Por: Dr. Murilo Kuschick
Como se vio la semana pasada con la visita que hiciera el presidente López Obrador a los Estados Unidos, nos encontramos en lo que ambos presidentes saben y les gusta hacer, es decir, participar en campañas políticas y realizar procesos comunicativos con las audiencias, ademas de hacer uso de las redes sociales con la finalidad de impactar a la opinión pública.
Esto significa que nos encontramos frente al fenómeno que fuera definido por Pat Cadell, asesor del presidente Jimmy Carter como campaña permanente (permanent campaign).
De acuerdo con Lilleker (2007), la campaña permanente se refiere al uso de los recursos de la oficina de individuos u organizaciones electas –gobiernos, partidos en el gobierno, miembros del parlamento, congresistas o cualquier otro representante–, para construir y mantener el soporte popular. La Comunicación política refiere con ese concepto la utilización del cargo por parte de los elegidos, tanto en el poder legislativo, como en el ejecutivo, ya sean del ámbito nacional o local, para construir y mantener una amplia y suficiente base de apoyo popular.
Para realizar la Campaña Permanente, los sujetos se valen de los instrumentos de la comunicación política, a fin de abrirle espacios a sus programas, facilitar la victoria de su partido y sus candidatos en la siguiente elección y lograr una permanencia o continuidad del proyecto o grupo político. En la Campaña Permanente, gobernar se convierte en una campaña permanente (Blumenthal, 1980) y convierte al gobierno en un instrumento diseñado para sostener la popularidad de un político electo.
En su expresión teórica, el esquema es el siguiente: como los ciudadanos son cada vez más independientes políticamente y ya no hay fidelidad partidaria como antes, la campaña permanente sirve para mantener a la gente de su lado. La promesa de la campaña electoral debe traducirse en la campaña gubernamental permanente, es decir, el mensaje debe responder y atender las necesidades y expectativas básicas del electorado. http://www.alice-comunicacionpolitica.com/wikialice/index.php/Campa%C3%B1a_permanente
Como aquí se plantea la idea de que la campaña permanente se liga a la cuestión de la ausencia de fidelidad a los partidos políticos y lo que encontramos es la ligazón de los electores a las figuras y a las imágenes de los líderes políticos que como productos o bienes de consumo pueden satisfacer cierto tipo de necesidades e impactan a los electores mediante las distintas necesidades, aspiraciones y expectativas de los mismos.
En el caso concreto de la visita que hiciera López Obrador a Washington fue para prestarle un apoyo a Trump, el que se encuentra, como decíamos la semana pasada, inmiscuido en un proceso político electoral que posiblemente lo lleve a ser reelecto, sin embargo, según los cálculos políticos tanto de él y su equipo, como del propio López Obrador, este necesita de los votos de los electores latinos y de los mexicanos.
De ahí la posibilidad de hacer uso de la figura de López Obrador de su narrativa y elogios que hiciera al presidente Trump, que este último haya ofendido a los mexicanos y lo siga haciendo es parte del show mediático de la invención de enemigos reales y ficticios.
La política, que vino a suplir a la guerra como modalidad de enfrentamiento civilizado, no se trata de matar, herir, liquidar o sacrificar a personas reales, sino realizar procedimientos y sacrificios rituales y simbólicos.
De la misma manera que López Obrador realiza estos actos ritualísticos de manera continua y constante, da golpes en contra de liberales y conservadores, sus principales enemigos.
Lo que estamos presenciando es definitivamente una nueva forma de hacer política frente a la antigua en donde los políticos, principalmente presidentes, gobernadores, etc. ganaban sus escaños o llegaban a un importante puesto y se olvidaban de sus electores y se dedicaban a la administración de los asuntos públicos, esta situación comenzó a delimitarse a partir de la elección de Cuauthémoc Cárdenas en 1997 cuando fue electo Jefe de Gobierno en la Ciudad de México. A partir de ahí se comenzó a vivir una nueva realidad en donde la percepción de los ciudadanos y la capacidad histriónica de los políticos que como plantea E. Goffman, cada vez más tienen que asumir distintas máscaras y diferentes dramaturgias, de ahí los éxitos de diferentes políticos como Ronald Reagan, Vicente Fox, Barack Obama y el propio Donald Trump, Jair Bolsonaro en Brasil y López Obrador en México.
Sin que sea nuestra intención defenderlos, sino dar cuenta de la una nueva realidad en donde la manipulación de los valores y la impronta de imágenes constituye la modalidad primordial de la actividad y de la acción política, es decir, la creación de realidades y su utilización en función de ciertos objetivos políticos que son principalmente cortoplacistas, en política no hay mañana y los agravios del ayer se pueden transformar en monedas de cambio para hoy o créditos para mañana. Todo es negociable y todo podrá ser intercambiado y todo tiene valor y precio, los individuos comunes y corrientes podemos romper, bloquear o interrumpir nuestras redes de relaciones y nuestros procesos de intercambio, pero hasta en nuestro caso nuestros enojos, desavenencias y enemistades tienen como correlato las rupturas y las pérdidas en las relaciones con otros actores y la posibilidad de aislarnos y perder contactos e interrumpir relaciones.
Ya en el caso de los políticos, si bien esto es posible, no es deseable ya que los sapos comidos el día de ayer podrán transformarse en el día de mañana en caviar.
De ahí que si bien a los ojos de la opinión pública y de muchos de los analistas el viaje de López Obrador a los Estados Unidos fue un acto de campaña de Trump y un acto propagandístico de López Obrador si bien su campaña tanto como la ratificación de su mandato, como la renovación de la Cámara de Diputados el próximo año, este no se encuentra tan alejado en el calendario político.
Y aun cuando la figura de Trump sea odiada en México y se le pueda adjudicar todo tipo de improperios por el trato que le da a los mexicanos y todos los adjetivos que ha dirigido a nuestros nacionales, la foto, los acuerdos y la relación entre jefe de Estado y la limada de asperezas que llevó a cabo López Obrador con el presidente de los Estados Unidos le sirve y es un cheque que tiene López Obrador en su haber que podrá ser cobrado en algún momento, esto es, como lo había definido la mamá del Mochomo “dando y dando”.
En este sentido, la realidad política y la realidad que ven los políticos, la de los analistas, y la de los ciudadanos de a pata no necesariamente corresponden a su contabilidad de pérdidas y ganancias.
López Obrador se prestó al juego político de Trump y posiblemente desairó a los demócratas, sin embargo, éstos últimos no se encuentran en el poder y será hasta noviembre cuando éstos sabrán si pueden regresar a la Casa Blanca, lo que significa que sólo el futuro y los juegos políticos podrán determinar si las jugadas que ahora emprendió fueron satisfactorias y les dieron ganancias o pérdidas en sus tableros, y si sus impactos en la opinión pública han sido satisfactorios.
Lo demás son sólo juegos de artificios que los políticos, como magos y hechiceros, echan sus polvos, rezan sus plegarias, cultos y rituales, y aun en pandemia intentan impactar e impresionar a la audiencia.