La célula criminal conocido como ‘Las pelonas’ fue identificada desde 2007
La Procuraduría General de Justicia de la CDMX ya investiga el secuestro y asesinato del estudiante Norberto Ronquillo, quien habría sufrido de tortura a manos de una banda de secuestradores conocido como ‘Las pelonas’, según una de las líneas de investigación.
La célula criminal fue identificada desde 2007, año en que secuestraron a Priscila Lorea Franco, quien estuvo dos años, dos meses y ocho días en manos de sus captores para después ser asesinada.
Su rapto ha sido catalogado como el más largo en la historia de la CDMX.
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Este grupo delictivo se dedica a secuestrar alumnos de preparatorias o universidades privadas en las alcaldías Xochimilco, Tlalpan y Coyoacán, al sur de la capital.
En un radio de 10 kilómetros de dichos territorios fue secuestrado Norberto Ronquillo el 4 de junio de 2018.
Este es el modus operandi de ‘Las Pelonas’
Este año se abrieron cinco diferentes carpetas de investigación contra esta banda, a las que ya se sumó la del estudiante de la Universidad del Pedregal, caso en el que se identificaron las mismas características de secuestro.
Todo inicia con la captura de las víctimas cerca de las instituciones en las que estudian. Horas más tarde solicitan rescates que van de los 4 y hasta los 5 millones de pesos (en el caso de Norberto se negociaron 500 mil y algunas joyas).
Sin importar que se pague dicha suma, las víctimas son asesinadas en las primeras 48 horas de su rapto. El nombre de la banda es porque suelen rapar a los estudiantes.
Los cadáveres son presumiblemente abandonados en las zonas boscosas de Xochimilco, Tlalpan y Milpa Alta; justo como sucedió en el caso de Norberto, cuyo cuerpo fue hallado envuelto en bolsas de plástico y cobijas.
A pesar de que las autoridades conocen la manera de operar del grupo delictivo, no han podido encontrar pruebas sólidas para implicarlos.
El único capturado relacionado con la célula criminal fue Nino Colman, un colombiano detenido en 2009 por haber participado en el secuestro y asesinato de Priscila Lorea. En 2018 fue sentenciado a 56 años y ocho meses de prisión.