La deuda de Pemex está por encima de gigantes energéticos como la neerlandesa Shell y la brasileña Petrobras.
El virtual ganador de la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador, comenzará su administración con la empresa petrolera más endeudada del mundo entre sus principales retos financieros.
Los pasivos ajustados de Petróleos Mexicanos (Pemex), que incluyen pensiones y arrendamientos operaciones, suman 175,386 millones de dólares (mdd), por encima de gigantes energéticos como la neerlandesa Shell y la brasileña Petrobras.
Pemex ha admitido que tiene una deuda “considerable”, contraída principalmente para financiar sus gastos de inversión necesarios para sus proyectos.
“Debido a su fuerte carga fiscal, el flujo de efectivo derivado de las operaciones de Pemex en años recientes no ha sido suficiente para fondear sus gastos de inversión y otros gastos, por lo que su endeudamiento se ha incrementado significativamente y su capital de trabajo ha disminuido”, detalló la compañía en su primer reporte trimestral de 2018 enviado a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Hay un componente importante en esta ecuación financiera: la empresa gana dinero en exploración y producción, con costos de producción pequeños comparados con petroleras en otras geografías, pero hay áreas donde no es rentable.
“Perdía mucho dinero en refinación, ha tenido algo utilidad desde inicios de 2017, pero también paga muchos impuestos. Llegó a entregar 100% de su utilidad en 2013. Ahora desembolsa 70%, pero el porcentaje es muy alto todavía”, doce en entrevista Nymia Almeida, senior vice president de la firma Moody’s.
Con la reforma energética se esperaba un escenario muy diferente a mediano y largo plazo, pero en el camino se cruzó una de las peores crisis de precios energéticos que puso contra las cuerdas a Pemex, que derivó en recortes presupuestales. Además, la declinación de su megayacimiento Cantarell ha pronunciado aún más la precaria situación de la empresa productiva del Estado con una producción por debajo de los 2 millones de barriles de crudo diarios.
“Estamos en el punto más bajo de acuerdo con las estimaciones de la Compañía. Un nivel menor de producción a la actual podría resultar en una generación de flujo de efectivo más débil, dificultando así la estabilidad del endeudamiento de la paraestatal”, comenta Murilo Riccini, analista de deuda senior de Grupo Bursátil Mexicano (GBM).
La deuda también arrastra unos pesados pasivos laborales. Hasta el 31 de marzo de 2018, Pemex reportó una reserva de beneficios a los empleados por 69,551 millones de dólares (mdd).
En agosto de 2016, el gobierno y Pemex negociaron reducir los pasivos laborales de la compañía petrolera. El gobierno aportaría la misma cantidad que Pemex redujera en las negociaciones con el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).
“La tendencia es un riesgo (…) es un número enorme. Habría que hacer un nuevo esfuerzo con los pasivos laborales en un contexto de que la industria va a crecer y hacer inversiones. Tienen que ver qué sueldos pagar y beneficios dar a los petroleros”, comenta la analista de la calificadora de riesgo crediticio.
Existen otras oportunidades para mejorar la situación financiera de Pemex. Por ejemplo, el combate al robo de combustibles. Para GBM, aunque no es determinante como el control del nivel de apalancamiento, podría direccionar a las finanzas a un nivel más eficiente y sostenido en el largo plazo.
Focos rojos
Almeida ha detectado algunos focos rojos en la situación financiera de Pemex. El primero es revertir las pérdidas en refinación: “Aunque no sea exorbitante, pero que por lo menos que la empresa no gaste más produciendo gasolina y diésel”.
La empresa tiene varios vencimientos de deuda cercanos. Enfrenta fuertes pago por 10,500 millones de dólares en año y medio. Si se suma 2020, la cifra subiría a 19,000 mdd.
“Eso es equivalente a 20% del total de la deuda de la empresa”, afirma la vocera.
Nuevo gobierno
El virtual presidente de México ha propuesto dos refinerías para cortar la importación de gasolina y diésel en nuestro país, para redireccionar la política energética a un esquema de autosuficiencia.
“¿Qué va a pasar con las políticas energéticas del nuevo gobierno? ¿Va a poder quedarse con más dinero del que produce, va a tener utilidad en refinación, va a invertir en nuevas refinerías ella o como se haría? no me queda claro cuál sería el vehículo ni como sería fondeado”, comenta la analista, y agrega que si fuera a través de Pemex, la empresa no tendría el dinero para hacerlo.
Almeida añade: “Preocupa deuda adicional bajo una perspectiva de dos pequeñas refinerías o una grande, eso sería mucho más deuda para el balance de la empresa, que ya está bastante débil”.
La futura administración de López Obrador tendrá un papel fundamental en la creación de las condiciones adecuadas para el dinamismo y la continuidad del desarrollo del sector energético, expresa Michel Galvez, director de análisis de deuda de GBM.
“Un ambiente de negocios confiable, previsible y realista elevaría los incentivos a la inversión privada, la cual vemos determinante para que la compañía y el país sigan fortaleciéndose en el ámbito energético. Lo anterior, es un factor que contribuiría para la reversión o, al menos, la estabilización de la trayectoria creciente del apalancamiento, así como para la realización de nuevos proyectos ya sea en el negocio de E&P o de refinación, y el mantenimiento de la infraestructura actual”, agrega.
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