El 20 de enero de 2017, luego de su asunción como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump pondrá en marcha su “Plan para el Primer Día”, que hoy su equipo prepara a sólo una cuadra de la Casa Blanca, en las oficinas ubicadas en 1717 Pennsylvania Avenue. Sus prioridades serán avanzar desde el Poder Ejecutivo en tres cuestiones que luego profundizaría el Poder Legislativo —sin mayor problema dado que tanto el Senado como la Cámara de Representantes son republicanas, y además apoyan esos temas—: desmantelar el seguro de salud accesible (Obamacare), recortar impuestos y endurecer la política migratoria.
Si se considera que según las estadísticas históricas los mandatarios cumplen casi tres cuartas partes de sus promesas de campaña, se puede prever que en esa cuarta parte restante caerán sus juramentos de atacar el sistema amañado: en las listas de sus colaboradores posibles que ya circulan en todos los medios sobran los nombres de Washington y Wall Street. Por ejemplo, para la Secretaría del Tesoro se especula con Steven Mnuchin, un ex funcionario de Goldman Sachs y director financiero de su campaña electoral, o Jamie Dimon, ex CEO de JPMorgan. También se teoriza que en su gobierno participarán senadores como Jeff Sessions y Bob Corker, el gobernador de Nueva Jersey Chirs Christie, el ex alcalde de Nueva York Rudolf Giuliani yel ex titular de los Representantes Newt Gingrich.
El hashtag ¡Limpien el pantano! (#DrainTheSwamp!) parece haber cumplido ya su función.
“Muchos de los seguidores de Trump aparentemente votaron por alguien que rompa el sistema actual y lo reemplace por algo nuevo”, dijo a Infobae el profesor emérito Michael Traugott, politólogo especializado en estudios de comunicación de la Universidad de Michigan (UM). “Pero él no podrá cambiar el sistema en Washington. No estoy seguro de si se adaptará o se frustrará: es un punto a observar. Durante la campaña resultó evidente que él no comprende los controles y equilibrios que forman parte del sistema político estadounidense. Ahora tendrá la responsabilidad de vérselas con ellos”.
La titular del Departamento de Política de la Universidad de San Francisco (USF), Elisabeth Friedman, recordó también la carrera por la Casa Blanca: “Entonces el presidente electo Trump se mostró excepcionalmente experto en salirse con la suya, ignorando o denigrando a los medios masivos, los analistas políticos profesionales, las reglas y las jerarquías del partido”, recordó . “Así que probablemente llevará el mismo enfoque al gobierno. Sin embargo, la complejidad de la política ejecutiva puede no resultarle tan permeable”.
—No podría cumplir con su promesa, entonces.
—En este momento es difícil imaginar que podría cambiar el sistema en lo fundamental. Pero en sus comentarios anteriores a la elección ha desafiado tantas de las premisas básicas de nuestra constitución que queda por verse cuán seriamente pueda alterar el funcionamiento de las instituciones democráticas estadounidenses.
—¿Qué clase de presidente podría ser?
—Es demasiado temprano para comprenderlo a cabalidad. Podemos hacer predicciones sobre la base de su conducta pasada: es un hombre impulsivo, preocupado por su imagen y su gran público, sin experiencia en cargos públicos, y en apariencia con escaso interés en los detalles de las políticas o los saberes sobre asuntos internos o exteriores. Presumo que dejará que los miembros del gabinete lleven adelante mucho del quehacer de gobierno e intervendrá cuando le parezca, con grandes planes espontáneos y acaso no muy realistas. Sin dudas valorará la miríada de oportunidades de publicidad y pronunciamientos, y muy probablemente será reconocido, como lo fue durante su campaña, por sus comentarios poco refinados.
Presumo que dejará que los miembros del gabinete lleven adelante mucho del quehacer de gobierno e intervendrá cuando le parezca
Un gobierno unificado pero un partido dividido
Para Traugott, el nuevo presidente cuenta con la ventaja de un gobierno unido “pero también la desventaja de carecer de experiencia política: no comprende el proceso legislativo y, a juzgar por algunos de los comentarios que hizo sobre medidas que tomaría, tampoco el despacho presidencial”.
