LGBTI del mundo, las cuales a través de redes sociales celebraron la decisión del Sumo Pontífice al querer romper las barreras que desde tiempos remotos han separado a los homosexuales de la iglesia católica. En la historia eclesiástica, los homosexuales no sólo no han sido aceptados, sino que han sido objeto de repudio y expulsión.
“La Biblia no aprueba la homosexualidad”
El discurso de unión no se ha visto exento de polémica, ya que feligreses de todo el mundo han salido a repudiar la frase que invita y acepta la tolerancia. Muchos aseguran que Jorge Mario Bergoglio no tendría el derecho de cambiar las leyes inscritas por Jesús, las cuales abocan a que la homosexualidad es prácticamente una enfermedad que se origina por perversiones internas.
Source: UPSOCL