Con muchos vaivenes y sin poder arribar al pretendido número de cinco miembros para el Comité Regularizador (por el momento quedó en tres), el Bureau de la FIFA oficializó la intervención de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), en el que, contrariamente a los preceptos básicos de la organización de Zurich, dos de sus integrantes pertenecen al mundo de la política local.
Tras varias reuniones que terminaron en fracaso, en uno de los más importantes hoteles de Montevideo en el que se instalaron los enviados de la FIFA (Jair Bertoni, el hijo de Daniel, campeón mundial 1978) y Conmebol (la abogada Fátima González) con distintos interlocutores, el Comité Regularizador, que funcionará hasta el 28 de febrero de 2019 y tiene por objetivos la reforma del estatuto y el nuevo llamado a elecciones, estará compuesto por Pedro Bordaberry (senador del Partido Colorado) como presidente, el ex jugador Andrés Scotti como vicepresidente, y Eduardo Castaingdebat (diputado del Partido Nacional).
La FIFA prohíbe taxativamente la injerencia del Estado en sus organismos dependientes, razón por la cual resultó sorpresivo que dos de los tres integrantes del Comité Regularizador sean parlamentarios de distintas fuerzas políticas y que los enviados de FIFA y Conmebol hayan ofrecido los cargos a otros miembros de fuerzas políticas como Carlos Varela (diputado del Frente Amplio, partido gobernante en Uruguay), quien se negó de plano a aceptar.
Pero lejos de que la intervención de la FIFA a la AUF haya traído la paz, todo parece recién comenzar porque, a estas horas, los nueve clubes que votaron por acudir al TAS para resistir la intervención el pasado jueves, se tomaron el fin de semana pasado para evaluar las condiciones para hacerlo y ahora mismo dialogan con el estudio brasileño a cargo del jurista deportivo Eduardo Carlezzo, de reconocida experiencia en estos temas.
El problema mayor para los nueve clubes que votaron ir al TAS (contra seis que se abstuvieron y apenas dos que votaron en contra, Peñarol y El Tanque Sisley) es que al estar ya intervenida la AUF, ésta ya no puede apelar al máximo tribunal deportivo internacional con sede en Lausana, Suiza, sino que los clubes deberán hacerlo por su cuenta, luego de no haber sido tenidos en cuenta en absoluto durante las reuniones frenéticas que mantuvieron los enviados de FIFA y Conmebol en Montevideo en la mañana del martes.
Dentro de la estructura de los nueve clubes que estudian apelar al TAS para resistir la medida de la FIFA, Peñarol y Nacional (que colocaron un representante cada uno en el llamado Comité de Apoyo o Asesor del Comité Regularizador) intentaban apaciguar la situación, en un debate interno que puede tornarse fundamental para la decisión final.
Al ingresar el Comité Regulador de la FIFA a la intervención de la AUF, dejaron automáticamente sus cargos los tres únicos miembros que quedaban del gobierno anterior, Alejandro Balbi (Nacional), Ignacio Alonso (Rampla Juniors) y Roberto Pastoriza (El Tanque Sisley y Sudamérica).
Infructuosamente, los dos enviados de FIFA (Bertoni) y Conmebol (González) intentaron convencer a varios candidatos que manejaban esas organizaciones para integrar el Comité de Regularización (intervención), pero uno a uno se fueron negando, al punto de no encontrar más de tres miembros sobre los cinco que buscaban, y por esta misma razón, un titubeante Gonzalo Belloso (ex jugador de Rosario Central y presidente de la Comisión de Desarrollo de la Conmebol, y esposo de la ex interventora en AFA Carolina Cristinziano) leyó un comunicado pasado el mediodía del martes en el que oficializaba al nuevo comité pero abría la puerta a que se sumaran “con efecto inmediato” hasta dos nuevos miembros en no más allá de las 72 horas.
Este comunicado fue oficializado al rato en una conferencia de prensa que contó con la presencia de Bordaberry, Bertoni, González y Scotti.
