Durante mi estancia hospitalaria me encontraba en la cama 438. En esta segunda parte tratare de describir como sobreviví al coronavirus. Tengo que aclarar que existen muchos detalles que no recuerdo y muchos otros que omitiré para hacer el relato mas fluido.
El hospital de reconversion coronavirus
La sala de urgencias coronavirus
Una vez que en el triage se tomo la decisión de ser ingresado, recuerdo que únicamente pude despedirme a lo lejos de mi madre, la cual no pudo contener las lagrimas en sus ojos. En este punto la falta de oxigeno causaba daño en mi pecho y en mi cerebro alterando mi estado de conciencia.
Todo se movía en cámara lenta. El personal asignado al área de coronavirus abrió una puerta al final del pasillo, desde ese momento todo se volvió confuso.
Recuerdo que camine por el pasillo, con lo ultimo que me quedaba de fuerzas y conciencia. Subí a una camilla que me esperaba en la entrada. En ese momento eramos 5 personas las que nos encontrábamos en observación.
Me tendí en la camilla y solo observaba las intensas luces que mantenían iluminada un área totalmente aislada. Escuchaba un monitor cardíaco y un ventilador mecánico que mantenía con vida a un paciente en el otro extremo de la sala.
El personal de enfermería inmediatamente comenzó con los cuidados pertinentes. Ellos vestían unos pesados equipos de seguridad que desde ese momento se volverían parte de mi día a día. Me colocaron inmediatamente unas puntas nasales para brindarme el precioso oxigeno que tanto me faltaba en ese momento.
Instalaron un catéter venoso periférico en el dorso de la mano derecha, por donde conectaron una solución fisiológica para intentar contrarrestar la deshidratación causada por la fiebre. Me entregaron una bata y me ayudaron a cambiarme ya que como mencione antes me encontraba casi inconsciente.
El traslado
Un medico asignado al área intento hacerme una entrevista para valorar mis signos y síntomas, sin embargo yo no podía responder las preguntas debido a mi condición.
En el momento que ingrese al hospital, este acababa de ser designado para atender solamente pacientes con coronavirus, por ello había suficientes camas y me asignaron una muy rápido.
Estaba listo para el traslado. Llamaron al camillero y de inmediato llego con una cubierta trasparente para la camilla y la instalo sobre de mi. Me colocaron el tanque de oxigeno y nos dirigiamos a hospitalización.
Por solicitud del medico en el traslado hicimos un alto en rayos x. Me tomaron una imagen de tórax. Nos dirigimos al elevador y en un parpadeo llegamos a la cama 438. La cual se convertiría en mi casa por mas de diez días.
CAMA 38 piso 4
Me instalaron en la cama 38 del cuarto piso, el cual censaba 41 camas. Me encontraba en la ultima sala. Compartiría el cubículo con 3 pacientes mas.
Al instalarme en la cama observe que en frente de mí había un paciente con ventilación mecánica. A mi lado y en contra esquina dos señoras que parecian mas estables.
Una vez en la cama perdí la conciencia y me quede dormido probablemente por el cansancio que arrastraba de días anteriores. Desperté en la madrugada y lo primero que observe fue la cortina de la cama de enfrente estaba corrida. El paciente había fallecido unos instantes antes. Volví a dormir.
Estas imágenes se volverían un común denominador de los turnos nocturnos.
El segundo día igual lo pase prácticamente inconsciente. Pero en la noche tuve un sueño que permitió mi condición mejorara. Soñé que estaba en mi cama y escuchaba una vocecilla que me decía:
«Ya levántate papi vamos a jugar a la cocinita», «levántate ya no andes de flojo y vamos a los juguetitos».
Mi hija me tomaba de la mano y me levantaba de mi cama. Era como si flotara, fue solo durante un breve momento, pero fue muy real. A la mañana siguiente la conciencia regreso a mi, tenia dificultad para hablar y sentía mi cuerpo hecho trizas pero en ese momento todo comenzó a ser mas claro. Gracias este sueño sobreviví al coronavirus.
De los dos primeros días no recuerdo casi nada. Ya para el tercer día comencé a comer, no por apetito. Algo dentro de mi me decía que si no ingería alimento moriría. Recuerdo que tendido en mi cama llevaba por inercia la comida a mi boca, masticaba poco y tragaba. La comida seguia sin tener sabor alguno.
Redes de apoyo
Poco a poco recobraba conciencia. No sabia en que día me encontraba y no me quedaba claro cual era mi condición. Escuchaba como los otros pacientes de la sala hablaban como si se conocieran desde hace mucho tiempo.
