Home Noticias Cuando el deseo de encajar te mata: el popular juego escolar que ya ha asesinado a más de 1400 niños

Cuando el deseo de encajar te mata: el popular juego escolar que ya ha asesinado a más de 1400 niños

0
Cuando el deseo de encajar te mata: el popular juego escolar que ya ha asesinado a más de 1400 niños

Lo más fácil de encontrar, hasta hace algunos años, eran las instrucciones del juego. Bastaba con abrir el navegador, entrar a Youtube, y buscar un par de palabras clave. Una búsqueda rápida podía arrojar hasta 36 millones de resultados. En todos los vídeos el contenido era el mismo: chicos en sus alcobas, o en lugares domésticos solitarios que, con su cinturón, el cable de la computadora, o los cordones de sus tenis, se apretaban el cuello hasta el desmayo. Algunos lo llaman “pass out game” (“juego del desmayo”), pero tiene muchos nombres.

Better Parenting

Uno de esos vídeos en particular se titulaba “Choking game” (“juego de estrangulación”). En él, un chico menor de quince años luchaba por varios minutos contra su propia voluntad. Busca ahorcarse a sí mismo con sus manos desnudas, pero, en lugar de desmayarse, solo termina jadeando. Tal vez es su cerebro el que actúa por fuerza propia. Algo a lo que nosotros podríamos llamar “instinto de supervivencia”, y le susurra que no permitirá que lo haga con sus propias manos. Él, decepcionado, asegura:

“Tengo tantas ganas de hacerlo, pero no puedo”.

El vídeo fue visto más de 2.000 veces cuando fue posteado en noviembre del 2015. Dos años después, Youtube estaba bajándolo de su plataforma. Pero todos sabemos que lo que llega de alguna forma a internet, rara vez logra erradicarse por completo.

Primeros años

Por supuesto que antes de la era de las plataformas como Facebook, Instagram, Youtube o Snapchat, habían muchas maneras de hacer que una práctica se expandiera. Según se dice, este extraño juego corrió de boca en boca antes de llegar a las plataformas de vídeo. Los chicos lo probaban en grupos pequeños, muchas veces ahorcándose entre ellos mismos hasta sentir el placer del desmayo. La falta de oxígeno en el cerebro tenía un lado positivo. Algo a lo que sacarle provecho. Si no habían secuelas en el proceso, se repetía. Lo contaban a sus vecinos y compañeros de escuelas. Comenzaba un ciclo.

Youtube/Noticias GGL

A pesar de que muchos pensáramos en una época más o menos inmediata, hay testimonios que sugieren que los niños comenzaron a jugar versiones de este juego en los años ’30. A pesar de que había ciertas variaciones (como el nombre, por ejemplo, que también ha sido reconocible como “El Mono Espacial”, o “La línea mortal”), el objetivo siempre ha sido el mismo: que algunas células cerebrales comiencen a morir por la privación de oxígeno.

Tanto involucrados como expertos en psicología han sugerido que esto podría ser una variación de la llamada “autoasfixia erótica” (cuando una persona se priva de oxígeno a sí misma para soltar sus esfínteres y sentir más placer en el momento del acto sexual), pero otras personas lo descartan. Hay quienes dicen que no hay una búsqueda del placer inmediato en esto. Más bien, lo hacen por la euforia. Sentirse vivo al regresar de una pequeña muerte.

“Filosofía”

El juego se sostiene en una creencia popular que no tiene fundamento. Los chicos suponen que, si la asfixia se detiene a tiempo, no habrá efectos secundarios. No hay que ser un genio para darse cuenta de que ese no suele ser el caso. Según la doctora Katherine Thomas, quien lleva el departamento de neurología en el Centro Médico Intermountain en la ciudad de Salt Lake:

“Las células del cerebro comienzan a morir después de varios minutos de ser privadas de sangre y oxígeno, y si las arterias carótidas del cuello son comprimidas por una soga o un cinturón, esto puede provocar un daño irreversible después de cinco minutos.