—¿Qué consecuencias tendría eso?
—La historia de la aprobación presidencial muestra que el mandato comienza con un periodo de luna de miel, luego los miembros del partido opositor se sienten cada vez más insatisfechos, y luego los siguen los independientes. Muchas de las personas que votaron por Trump expresaron preocupaciones sobre su personalidad y su temperamento. Creo que eso podría acortar el periodo de luna de miel. No soy muy optimista.
El hecho de que los republicanos controlen el Ejecutivo y el Legislativo no dice demasiado dado el estado de división interna del partido, muchos de cuyos dirigentes no apoyaron a Trump: Paul Ryan, el líder de la Cámara de Representantes, lo criticó hasta tres días antes de las elecciones. “No hay necesariamente unidad de criterio y de políticas”, agregó el profesor Traugott, también investigador del Centro de Estudios Políticos de UM.
—¿Ni siquiera al comienzo?
—Aunque exista un periodo de gracia, las ideas de Trump podrían no corresponderse mucho con las de Ryan o Mitch McConnell [líder de la mayoría en el Senado]. La cuestión principal a considerar será si pueden negociar.
La profesora Friedman, quien también enseña en Estudios Latinoamericanos de USF, coincidió: “Será interesante ver cómo se desarrolla su relación con el Congreso. El partido está dividido con diferentes enfoques sobre la política económica y social, y hombres poderosos como Ryan y McConnell tienen sus propias ideas y sus propios temarios que impulsar”.
—¿Cómo reaccionaría Trump ante esa diferencia?
—El presidente electo ha demostrado muchas veces que no participará en “la política de siempre”, así que probablemente lleve ese estilo de liderazgo también a la presidencia.
Muchos elementos del plan original de Trump, que se proponía medidas para “limpiar Washington” como limitar los períodos que puede cumplir un legislador en el Congreso, no causaron el menor interés, según le hizo saber McConnell. “El tema no estará en el temario del Senado. Diría que ya tenemos límites a los periodos: se llaman elecciones”.
Todos contra Obamacare
El campo de lo negociable parece comenzar con el seguro de salud accesible, una de las herencias principales del gobierno saliente. Eso puede afectar, estiman los demócratas, a más de 20 millones de estaounidenses.
—El Congreso irá contra Obamacare —sintetizó el especialista Traugott—. Él va a endurecer las normas de inmigración pero no podrá cambiar demasiado las políticas de Obama sobre deportación. Quiere implementar un programa de empleo sobre el desarrollo de la infraestructura, pero eso requerirá dinero para pagarlo, un aumento de impuestos, y no creo que el Congreso se lo quiera dar.
En efecto, McConnell también envió una señal negativa a Trump sobre esa otra de sus promesas principales: “proteger a los trabajadores estadounidenses” con la construcción de puentes, caminos, aeropuertos y puertos que generen empleo. “No está entre las prioridades”, del Senado, dijo McConnell.
—El equipo de Trump trabaja en las oficinas de Washington, DC, en una serie de documentos para que firme el primer día de su gobierno, acciones que precedan a lo que suceda en el Congreso.
Friedman: —Creo que tratará de desmantelar tanto del legado de Obama como le resulte posible, tan pronto como pueda. Dado que el propio Obama se vio obligado a ejecutar mucho de su temario mediante acciones ejecutivas, dada la negativa del Congreso a negociar o a realmente trabajar con él en algo sustancial, Trump muy probablemente se pondrá manos a la obra para revertir la expansión del seguro médico, limitar las mejoras (limitadas) en los derechos de los inmigrantes e inclusive aumentar las deportaciones crecientes.