En ese momento pude identificar a mis compañeros de sala. La señora «P» se encontraba a mi derecha. La señora «T» en la contraesquina de mi cama. El señor «A» en frente de mi.
Conforme recuperaba la conciencia, la idea de estar totalmente aislado adquiría fuerza. Por ello es que resulta muy fácil interactuar con los otros pacientes de las salas. Bastó con preguntar la fecha y el día, y presentarme solo con mi nombre, para comenzar una charla.
Platicábamos de cualquier tema. Desde cosas muy triviales, hasta conversaciones serias acerca de nuestra condición. Compartíamos los mismos deseos de recuperarnos y el mismo miedo a morir en manos del coronavirus.
¿Tratamiento para coronavirus?
El tratamiento farmacológico hacia estragos en mi persona. Este consistía en fuertes dosis de glucocorticoesteroides, antibióticos intravenosos y tomados, broncodilatadores, analgésicos y un anticoagulante, el cual me inyectaban directamente en la zona al rededor del ombligo.
Los principales efectos secundarios repito era la sensación de malestar en la boca y dientes. A este se sumaba un dolor intenso en todas las articulaciones que me impedía moverme libremente.
Incluso no podía levantarme para ir al baño. Mis movimientos eran lentos, torpes y dolorosos. Me cansaba incluso si hacia pequeños esfuerzos. A la hora de comer solo ingería la dieta e inmediatamente caía rendido por el cansancio.
Esta situación prevaleció por 4 o 5 días mas. En ese transcurso recibí algunas cosas del exterior. Principalmente de aseo personal y unas cartas que me enviaron familiares. Estas cartas servían de alimento para el espíritu. Entre ellas se encontraba una de mi pequeña donde con pintura plasmo su pequeña mano. Cuando sentía dolor en el pecho o me costaba trabajo respirar, colocaba la carta en mi pecho y comenzaba a rezar.
Recuperación
A partir del octavo día de tratamiento comencé a notar mejoría. Poco a poco mi cuerpo iba recuperando fuerza. El oxigeno solo lo utilizaba por las noche para dormir. Nuevamente me hicieron una placa de rayos x. Afortunadamente notaron una gran mejoría y en esos momentos ya se hablaba de una probable alta.
Comencé a deambular por indicación de los médicos. Mis deseos de recuperarme pronto me motivaban a realizar algunas rutinas de ejercicios que aunque eran de baja intensidad, me obligaban a colocarme el oxigeno nuevamente.
En este punto mi conciencia ya estaba casi al cien. Por ello comencé a darme cuenta de lo peligroso que es el coronavirus. En un momento te encuentras bien y en un instante pueden complicarse los síntomas y morir repentinamente.
Por las noches era un terror constante intentar dormir. No entiendo todavía porque pero a partir de las nueve de la noche muchos pacientes comenzaban a complicarse, quizá era mi mente no lo se. Eso volvía prácticamente imposible conciliar el sueño.
Puedo decir que en el lapso que estuve hospitalizado vi morir a mucha gente derivado de las complicaciones del coronavirus. Se volvió una experiencia traumatica estar en constante asecho de la muerte. Personas con las que compartías un pedazo de tu vida morían en un par de horas.
Para el décimo día me encontraba mucho mas repuesto e incluso mis rutinas de ejercicio se volvían mucho mas intensas y aunque estuviera cansado decidí no usar el oxigeno a menos que verdaderamente fuera necesario.
Después de varias muestras de laboratorio y de verificar mis rayos x los médicos decidieron hacer una prueba final para decidir si me encaminaba hacia la recuperación. Me informaron que me observaba mucho mas repuesto y que harían una gasometria arterial y de esto dependía mi alta.
Recuerdo que antes de tomar la muestra había tomado una ducha y me encontraba sentado en la cama. Cuando llego la doctora con el equipo para la toma de muestra. Comenzó su procedimiento y sentí mucho dolor por la manipulación de la arteria y en ese momento me desmaye.
Por fortuna el personal de enfermería me ayudo a recostarme en la cama. Reaccione a los pocos segundos pero jamas olvidare esa sensación. Permanecí un rato descansando y al final me repuse sin mayor complicación.
El día doce después de tener todos mis estudios y de la valoración medica me informaron que estaba listo para irme de alta. En ese momento me emocione mucho por que pensé que el mismo sábado saldría del hospital. Pero todavía pase una día mas en el nosocomio.
