Fue un ejercicio que demostró el poder de reacción de los ciudadanos. Fue, también, uno que demostró la reacción y responsabilidad de las autoridades. Ambas cosas en términos muy distintos.
Durante poco más de una semana, el Valle de México experimentó lo más cercano a un Día Cero, ése como el que se anunció en Ciudad del Cabo hace varios meses, pero que gracias al trabajo conjunto de habitantes y autoridades, lograron vencer y hoy declarar incierto. Ya no hay fecha, porque aprendieron a racionar el agua.
Aquí sucedió, guardando las debidas proporciones, lo más parecido, un breve ensayo, pero que sirvió de lección. Cuatro alcaldías enteras sin suministro de agua, cuatro de las más pobladas.
El resto presentó falta de agua de manera parcial. Algunas otras, es cierto, vivieron como siempre porque todavía hay zonas de la capital y la zona metropolitana en las que el agua es un recurso vuelto lujo, casi inalcanzable.
Pero en lo general, la crisis que nos anunciaron por los trabajos en el Cutzamala no resultó el caos que imaginamos.
Racionamos, cuidamos y aprendimos nuevas formas para cuidar un recurso que creemos inagotable, pero que atraviesa una de sus peores crisis, una que podría llevarnos a la extinción. No es broma.
“Nuestra Constitución reconoce el derecho de las personas al acceso, disposición y saneamiento del agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. Lo anterior se traduce en diversas obligaciones para el Estado, tales como garantizar que los recursos hídricos naturales estén libres de contaminación y sustancias nocivas, no realizar cortes arbitrarios del suministro y establecer un sistema sostenible de abastecimiento y gestión del agua, que ofrezca a la población iguales oportunidades de disfrutar de ésta (…) El agua debe ser concebida como un bien social y cultural, y no fundamentalmente como un bien económico, lo que implica proteger el acceso a las fuentes tradicionales de agua en las zonas rurales y el acceso de los pueblos indígenas a las recursos de agua en sus tierras ancestrales, salvaguardando su derecho a planificar, ejercer y controlar su acceso al agua y, en general, asegurar el derecho de particulares y grupos a participar en los procesos de decisión que puedan afectar su ejercicio del derecho en cuestión, todo lo cual supone facilitar el acceso a la información pertinente…”, escribió el ministro Arturo Zaldívar en Milenio. Sus señalamientos no pueden ser más oportunos.
Y es que, ¿cómo le harán las autoridades para asegurarnos que el agua será un recurso debidamente administrado por ellos cuando no lograron si quiera colocar una pieza que implicó una inversión de 500 millones de pesos? ¿Cómo nos garantizarán el acceso al suministro si no hubo consecuencia alguna para la crisis de varios días que pudo evitarse?
La famosa “k invertida” ahora son varios pedazos de metal con futuro incierto; porque nadie sabe en qué van a parar. La pusieron mal y la tuvieron que retirar y todo quedó como antes.
Quienes planearon la obra, la contingencia, sólo esperan el día en que su función termine. Y se irán, sin castigo alguno, a pesar del derroche que significó su mal proceder.
¿Cómo nos dirán que el agua será cuidada como un recurso que, como lo escribe el ministro Zaldívar, se entiende como un bien social? ¿Cómo se propondrán políticas públicas que de verdad repercutan en un mejor manejo de este recurso si no hay, a la fecha, señales de que el agua se cuida y no sólo se administra al aventón?
Todavía hay más de dos millones de casas en el país que no tienen acceso al agua entubada, recuerda Zaldívar en su texto, y sí, ése es el mayor de los problemas, aunque para solucionarlo, bien valdría que el resto accediera sin problema alguno a ella. Pero ni eso.
Qué bien que los ciudadanos entendamos la importancia del cuidado del agua; qué pésima señal que para las autoridades el tema sea tan fácil de manejar como decidir que siempre no, que mejor no va la ya famosa K. Nosotros vamos aprendiendo, ¿y las autoridades? ¿Serán ellas quienes nos lleven a nuestro Día Cero? Sólo eso falta.
Source: Excelsior