A muchos estudiantes tenían problemas para cumplir las reglas porque vivían lejos, lo que a veces resultaba en tener polvo o barro en sus zapatos debido a la distancia que tenían que recorrer.
Quiero expresar mi agradecimiento especial a mi hermano Francisco.
Al llegar al salón, se deben mostrar las manos con las palmas hacia arriba para que se revise la higiene, además de llevar el uniforme limpio y los zapatos bien lustrados.
Aquellas personas que, por descuido involuntario, tenían las manos sucias, la ropa arrugada o dañada, o el calzado con polvo, recibían una advertencia en su registro de calificaciones, lo que resultaba en una disminución en su promedio que luego era comunicado a los padres al final del mes.
De vez en cuando, la maestra pedía a uno de sus alumnos más ordenados que revisara algo, y solían usar una regla de 30 cm para dar un golpe en las manos en caso de que hubiera algún problema.
A algunos estudiantes les resultaba difícil seguir las reglas porque vivían lejos, lo que a veces causaba que tuvieran polvo o barro en sus zapatos, especialmente cuando llovía.
Uno de los estudiantes había llegado recientemente del campo y no estaba acostumbrado a mantener una higiene personal estricta. A pesar de ello, su madre se esforzaba por asegurarse de que tuviera todo lo necesario para cumplir con las recomendaciones de limpieza al inscribirlo en la escuela. Incluso se levantaba temprano para calentar agua en la estufa y así sus hijos pudieran asearse adecuadamente.
En la comunidad, el Profesor también observaba los hábitos de higiene, pero era más comprensivo debido a las limitaciones económicas de los estudiantes. Muchos de ellos no tenían acceso a agua potable ni a recursos para comprar jabón, e incluso algunos iban descalzos.
Al ver dónde vivían sus amigos Andrés e Ismael, quedó impresionado por su esfuerzo, ya que solían caminar por una calle larga sin pavimento o empedrado. Tenían que cruzar un arroyo con aguas sucias, pero aún así se esforzaban mucho en esta situación.
Vivía en una calle sin asfaltar, pero tenía acera. Su principal dificultad era cruzar la vía del tren, y a menudo era inevitable evitar el polvo, barro o grasa de los rieles.
Participar en este papel en la escuela de la ciudad presentaba desafíos especiales. Tenía problemas para relacionarse socialmente con sus compañeros y maestros. El sistema educativo era muy diferente a lo que había experimentado al principio en la escuela, con tareas intensas y exigentes, y una disciplina estricta. Los días parecían interminables y los fines de semana se sentían lejanos, ya que era cuando podía regresar a su comunidad y jugar con su familia y amigos. Estaba ansioso por las largas vacaciones que parecían tardar una eternidad en llegar.
Afortunadamente, su hermano mayor formaba parte del mismo grupo y le ayudaba a comunicarse. A pesar de que los amigos de su hermano lo trataban bien, él no tenía amigos propios y eso le hacía sentir un vacío incómodo.
Cada lunes, el comienzo del día se sentía como el inicio de una ardua subida a una de las montañas cercanas.
Las clases eran muy difíciles de entender. Tuvo que pasar mucho tiempo antes de que llegara una época mejor.
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