Yo no podía dormir desde hacia dos noches debido el estrés que vivía por lo que ya explique en párrafos mas arriba. Comenzaba a deprimirme estar tan cerca de la muerte. La ultima noche comencé a llorar y en ese momento me di cuenta que había construido una muralla emocional para soportar esta experiencia. Pero no pude mas y llore hasta caer dormido.
La mañana siguiente era como si hubiera tenido una revelación como si algo dentro de mi hubiera cambiado para nunca mas volver a ser igual. Decidí que no podía vivir una vida con miedo y mi fe se vio fortalecida en muchos sentidos.
Pasado el desayuno se acerco el medico de base y me comento que probablemente el alta todavía no estaría lista. Después de la experiencia que había vivido la noche anterior decidí dormir.
Estaba tomando una siesta cuando se acerco el medico y me dijo que ya estaba mi nota de alta, que solo tendríamos que esperar a que se realizara el tramite y llamaran a mi familiar. Esto sucedió aproximadamente las doce del día de día 3 de mayo.
Esta noticia me puso muy alegre. Sin embargo comenzó a apoderarse de mi una angustia de no saber que me esperaba afuera y si en verdad me encontraba lo suficientemente sano para estar sin los cuidados de el equipo de salud. Comencé a sentir que la respiración me faltaba y una opresión en el pecho, peor que con la que ingrese.
Las palabras de la señora «P» me hicieron reflexionar:
«Yo prefiero morirme en mi casa que en el hospital»
Pense que tenia razón. Así por lo menos podría ver a mis familiares, Poco a poco fue llegando a mi la calma y las espera por salir se volvió mas llevadera.
Eran las 6:00 pm y pensé que pasar otra noche en el hospital seria algo inevitable. No sabia si era por el tramite o por que no localizaban a mi familiar pero supuse que no me darían de alta aquella tarde.
Finalmente a eso de las siete con treinta minutos me informaron que ya había llegado mi familiar y que tenia mi ropa para cambiarme. Me despedí con muestras de afecto de mis compañeros de sala y les deje muchos buenos deseos y bendiciones.
No pude contener las lagrimas por que sabia que todo esto era el final de un ciclo. En ese momento deseaba que todo fuera una pesadilla y esperaba en cualquier momento despertar. No fue así. Me cambie en un área que tenían asignada y me dijeron que ya podía salir.
En la puerta me rociaron con un aspersor para descontaminarme. La gente aplaudía y me felicitaba por haber vencido al coronavirus. Vi a mi madre y me derrumbe en llanto me abrazo y me dijo que todo estaba bien.
Me sentía aterrado de poder contagiarla, sin embargo su abrazo era todo lo que necesitaba en ese momento. Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de saborear mucho menos digerir esa situación. Es ahora que escribo estas lineas cuando adquieren sentido. El mundo me parecía un lugar extraño. Y me sentía despersonalizado.
Al salir del hospital y sentir el aire en mi cara me sentí vulnerable y frágil. Como si cualquier cosa pudiera acabar con la inestable salud que había construido hospitalizado. Vi a mi esposa en el auto y le dije que era una bendición volver a verla.
En el trayecto permanecí callado. Inmerso en mis pensamientos. Tratando de entender que era todo lo que había vivido. Al llegar a casa de mis papás, lo único que podía hacer era agradecer a Dios por que me había dado la oportunidad de verlos una vez mas.
Fui directo al baño y abrí la regadera. Comencé a llorar como si mi llanto estuviera sincronizado con el agua. No entendía la situación y me tire en el piso. Era como si el agua y mis lagrimas se llevaran algo muy pesado que muy en el fondo iba cargando. No dejaba de agradecer a Dios y de preguntarle ¿por que a mi?. No hubo respuesta.
Finalmente cuando recobre la calma. Me levante y seque mis ojos. Salí de la regadera me vestí . Era como si nunca hubiera usado mi ropa. Nuevamente era una persona y no un paciente o un numero en una cama de hospital.
Me recosté en la cama y me dije a mi mismo : ¡Sobreviví al coronavirus!
En la parte 3 compartiré como ha sido la recuperación y como ha cambiado mi vida después del coronavirus. Si te interesa conocer el inicio de la historia visita la parte 1. Si crees que esta historia puede servir de inspiración a alguien no olvides compartirla.
Si deseas conocer mas acerca del coronavirus y cuales son sus principales manifestaciones clínicas puedes descargar la guía que emitió la OMS acerca de esta peligrosa enfermedad.