Creo que tratará de desmantelar tanto del legado de Obama como le resulte posible, tan pronto como pueda
Traugott: —Desconozco los detalles, pero podría realizar muchas de las cosas que propone si firmara o revocara órdenes ejecutivas. Barack Obama tuvo problemas en el proceso legislativo, y pudo hacer cosas con decretos, y como presidente él podría deshacerlas del mismo modo. Por ejemplo, en el caso de Cuba: Obama abrió una embajada y envió el nombramiento de un embajador al Senado, donde el pedido no avanzó. No creo que necesariamente Trump cierre la embajada, pero el Senado no va a considerar ya la propuesta de embajador de Obama. Y acaso no tengamos un embajador, como pasó durante bastante tiempo.
Los primeros 100 días
En su plan para los primeros 100 días de gobierno, Trump incluyó —además de la inviable enmienda constitucional para limitar la duración de los mandatos legislativos— un congelamiento del empleo federal y la prohibición de que ex funcionarios de la Casa Blanca trabajen como lobbistas por cinco años, entre otros puntos para oxigenar la política nacional. Para estimular el empleo, prometió revisar acuerdos de comercio internacional, eliminar las restricciones a la explotación de energía (entre ellas el gasoducto Keystone, que causó enorme polémica y Obama suspendió) y dejar de enviar fondos a las Naciones Unidas para los programas para contener el cambio climático; y con respecto a “la restitución del imperio de la ley”, además de eliminar acciones ejecutivas de su antecesor (al que no obstante dijo querer como consejero), propuso distintas medidas de restricción inmigratoria y la suspensión del programa para refugiados sirios.
—Estas cosas se negociarán, serán un perdedero de tiempo en el Congreso y en los tribunales —auguró el experto de UM, también coautor de un trabajo reconocido sobre encuestas: The Voter’s Guide to Election Polls (Guía de encuestas electorales para el votante). Es probable que dé pasos en falso en lo que respecta a los procedimientos. Y la mitad de la gente que votó en esta elección no votó por él: algunas de las medidas se toparán con objeciones legales. Por ejemplo, sobre la apertura de los Estados Unidos a los extranjeros y sobre el significado de la libertad religiosa con respecto a los musulmanes.
—La libertad religiosa le impide prohibir la entrada de musulmanes: ¿podría limitar el ingreso de ciudadanos de determinados países?
—No. Eso también requeriría legislación, y aún si el Congreso lo aprobase se objetaría su constitucionalidad ante los tribunales. Las cosas se van a trabar, tanto en el proceso legislativo como en el legal.
Como el presidente electo ha cambiado de partido siete veces en su vida, a la vez que ha mantenido posiciones ambiguas (apoya los derechos LGBTQ, pero no el matrimonio entre personas del mismo sexo, por caso) y contradictorias, es difícil saber si realmente construirá un muro que podría salir 25.000 millones de dólares y demorar todo su mandato en ser construido, además de deportar a 11 millones de personas (para lo cual necesitaría personal e infraestructura que no existen, equivalentes a 600.000 millones de dólares) o si solamente se conformaría con un endurecimiento de las políticas inmigratorias y las deportaciones. Por ahora, lo ha colocado como prioridad número uno en su nuevo sitio en Internet en el que anticipa su política para el control de la inmigración.
Entre las ideas que Trump expresó y no contradijo se destacan los recortes impositivos, que el Congreso republicano también alienta; podría comenzar el Ejecutivo con un recorte de las tasas para las empresas, y luego el Legislativo avanzar en reformas para los individuos.
Otra cuestión central será la Corte Suprema: ya hay una vacante y otros dos jueces son lo suficientemente mayores como para retirarse durante su mandato. Friedman está segura de que “habrá un nuevo juez conservador en la Corte a comienzos de la primavera“. También Traugott cree que no habrá demora: “La primera nominación a la Corte Suprema será inmediata —opinó—, y el Senado probablemente dará su consentimiento”.
—¿Cómo podría actuar ese Tribunal Superior?
—Será la amenaza mayor a la herencia de Obama. Porque habrá casos que tendrán que ver con acciones ejecutivas —pienso ahora en la regulación ambiental— que llegarán allí para resolución. Si la Corte se vuelve más conservadora, será más probable que no esté de acuerdo con lo que hizo Obama.
