Una característica central de la comunicación política en las campañas políticas es la posibilidad de que las propuestas de los candidatos, como nos va a decir Joseph Napolitano, uno de los más influyentes consultores políticos, que hizo posible la victoria de John F. Kennedy, decía Napolitano que no hay mejor ni nada peor que una ocurrencia, pues nos plantea lo mejor y lo peor de dos mundos, por un lado, la buena idea, la idea brillante nos genera en una campaña es una fuente de inagotable simpatía y de adhesiones, sin embargo esta brillante idea como no ha sido sopesada y analizada nos acarrea, sino somos cínicos, como son una gran parte de los políticos, la necesidad de hacerla realidad.
De ahí que Let’s build the Wall, una brillante ocurrencia de Donald Trump que le significó un enorme apoyo del electorado conservador, le ha implicado un enorme dolor de cabeza a la hora de hacerlo realidad. Vicente Fox, se le ocurrió en otras cosas, ya que como político no de ideas sino de ocurrencias “que terminaría la revuelta del zapatismo en Chiapas: en quince minutos”.
La campaña de López Obrador, se distinguió por sus ocurrencias y su gran capacidad por la utilización de la comunicación simbólica, esto es de hacer uso de los símbolos y de las metáforas que pueden ser entendidas e interpretadas por el habla popular. Desde el “me canso ganso”, que acabo con corrupción, “las escaleras se barren de arriba hacia abajo”, hasta “el avión que no tiene ni Obama”, “la mafia del poder” la narrativa creada por AMLO lo colocó en el imaginario colectivo, como el único político con las manos limpias “no nos confundan” una especie de anti político que como Fox y el propio Trump se encuentran y se definen como hombres populares, “populistas”, para otros que vienen de fuera y van a transformar el establishment a favor del hombre común y corriente.
Al señor López entre sus ocurrencias una de las más brillantes fue la de generar una idea única que es la base de todo sus triunfos, las conferencias mañeras en donde responde, propone, ataca, discute y debate con enemigos reales y ficticios, genera y crea agenda pública, así como compromete a su equipo en una continua generación de políticas públicas y de actuaciones del Estado que van desde su lucha en contra del huichicoleo que significó desabasto de gasolina, hasta el control de las compras de medicinas para evitar la corrupción que ha significado desabasto de medicinas, como para los niños enfermos de cáncer o ataques a funcionario, como Lorenzo Córdoba o periodista como Héctor de Mauleón, así en estos dimes y diretes logra no sólo llamar la atención, sino situar la agenda pública en los temas que son de su interés.
Uno de los temas que mayor controversia ha causado fue la venta del avión presidencial, hecho que le generó una gran ola de apoyo, ya que significaba la alta corrupción que disfruta la burocracia dorada. El avión presidencial el que prometió jamás subirse, ya que él viaja siempre en vuelos comerciales ha implicado un óptimo negocio qué alimentó a las redes sociales y las redes de apoyo para él ha tenido un desenlace inusitado. Pues, después de insistir en su venta y haberlo mandado a California donde sería vendido hubo de ser regresado a México por su alto costo de mantenimiento, de igual forma que su ocurrencia de dar por terminada la construcción del NAIM y la construcción de un aeropuerto en la base miliar de Santa Lucia, que según analistas será más caro y menos práctico que Texcoco.
Sin embargo, la ocurrencia que ha provocado y ha sido el mayor desatino ha sido la genial idea de rifar el avión presidencial con la intención de recaudar el monto de su costo y resarcir con esto su estratosférico costo y librarse de un elefante blanco; empero, al sacar el avión por la puerta de los fondos, el avión regresa por la ventana, ya que Lotería Nacional reparte dinero y rifar el avión en cachitos podía significar que el ganador, ya que compró una de los billetes y no la serie entera o las cinco series se ganaría una fracción del avión. Pese a estos inconvenientes y a esta imposibilidad para deshacerse del bulto, se le ocurrió una rifa del no avión, se va rifar el avión pero el ganador no se lleva el avión sino un premio en metálico equivalente, no al valor sino un premio de 20 millones de pesos, para 100 ganadores la idea es obtener lo equivalente al valor del avión 130 millones de dólares además con la venta de la totalidad de los billetes de lotería, 2 millones de boletos, más 4 millones repartidos entre los empresarios, el costo de cada boleto es de 500 pesos y se espera recaudar la cantidad de 3mil millones de pesos, cantidad que después de pagados el costo del avión servirá para comparar equipo médico para equipar a varios hospitales.
¿La duda que surge si no se rifa el avión que se hará con él? ¿De qué tamaño es la crisis de ingreso del gobierno federal para que se tenga que utilizar este artificio para recaudar dinero, y además se seguirá utilizando el avión como pretexto como mecanismo de comunicación y medio de entretenimiento para las masas. Y seguir lucrando con el morbo y la picardía de la sociedad mexicana, que como se ve en las redes sociales ha tomado a burla esta nueva ocurrencia presidencial.
Por tanto, podemos finalizar planteando que la comunicación política tiene sus límites y que las ocurrencias de los candidatos no necesariamente producen los resultados esperados, en este caso la genial idea del avión que no tiene ni Obama, resultó un acierto en la campaña política, pero ya en la acción gubernamental ha sido hasta un dolor de cabeza que si bien ha permitido distraer la atención del público de otros temas ha sido todo un galimatías, cuya función básica ha sido traer a colación que en las campañas se valen las ocurrencias, pero ya a la hora de gobernar es indispensable la planeación y la solidez de los planes.
Por Murilo Kuschick |
Profesor-investigador, Departamento de Sociología UAM-Azcapotzalco, [email protected]