Desde ayer lunes comenzaron a intensificarse los llamados a Palacio Nacional y Hacienda desde diversas secretarías para evitar que la política de austeridad alcance a subsecretarios, tal como sucedió en Economía y en Segob las últimas horas.
Y es que, al interior del gabinete, entre los secretarios, se interpreta como un reflejo del status el hecho de no ser alcanzados por el recorte. Olga Sánchez Cordero hizo un esfuerzo para evitar la austeridad, no tanto por Ricardo Peralta, que hace tiempo había dejado de ser funcional, sino para evitar la idea de una degradación. Andrés Manuel López Obrador no entendió razones y Peralta dejó la oficina.
En definitiva, otro síntoma de que casi nada de lo importante que sucede en el Gobierno pasa por el Palacio de Cobián. A diferencia de los sexenios previos, esta dependencia recibe a casi todos los interlocutores de la vida pública pero nada se resuelve allí.
En las últimas horas diversos secretarios han presionado para evitar recortes. Esteban Moctezuma hizo llegar ayer lunes a Palacio un documento explicando motivos por los cuáles la Secretaría de Educación no debe sufrir recorte alguno, especialmente en el momento actual de la vuelta a clases en plena pandemia.
Irma Eréndida Sandoval, de la Secretaría de Función Pública, también se dedicó a buscar pistas en el staff presidencial sobre si la austeridad la alcanzaría. Es una de las funcionarias favoritas de la línea ultra del Gobierno y hace dos semanas sumó puntos con sus sanciones a la revista Nexos por supuestamente no pagar el Infonavit de sus empleados.
Torruco es otro que activó sus enlaces y buscó el apoyo de Daniel Chávez Morán, el dueño de Grupo Vidanta, uno de los empresarios favoritos del presidente.
Según deslizan en Palacio, el recorte está siendo supervisado directamente por Julio Scherer. Por eso Luisa María Alcalde también lo ha buscado con insistencia. Una gestión que no tendría buen destino: antes del viernes se conocerá otro recorte en Trabajo.