Otro rumbo mundial
Para el experto, una gran incógnita es la política internacional de Trump. “Muchos gobiernos extranjeros no tienen más idea que los estadounidenses, no saben qué esperar. Están confundidos por el resultado y ansiosos por saber más”.
Además del conflicto que implicaría el muro con México, Trump ha prometido imponerle al país, y a China, impuestos a las importaciones de manufacturas. Eso podría desatar un la guerra comercial, si Trump los pusiera y esos países manifestaran reciprocidad. La consecuencia: una pérdida de empleos locales de entre 1,3 y 4 millones.
El profesor Traugott no cree que le resulte tan sencillo, si quiere mantener un gobierno unificado: “El comercio exterior es un área con un alto potencial de conflicto para Trump y los republicanos en el Congreso”, dijo.
—¿Por qué?
—Porque los legisladores del Partido Republicano están a favor del comercio internacional. Y puede que no se sientan entusiasmados con detalles de la Alianza Transpacífica (TPP), pero siempre se mostrarían proclives a apoyar los negocios estadounidenses.
Friedman consideró que, dado que tanto los gobiernos de Canadá como de México han acordado la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) porque Trump lo puso en su mira, “es bastante probable que también algo suceda con él”.
A pesar de sus vaivenes ideológicos, Trump está en consonancia con tendencias internacionales como las que impulsa en Europa el Frente Nacional de Francia, o que llevaron a la votación en contra de la permanencia del Reino Unido en la Comunidad Europea. Argumentó la experta de USF: “Los Estados Unidos parecen moverse en la misma órbita que los partidos y movimientos de derecha, proteccionistas, aislacionaistas y xenófobos que aumentan en Europa”.
En su opinión, el escenario global sufrirá de muchas maneras: “El gobierno de Trump se inclinará menos por aceptar refugiados, por participar en iniciativas de las Nacionaes Unidas, por abrirse al comercio libre, por apoyar a nuestros aliados tradicionales. Su propia desconfianza del periodismo no augura nada bueno sobre el apoyo del gobierno estadounidense a la prensa libre en el extranjero”.
La autora de Sovereignty, Democracy, and Global Civil Society (Soberanía, democracia y sociedad civil global) separó una sola cuestión: el mismo Trump “bien podría asumir políticas que sostengan el alcance global de sus propios intereses y redes de negocios, dado que sería casi imposible que realmente se desligara de ellos durante su gobierno, y tampoco ha mostrado plausiblemente que piensa hacerlo”.
Para los republicanos hay además otros dos temas difíciles: la relación del presidente electo con Vladimir Putin, con quien se ha intercambiado elogios que no gustaron en el partido. “Mi gobierno trabajará con cualquier país que quiera asociarse para derrotar al Estado Islámico“, declaró. “Eso incluye a Rusia”. Trump también ha prometido desmantelar el acuerdo nuclear con Irán, probablemente algo que Irán desea para desarrollar su programa a gusto y sin tener la culpa de haberlo incumplido.
—No creo que pueda alterarlo o cambiarlo —opinó el experto de UM—. No obstante, en general, creo que Trump es inquietante en el plano de las relaciones internacionales.
—¿A qué se refiere?
—Los gobiernos extranjeros aliados de este país, están preocupados por la presidencia de Trump y por la confiabilidad y la inestabilidad de las promesas que el país hizo en el pasado, en particular por su perspectiva sobre acuerdos y tratados. Esta es un área en la cual descubrirá que no se puede simplemente cancelar los acuerdos previos de un plumazo.
LEA MÁS:
⊂(◉‿◉)つ
Si deseas ver el contenido completo o mas dale click en el enlace de abajo.
Post y Contenido Original de : Infobae
http://www.infobae.com/america/eeuu/2016/11/13/de-los-fuegos-de-la-campana-a-la-realidad-de-la-casa-blanca-como-sera-el-gobierno-de-donald-trump/
⊂(◉‿◉)つ