Uno de los consultados fue el dirigente José Luis Corvo, ex presidente de la AUF y de Rampla Juniors, exiliado durante los años de la dictadura militar en el país y quien no sólo se opuso terminantemente, sino que luego desveló que quienes dialogaron con él admitieron que hacían lo que las organizaciones les pidieron pero que aceptaban sus argumentos y le dieron la razón acerca de que la intervención no corresponde en este caso.
Los emisarios de FIFA y Conmebol dialogaron también con los ex jugadores de la selección uruguaya Diego Forlán y Sebastián Eguren, sin resultados, y con los dirigentes Miguel Cejas (considerado hombre del presidente uruguayo Tabaré Vázquez, ex vicepresidente de la AUF en tiempos de Sebastián Bauzá y representante de Cerro, que pidió que haya equilibrio político entre los designados), y Daniel Pastorini (viejo dirigente de Wanderers, clave en la designación de Oscar Tabárez como DT de la selección celeste en 2006 y acérrimo opositor a la intervención, al punto de estar trabajando con el estudio Carlezzo en la apelación al TAS).
Por su parte, el ex presidente de la AUF Sebastián Bauzá (según altos rumores, uno de los pocos o tal vez el único de los presidentes de las asociaciones sudamericanas no involucrado en el FIFA-Gate) directamente se negó a concurrir a cualquier reunión con los interventores, mientras que Ignacio Alonso, secretario de Asuntos Económicos y Financieros en el gobierno anterior de la AUF, tampoco aceptó formar parte del Comité Regularizador de la FIFA, pero en este caso, sí formará parte del Comité de Apoyo, porque tiene ambiciones presidenciales para cuando finalice la intervención el 28 de febrero próximo y el estatuto no permite que lo sea si ingresa en un cargo en la actual situación.
Alonso se incorpora, entonces, al Comité de Apoyo o Asesor del Comité Regularizador, conformado además por Eduardo Ache (Nacional) como nexo con la FIFA (de la que forma parte de una comisión) y Fernando Goldie (Peñarol), como nexo con la Conmebol.
Ache tiene un claro nexo con el presidente del Comité Regularizador, el colorado Bordaberry, quien fue ministro de Deporte y Juventud en el gobierno de Jorge Batlle (setiembre 2003 hasta marzo 2005) y como senador presidió una comisión investigadora sobre violencia en el fútbol uruguayo, en tanto que Goldie, quien no estaba seguro de ingresar al Comité, terminó aceptando ante el pedido de su club, Peñarol, para “equilibrar” los poderes ante la presencia de Ache (Nacional).
Salvo Ache y Alonso, quienes ya presentaron todos los papeles, ahora resta que los demás miembros del Comité Regularizador pasen el test de idoneidad que reclaman la FIFA y la Conmebol, y aquí aparece otro problema porque Armando Castaingdebat, del Partido Blanco, arrastra una denuncia penal desde los tiempos en los que fuera intendente del departamento de Flores, por supuestas irregularidades en una licitación llamada el 13 de agosto de 2010 para una Plaza de Deportes que fuera ganada por la empresa Forbec SRL, ya disuelta, que integraban el ex futbolista Pablo Forlán (hermano de Diego) y Ricardo Beckman.
Por otra parte, el ingreso de Andrés Scotti (ex defensor de Argentinos Juniors) al Comité de Regularización determina un paso importante para los jugadores, que venían bregando por tener participación en el nuevo estatuto de la AUF y por lo que están enfrentados a la dirigencia que estudia apelar al TAS para resistir los cambios.
Scotti tiene a su hermano Diego como jugador y capitán de Boston River y a la vez, miembro de la Mutual Uruguaya de Jugadores Profesionales e integrante, junto con los que militan en clubes extranjeros, del movimiento “Más Unidos que Nunca”, que lideran Diego Lugano y Diego Godín.
Con el ingreso de los futbolistas al nuevo organigrama de la AUF, ahora son los árbitros y los entrenadores los que quieren tener también participación, en tanto que la Asamblea que era de 17 miembros (los 16 clubes de Primera y más un voto para toda la Segunda Profesional), pasará a tener 31 integrantes. Se mantienen los 17 anteriores, y se suman 6 de la Organización del Fútbol del Interior y uno para la Segunda Amateur, el fútbol femenino y el fútbol de salón, tal como viene exigiendo la FIFA para todas las asociaciones.