Intermountain Healthcare

Si vas a hacerlo repetidas veces, y alcanzas el punto de matar constantemente células de tu cerebro, eso podría volverse adictivo”.

A esto hay que sumarle el peligro de esas conductas en los cerebros en desarrollo. Según los expertos, los preadolescentes y adolescentes son mucho más susceptibles ante el perturbador encanto de este juego. Según el profesor de psicología Laurence Steinberg:

Twitter/@ldsteinberg

“La habilidad de medir las consecuencias es algo que se va desarrollando gradualmente. Un chico de once años no puede darse cuenta de lo que podría pasar en una situación así. E incluso si pudiese, probablemente jamás imaginaría que va a sucederle a él”.

Los resultados son claros, solo en los Estados Unidos, 82 chicos entre los 6 y los 19 años, murieron realizando este desafío entre 1995 y el 2007. La mayoría de ellos tenían iban de los 11 a los 16 años. El gobierno federal no ha estudiado el tema desde entonces, pero no hay ningún signo de que estas muertes hayan comenzado a disminuir. De acuerdo a los CDC (Centers for Disease Control, o Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades) más de 1.400 menores han muerto por asfixia desde el 2000 al 2015.

Es un número similar al de menores fallecidos accidentalmente en tiroteos (cerca de 1.900) en el mismo período.

CDC

Alarmados por las cifras, los CDC lograron armar un pequeño mapa numérico de parte de los adolescentes en cinco estados. Esto fue posible gracias a una encuesta anual que tiene como objetivo evitar situaciones riesgosas en los jóvenes. Los resultados fueron realmente preocupantes. De partida, en los cinco estados, todos los estudiantes se mostraron tremendamente familiarizados con el juego. En Oregon, por ejemplo, un 36% de los estudiantes de octavo grado sabía lo que era el juego durante el 2008, mientras que el 6% aseguró haberlo jugado; en cuanto a Kentucky, Montana, Florida y Utah, de un 7% a un 10% de los estudiantes aseguraba haber asfixiado, o haber sido asfixiado por alguna otra persona para poder “sentir la experiencia”.

Youtube/Noticias GGL

Los rostros

Erik Robinson regresó de un campamento con los boy scouts en abril del 2010. Había sido un fin de semana glorioso: recibió un premio por el valor de su liderazgo, y había vuelto sin más novedades al apartamento  de Santa Monica en el que vivían solo él y su madre.

A pesar de estar contento, Erik también se sentía un poco aburrido, probablemente un fin de semana de tanta estimulación le exigía un poco más. El muchacho se dirigió a la cocina, puso en su cuello la misma cuerda con la que hizo nudos en el campamento, y amarró su otro extremo a la barra de la cocina. Quería sentir ese momento de iluminación cuando el cerebro se apaga brevemente.

Judy Rogg

Pero Erik murió. Según el testimonio de su madre, Judy Rogg, quien lo encontró, solo lo había extrañado un par de minutos, y quería saber qué estaba haciendo.

Rogg vio a Erik tendido. Se acercó a él y tomó sus signos vitales: seguía vivo. Apenas pero vivo. Salió a la calle desesperada, gritó por ayuda, y un vecino corrió a socorrerlos. Sacó la cuerda del cuello de Erik, y le practicó técnicas de resucitación, pero no sirvió de nada. Erik tenía muerte cerebral. Al día siguiente, Rogg decidió desconectarlo de las máquinas. Tenía que responder por sí mismo, y no lo hizo. En sus propias palabras:

“Fue la peor pesadilla de todo padre”.

Un caso parecido fue el que comentó Stacy Pope a la revista Time. Era el 31 de agosto del 2016. ella tenía que hacer algunas compras rápidas, y tomó a sus dos hijos menores, Jackson, de cuatro años; y Mollie, de seis, para que la acompañaran. En la cocina, quedó el pequeño Garrett, de 11 años, haciendo su tarea.

Cuando volvieron del supermercado, Garrett no estaba donde se había quedado antes. Stacy le pidió a sus hijos que fueran a ver a su hermano. Era hora de cenar. Ambos volvieron claramente confundidos, y le dijeron a su madre que su hermano se hacía el dormido con una cuerda alrededor del cuello.

