Vivimos, pues, el eclipse de la verdad.
Sabina Berman
Hagamos un esfuerzo por ser optimistas, el espíritu navideño lo requiere. Cito algunos casos que son lecciones para asimilar:
Chile nuevamente confirma la madurez de su clase política: debates con formatos ágiles, con periodistas cuestionando candidatos, circunscribiendo las propuestas a las políticas públicas, superando los encasillamientos ideológicos y con resultados electorales que de inmediato son reconocidos por los contendientes. Los chilenos, nuevamente, van a la alternancia en forma tersa y civilizada, dándole continuidad a lo que funciona y cambiando lo ineficaz para mejorar el bienestar de su población. Desde el plebiscito que derrotara a Pinochet, ese país ha sido ejemplo para América Latina en lo político, en lo social, en la solidez de sus instituciones, con logros que están a la vista.
Perú pone en el centro de la discusión el régimen presidencial: un Presidente que obtiene el triunfo sin mayoría en el Congreso, que se ostenta como impecablemente honesto. Ahora, ante el señalamiento de pérdida de autoridad moral, está en riesgo su permanencia. Gran ejemplo para atacar la impunidad.
En Alabama, el Partido Republicano pierde un escaño en el Senado y se reduce su precaria mayoría.
Tengo confianza en que Cataluña reencuentre el rumbo y se reconcilie con España, superando su polarizada y enconada vida pública.
Gracias a mi amigo Raudel Ávila, quien acostumbra regalarme libros, disfruté un texto de Boris Johnson, El factor Churchill, y la biografía novelada de Juárez, El rostro de piedra, escrita por Eduardo Antonio Parra. El inglés fue el factor que frenó a Hitler y El Benemérito logró el triunfo de la Reforma y evitó el establecimiento de un imperio extranjero en nuestro país. En una acuciosa investigación, se confirma la grandeza de Juárez, quien, sin duda, es el personaje mejor librado en el juicio de nuestra historia. Su fortaleza, su perseverancia y, sobre todo, apoyándose en la Constitución y en la ley, ejerce un liderazgo que debe ser hoy nuestra más confiable referencia.
Todo lo anterior viene a cuento porque hemos iniciado una guerra de muchas palabras y pocas ideas. Por lo tanto, se requiere de un ciudadano alerta, que sepa percibir la verdad, la autenticidad, la autoridad moral y la capacidad para dirigir a México en un periodo que se augura muy difícil.
Los romanos definían al orador como un hombre bueno, perito en el decir. Desafortunadamente, esto no es cierto, el mentiroso también convence, el demagogo suele ser elocuente, la simulación cumple su propósito y manipula conciencias. Enfrentemos con coraje nuestra realidad. Por muy doloroso que sea, más vale desengañarse que vivir engañado.
¿Llegará a la Presidencia de la República un hombre honesto? ¿Podrá gobernar honestamente? ¿Podrá aplicar la ley y preservarse en el poder?
Quien simplifique los desafíos de gobernar, miente. Mirabeau, quien contrastaba su elocuencia con su baja calidad humana, escuchó un grito durante un famoso discurso: “Más virtudes y menos talento”. Esa demanda nos debe orientar hoy. Hay que decirlo, a México le han sobrado talentos, pero le ha faltado nobleza de espíritu.
En 2018 se cumplirán 50 años del movimiento estudiantil de 1968 y 30 de la elección más cuestionada en la historia de México. Será un año crucial. ¿Consolidaremos nuestra democracia, disminuirá la corrupción, la impunidad y la inseguridad? La tragedia de nuestro país es que los buenos son timoratos.
De todo lo dicho, desprendamos una lección: observemos con gran capacidad crítica lo que está en juego el próximo año para decidir lo mejor. Ése es mi mayor anhelo. Feliz Navidad, estimado lector.
Source: Excelsior