Por Daniel Aceves Villagrán*
De nueva cuenta las redes sociales han hecho gala de su capacidad de movilización, una muestra fehaciente es de que a través, fundamentalmente de Facebook, se ha hecho la convocatoria en donde el 67% de los franceses se conecta todos los días para participar presencial o ideológicamente en las protestas de los llamados “grupos de enojados”, que han reunido a decenas de miles de participantes y que han hecho un movimiento social que comenzó con unas cuantas personas en las zonas rurales de clase media baja en Francia, este sector poblacional inició protestas contra un nuevo impuesto ecológico sobre el combustible y que desató la preocupación y ocupación de grandes sectores sobre la imposibilidad económica de poder atender los compromisos fiscales y de gastos cotidianos de las familias del país galo.
Este movimiento de los chalecos amarillos (gilet jaunes, en francés) lleva el nombre de las chaquetas amarillas de alta visibilidad que los automovilistas en la república francesa tienen que portar en los vehículos para ser usados en los casos de emergencia, no obstante, esta movilización social se ha transformado en muchos colores, incluido el de grupos extremistas, entre los que se encuentran los anarquistas, grupos populistas antiinmigrantes y fascistas del núcleo duro que se han subido al carro de las manifestaciones, siendo totalmente ajenos a los propósitos originales que iban dirigidos a la eliminación de un nuevo impuesto a los combustibles, es más, existe ahora la participación de estudiantes que exigen cambios en los exámenes en la educación secundaria y en los procedimientos de ingreso a la universidad.
Es ésta, sin duda alguna, la crisis más delicada que ha vivido Emmanuel Macron como presidente de Francia, quien ha tenido que pedir a la cámara baja de la Asamblea Nacional que el aumento de impuestos sea eliminado de la Ley de Presupuesto para el año 2019.
El incremento suponía 7.6 céntimos de euro más sobre el precio del litro de diesel y 3.9 en el caso de la gasolina.
El número de heridos y de muertos va en ascenso y el reclamo de los chalecos amarillos, por supuesto, trasciende a la suspensión del “gasolinazo”, y ante una tardía reacción del presidente francés que ha respondido a las demandas del movimiento reconociendo el empobrecimiento de las clases medias, anunciando incrementos notables en el salario mínimo, que tendrán necesariamente repercusiones inflacionarias, haciendo suya la confesión de que como presidente francés ha actuado con indolencia y sin la capacidad de interlocución ante lo que ha llamado actitud hiriente hacia los más desfavorecidos.
Textualmente dice “la cólera que hoy se expresa es justa en muchos aspectos”, anunció también que en el año 2019 las horas extra estarán exentas de impuestos y contribuciones sociales y que los empresarios le deberán dar a los trabajadores una prima de fin de año libre de impuestos, al igual que los jubilados que cobran menos de 2 mil 200 dólares al mes.
Macron ha decretado el estado de excepción económico y social en Francia, asumiendo un papel sumiso y torpe ante las cámaras de televisión. Los acontecimientos de las últimas horas señalan que es un movimiento desbordado, con detenidos, heridos y muertos.
*Analista
Source: Excelsior