En 1995, menos de un año después de que Netscape lanzara el primer buscador masivo, un sitio llamado match.com comenzó a ofrecer servicios de citas románticas. Y si al comienzo era algo extravagante y hasta patético, hoy conocer a la pareja mediante una aplicación es algo normal y frecuente. “Globalmente, al menos 200 millones de personas utilizan los servicios de encuentros digitales todos los meses“, presentó The Economist.
“En los Estados Unidos, más de un tercio de los matrimonios comienza actualmente con un encuentro en línea. Internet es la segunda forma más popular para conocer a personas del sexo opuesto”, destacó el texto. “El 70% de las personas gays conocen a sus parejas online“.
Se trata de un negocio de USD 4.600 millones en el mundo, que crece con gran velocidad. Match Group, que opera Tinder, match.com y otras 40 ramas similares, tuvo USD 1.300 millones de ingresos en 2017. Tinder tiene 3,8 millones de usuarios pagos.
Se trata de un cambio social cuyas implicancias todavía se desconocen. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la elección romántica estuvo limitada por el lugar, la decisión de los mayores y la clase social. “Esas restricciones se aflojaron en los siglos XIX y XX en Occidente al menos. La bicicleta aumentó inmensamente las opciones de los jóvenes; también la vida urbana“, según el artículo principal de la revista británica.
Y en 2013 una startup presentó una idea sencilla: una aplicación con perfiles de parejas potenciales que permitía aprobar o rechazar a cada uno simplemente deslizando un dedo hacia la derecha o hacia la izquierda sobre la pantalla del smartphone. A cinco años de Tinder, cada vez resulta menos común conocer a alguien por medio de otra persona. No hace falta la familiaridad religiosa, étnica o de otra índole. “La gente que se encuentra en línea son, con enorme probabilidad, extraños. En consecuencia, las citas digitales ofrecen mucha mayor variedad“.
Así caen algunas barreras: hay pruebas de que internet aumenta los matrimonios interraciales. Pero la variedad también hace que el mercado romántico en línea sea más eficiente. Lo cual no es una buena noticia para todos. “Debido al abismo en selectividad que divide a los sexos, unos pocos hombres heterosexuales están condenados a no conseguir nunca una pareja”, analizó The Economist la experiencia de una app china, Tantan, fundada en 2015, que tiene 20 millones de usuarios y ha creado unos 10 millones de parejas.
“Los hombres manifiestan interés en el 60% de las mujeres que ven, pero las mujeres se interesan en sólo el 6% de los hombres; esta dinámica significa que el 5% de los hombres nunca consigue una pareja”, analizó el texto. “En las citas físicas, con una cantidad menor de hombres para elegir, las mujeres heterosexuales son más proclives a unirse a hombres que no recibirían una mirada en línea”.
A Yu Wang, CEO de Tantan, convencido de que la cultura de las citas físicas prácticamente no existe en China, ese pequeño grupo le preocupa: “No estimo que vaya a ser fácil ayudar a ese 5% final”, dijo.
Para mucha otra gente, en cambio, los resultados son más alentadores. “En un estudio de 2013, un grupo de investigadores de las universidades de Harvard y Chicago mostraron que los matrimonios comenzados en línea tendían menos a terminar en ruptura y estaban asociados a niveles más altos de satisfacción que los matrimonios de la misma época entre parejas similares que se conocieron offline“.
El mundo de las citas digitales permite además especificar requisitos hasta el último detalle. “Jdate permite sacar de las parejas posibles a quienes no considerarían convertirse al judaísmo, por ejemplo”, ilustró la nota. Hay servicios para una miríada de religiones; para personas que apoyan al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump; para veganos, para fanáticos de las motocicletas, para granjeros y para gente que no presume de ser hermosa (“el estéticamente promedio”).
Eso muestra otra tendencia: las personas tienen más posibilidades de elegir a alguien parecido a ellas. “La unión clasificada, el proceso por el cual la gente con nivel educativo e ingresos se junta entre sí, ya carga con parte de la culpa de la desigualdad de los ingresos. Las citas online podrían volver más pronunciado este efecto”.
Elizabeth Bruch y Mark Newman, de la Universidad de Michigan, usaron datos de los mensajes de una gran app de citas para clasificar a los usuarios según la tendencia de otros a escribirles. El estudio reveló que el atractivo de las mujeres comienza muy alto a los 18 años, y cae de manera pronunciada con la edad; en cambio, el atractivo masculino comienza bajo, asciende hasta los 50 años y decrece lentamente. Un título de posgrado aumenta el atractivo de un varón y disminuye el de una mujer.
Las emociones negativas sobre la imagen corporal, que preceden a la red, aumentan por el efecto de amplificación que causa la misma variedad del mundo online: miles de personas opinan. La depresión es una enfermedad que se ha asociado al uso de apps de citas. Los mismos problemas de otros ámbitos de internet —scams, cuentas falsas— se reproducen aquí: se estima que el 10% de los perfiles de citas que se crean no pertenece a personas reales.
El fenómeno está en desarrollo y es difícil de cuantificar, entre otras cosas porque las empresas tratan los datos de sus plataformas y de sus usuarios como propiedad privada. Pero la contra más significativa que señaló The Economist es “el dominio de las citas en línea por un puñado de firmas y sus algoritmos”.
El hecho de que una enorme cantidad de personas confíen en unas pocas compañías para encontrar pareja entrega a los programadores un poder enorme para determinar quién ve a quién. “En las sociedades autoritarias en especial, la perspectiva de matrimonios arreglados por algoritmos debería causar alguna inquietud“, concluyó el informe.
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Source: Infobae