Con el paso del tiempo, he llegado a apreciar lo importante que es mi familia. Por eso, levanto mi copa en honor a la vida y a mi trabajo como reportero. A pesar de los obstáculos y los intentos de poderosos de silenciarnos, sigo adelante sin importar el tiempo que pase.
Por eso, celebro con mi familia, lo más valioso, por tener el privilegio de ser periodista y continuar siéndolo a pesar del paso del tiempo, las situaciones adversas y los ataques del poder, que siempre son temporales.
Sólo cuando te encuentras en una posición de liderazgo o avanzando, es cuando te atacan por sorpresa o te crit
Hace 55 años, el jueves 3 de octubre de 1968, llegué a la redacción de El Heraldo de México después de cubrir la matanza de Tlatelolco. Don Gabriel Alarcón Chargoy, el fundador del periódico, me nombró reportero de tiempo completo en el diario al que había llegado en mi juventud y en ese mismo año.
Han pasado más de 50 años desde entonces, y junto con Miguel Reyes Razo y Carlos Marín, creo que soy uno de los periodistas más antiguos y activos en la industria periodística actual.
Desde aquel primer jueves de octubre de 1968 hasta este primer martes de octubre de 2023, he tenido el privilegio de ser testigo de épocas extraordinarias que ni siquiera pude imaginar, porque el futuro siempre es impredecible.
Desde entonces, he sido lo que siempre quise ser sin saberlo claramente, y con la bendición del tiempo y la vida: un reportero, cronista y testigo privilegiado de más de 50 años de la historia de México y del mundo. Yo, aquel niño de nueve años que llegó a Veracruz en el barco Covadonga, proveniente de Santander, junto a mi madre siempre presente y mi inolvidable hermana. Llegué para descubrir un mundo que ellos nunca imaginaron, y para conquistar más que Colón y Cortés.
Es por eso que estoy agradecido por la vida y por Dios, sí, por Dios. Mi gratitud es tan profunda que no puedo expresarla de ninguna otra manera terrenal.
Por eso, a mis 76 años y después de haber sido reportero profesional durante 55 años, las historias que me cuentan, incluso los agravios de momentos pasajeros, no me afectan.
Tengo la suerte de poder conservar mi capacidad para sorprenderme y sentir indignación, ya que son esenciales para ser un buen periodista.
Por lo tanto, celebro junto a mi familia, la cual considero lo más importante, por el privilegio de tener una vida como reportero y poder seguir siéndolo a pesar del paso del tiempo, las situaciones adversas y los intentos de aquellos en el poder, quienes siempre son temporales.
Hoy quiero compartirles algo, después de 55 años y lo que aún está por venir.
Fragmentos
Te veré mañana, pero a solas.
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