Stacy Pope

Ella no podía creerlo. Corrió a la habitación y lo vio. Un niño de 11 años, sin vida, sobre sus rodillas. Garrett se había quitado la ropa de la escuela, armado una pequeña soga con ella, y se la había atado al cuello. El otro extremo estaba atado a su litera. En palabras de la quebrada madre:

“Se había ido. Sus labios estaban grises. Solo quedaba un pequeño olor a él. Recuerdo haber dado un grito que nunca antes había salido de mi boca”.

Stacy le practicó primeros auxilios, y llamó al 911. Jackson y Mollie estaban en la misma habitación, mirando. Pope termina su testimonio diciendo:

“Desearía haberlo mirado un poco más. Desearía haberle dado un beso de despedida”.

Los padres

Stacy Pope asegura que fue muy difícil para ella lidiar con la culpa. Creía que su hijo se había suicidado, y ella se sentía una causante directa de que él tomase su decisión. Hasta que, en una conversación, escuchó como alguien hablaba del “choking game”. Eso la hizo conectar todo.

Una semana antes de su muerte, Garrett llegaba a casa con marcas rojas en el cuello. Cuando su madre le preguntó qué había pasado, él aseguró que solo se había peleado con un amigo. Stacy también pensó que la época de las alergias estaba llegando. Eran todas las pruebas que ella necesitaba. Su hijo había estado jugando a esto por, al menos, una semana.

Stacy Pope

En octubre del 2016, Pope decidió hacer algo al respecto. Y se reunió con una madre de Carolina del Norte que había perdido a su hijo, Carson, bajo las mismas condiciones; también se reunió con Rogg, la madre de Erik Robinson. Las tres cenaron y hablaron de sus hijos. Pope aseguró que:

“Fue triste. Estábamos ahí sentadas, hablando de nuestros hijos. Si pienso en lo tristes que estábamos, no quiero ver a otra madre así”.

Al terminar de comer, las madres fueron hasta la secundaria Sullivan en Rock Hill. Ahí, dieron una charla abierta sobre el choking game para 125 padres y estudiantes. Stacy asegura que su tristeza se convirtió en fuerza.

Rogg también tomó su propia iniciativa: comenzó una fundación sin fines de lucro después de la muerte de su hijo. Trabajó por años para desarrollar su propio programa de entrenamiento para escuelas. En éste, se enseñaba a los chicos los peligros del juego sin usar un lenguaje gráfico ni específico. Una medida esencial de este método de enseñanza, es que nadie se tocase el cuello frente al salón al que le estaba enseñando. Según sus propias palabras:

“No les enseñamos a los chicos a hacerlos. Les hablamos de lo que pasa en el cerebro, y porqué es tan importante mantenerlo sano”.

Judy Rogg

Ahora, cerca de 10.000 alumnos han pasado por el programa desde que se implementó. No ha habido casos nuevos en esos distritos escolares. Jennifer Wood, la directora de distrito en educación secundaria, asegura que todo se lo deben al programa:

“El conocimiento es poder. Nos sentimos bien de no estar ignorando esto”.

El problema del internet

A pesar de que, en algún momento la sobreexposición de las redes solo pudo haber significado un gran peligro para los jóvenes que quisieran sentirse cerca de esta clase de experiencias, han adherido a una promesa de cambio y concientización. Desde diciembre del 2017, Youtube, asegura haber aumentado sus esfuerzos por detener el esparcimiento de estos vídeos. Y las medidas pudieron verse con mucha velocidad, pues, para el 4 de diciembre, la plataforma ya había bajado más de 150.000 vídeos que enseñaban cómo adherir a esta peligrosa moda.

Ahora, si alguien busca “choking game” en Youtube, los resultados solo arrojan notas de noticieros internacionales, dramatizaciones para demostrar su verdadero peligro, y a personas que intentan, por sus propios medios, evitar esta práctica.

Los otros ya cimentaron un camino. El resto, es trabajo de nosotros mismos. 

Source: UPSOCL