Otro de los cambios es que la FIFA exige un nuevo organigrama en el diseño de los torneos locales, con una liga por fuera de la AUF, al estilo de la Superliga argentina, pero además, con la posibilidad de una Copa como la Argentina, con participación de los equipos de todas las divisiones.
Sin embargo, aparece otro extraño elemento en el horizonte y que podría complicar a la FIFA en el reclamo que los clubes evalúen hacer al TAS. Daniel Pastorini, prestigioso dirigente que estudia el tema en este momento, sostiene que de ninguna forma corresponde que la AUF sea intervenida cuando otras asociaciones no tuvieron el mismo trato.
Pastorini insiste en que la FIFA “no puede obligar a la AUF” cuando no hay una obligación para todas las asociaciones miembro.
El caso australiano
Un caso contrario al de la AUF es el de la Federación Australiana de Fútbol (FFA), de la que la propia FIFA suele sostener que sus estatutos son “antidemocráticos e inaceptables”, pese a lo cual sigue sin intervenirla desde que se agudizó el conflicto en noviembre de 2017.
La constitución de la FFA sostiene que debe haber diez miembros en su directorio, de los que hay uno solo para todos los clubes. Los otros nueve corresponden el resto de asociaciones estaduales o provinciales, lo que para la FIFA no es representativo porque además sus miembros no tienen casi ninguna relación con el fútbol ni antecedente alguno en la actividad.
La FIFA le comunicó a FFA que debía reformar su estatuto para adecuarlo a la entidad madre, y el 17 de noviembre pasado le dio un plazo hasta fin de ese mes, pero el presidente de la federación australiana, Steven Lowy, se opuso, razón por la cual la entidad de Zurich envió dos emisarios para mantener entrevistas para constituir (tal como en la AUF) un Comité Normalizador pero Lowy viajó a la sede de la FIFA y consiguió una ampliación del tiempo de espera.
Después de varios intentos por dilatar la decisión de un nuevo estatuto por parte del magnate Lowy, la FIFA decidió crear un grupo de trabajo que redactó una nueva constitución en la que el multimillonario pierde mucho poder, pese a lo cual volvió a enviar a Zurich un comunicado en el que manifiesta su desacuerdo.
El mayor problema es que el directorio actual necesita el 75 por ciento de los votos para que se apruebe la nueva constitución y Lowy influye a los representantes de los estados más pequeños para que voten en contra y con sólo conseguir el apoyo de tres sobre diez, ya se consumaría une nueva resistencia, lo cual obligaría, por fin, a la FIFA, a intervenir la FFA.
Así como el pasado jueves el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, llegó a preguntarle al de la Conmebol, Alejandro Domínguez, si “estaba seguro” de lo que le pedía, acerca de la intervención a la AUF, que parece sostenerse con argumentos endebles, no resulta claro entonces cómo la misma FIFA, con muchos más argumentos, no interviene la FFA.
Bonita Mersiades, jefa de Asuntos Corporativos y Públicos de la FFA hasta enero de 2010 y también miembro del equipo que motorizó la candidatura de Australia para organizar el Mundial 2022 (perdido a manos de Catar), y autora del libro “Whatever it takes”, the inside story of the FIFA way (“Cueste lo que cueste”), la intrahistoria de la FIFA, en la que menciona hechos de grave corrupción en esa votación, escribió artículos en distintos medios en los que menciona una “relación especial” entre la FIFA y la FFA, tanto en su tiempo entre el presidente Joseph Blatter con el magnate Frank Lowy, como ahora entre Infantino y Steven Lowy, el actual presidente de la federación australiana, e hijo de Frank.
Todo indica que tomando en cuenta lo que ocurre en la AUF y en la FFA, para la FIFA parece haber distintos tiempos para la intervención de una federación u otra, y parece lejano en la memoria de Infantino aquel instante del 26 de febrero de 2016, cuando al ser anunciado como presidente de la máxima institución del fútbol mundial, saltó y gritó junto a Wilmar Valdez, entonces presidente de la AUF “Uruguay, Uruguay”, en agradecimiento por haberle ayudado con el impulso a los votos de la Conmebol a su candidatura.
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Source: Infobae