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sábado, septiembre 21, 2024

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¿Existe la música? ¿Una sola música?

Podemos inferir que la música es una práctica humana que construye el plano auditivo- temporal, además de promover valores primarios como el placer o el gusto, el autocrecimiento y el autoconocimiento. Desde esta perspectiva, la música es inherentemente multicultural, esto es que involucra a muchas músicas. Para fines didácticos o de divulgación Elliot nos comparte cuatro aspectos fundamentales a considerar: el primero tiene que ver con que se trata de un esfuerzo humano, producto de una construcción socio-cultural. Un segundo punto rescata la incorporación de elementos formales aislados, ya que considera la melodía, armonía, ritmos, timbres, entre otros; como elementos integrados. De tal suerte, que tanto el compositor, el intérprete y el escucha pueden distinguir desde su plano dimensional la gran gama de elementos sonoros. Un tercer tema, es que se relaciona con diferentes acciones como el movimiento, la danza, la dirección orquestal, etc. Finalmente hay que decir que tiene la capacidad de acaparar una gran cantidad de objetivos y funciones sociales, que pueden ir desde el acompañamiento de un festejo hasta la alabanza para invocar dioses.

Se podría decir, inclusive, que funciona como un mensajero para trasmitir creencias, valores y formas de comportamientos. Hemos pues, esbozado un acercamiento hacia una definición de la música. Sin embargo, como decía Oscar Wilde, definir es limitar, nos compartía que aquello que existe debe ser delimitado, excluido, descartado de un todo para ser comprendido como tal. Ahora bien, en referencia a la música, podemos observar el mismo panorama y no sólo por los diversos significados que ha adquirido y adquiere. Así es que las definiciones parten desde el seno de las culturas, y así, el sentido de las expresiones musicales se ve afectado por temas psicológicos, sociales, culturales e históricos. Por esto mismo tenemos la posibilidad de una amplia gama de definiciones que son veraces en función de que expresan lo que se entiende por música. Ninguna; sin embargo, puede ser considerada como perfecta o absoluta.

Por otra parte, pero no menos importante, señalar como algo más que una curiosidad, que el sentido musical comienza su desarrollo en el periodo de gestación del ser humano, ya que el feto se encuentra siempre inmerso en una sonósfera: los latidos del corazón, la respiración y la voz de la madre, los ruidos intestinales, pulmonares, entre otros; forman parte del ambiente sonoro del útero materno, ambiente del feto. Después del nacimiento, este sentido se irá desarrollando de manera continua a través  del tiempo junto a sus otros sentidos, ya que junto al desarrollo musical, los niños y niñas logran desarrollar distintos aspectos importantes para su formación, como el desarrollo perceptivo y creativo, entre otros. Así es que podemos señalar que no es ajeno a los estados de conciencia, los que se definen como sistemas constituidos por subsistemas y estructuras. Esta cuestión es determinante en el funcionamiento mental, el cual logra que una vivencia percibida sea de una manera específica y no de otra. Así es que paralelamente, la música y los estados de conciencia son configuraciones generales del funcionamiento psicológico.

Para apuntalar lo que hemos comentado vale la pena señalar la definición que nos comparte Camus y Mancilla: La música es una de las expresiones creativas más íntimas del ser, ya que forma parte del quehacer cotidiano de cualquier grupo humano tanto por su goce estético como por su carácter funcional y social. La música nos identifica como seres, como grupos y como cultura, tanto por las raíces identitarias como por la locación geográfica y épocas históricas. Es un aspecto de la humanidad innegable e irremplazable que nos determina como tal.

Hay que destacar también, como lo hace Susanne Langer, que la música es el lenguaje de los sentimientos. Pero, en su opinión, la música no es un lenguaje en el mismo sentido en que lo es el habla ordinaria, ya que ésta carece de estructura gramatical, esto es, no tiene vocabulario y falta en ella el factor de referencia convencional. Así es que desde esta perspectiva el término expresión en relación a la obra artística es de diferente tenor, esto es, porque no estamos hablando de un signo sino de un símbolo que tiene el objetivo específico de articular y presentar conceptos. Esto tiene que ver con el hecho de que la  expresión simbólica de los sentimientos responde en el lenguaje musical a una lógica diferente a la del lenguaje discursivo.

Entonces, así como el símbolo discursivo es transitivo, es decir, se remite a otra cosa, y sólo cumple su función cuando se consume completamente en su referencia al objeto designado, el símbolo musical posee sustantividad: lo gozamos por sí mismo, y no se agota en su relación. Su rasgo semántico peculiar no es denotar, ni decir, sino mostrar. Es importante también decir que lo que Langer entiende por expresión musical de los sentimientos tiene que ver con articular y presentar mediante los sonidos la forma lógica de la vida emotiva, la cual es más fácil de producir, percibir e identificar en la música que en los sentimientos.

Valdría la pena también retornar un poco en el tiempo, donde nos encontramos con el mito del robo de las vacas de Apolo por Hermes para elaborar una lira. Este nos muestra que la relación entre la música y lo que nos rodea se nos muestra atemporal, despertando el interés y el debate entre grandes pensadores, lo que la ha ubicado como un lenguaje universal en todas las sociedades humanas, desde las más arcaicas hasta la actualidad. Quizá la influencia más llamativa sea la que ejerce en nuestro cerebro, que es plástico y susceptible de adaptación; es decir que su estudio y práctica puede modificarlo para conseguir que sus dos hemisferios funcionen con más agilidad e integración, de modo holístico. Esto tiene que ver con que hoy podemos describir las redes neuronales específicas que se activan en nuestro cerebro cuando escuchamos una sinfonía o cuando escribimos o leemos una composición musical. Tal vez lo más impresionante e inverosímil de la música es que no existe fuera del cerebro. Esto significa también que una sólo nota empieza cuando las vibraciones viajan por el aire, lo que hace que el tímpano vibre. Dentro del oído, las vibraciones se convierten en impulsos nerviosos que viajan al cerebro donde se perciben como varios elementos de la música, como el tono y la melodía.

Cuando estos elementos se combinan forman un patrón que reconocemos como música. También con fines didácticos, estamos ante un conjunto de sonidos sucesivos combinados que, por lo general, producen un efecto estético o expresivo y que, como todo arte, no necesariamente debe ser simétrico, rítmico o agradable para el oído, sino que permita sentir al humano o sensibilizarlo ante lo que escucha. Sin duda la organización coherente de los sonidos y los silencios nos da los parámetros fundamentales de la música, que son la melodía, la armonía y el ritmo. Sin embargo, la manera en la que se definen y aplican estos principios, varían de una cultura a otra. Podríamos decir que en principio, la melodía es un conjunto de sonidos y silencios, concebidos dentro de un ámbito sonoro particular, que suenan sucesivamente uno después de otro y que se perciben con identidad y sentido propio. El resultado es como una frase bien construida semántica y gramaticalmente. Sin embargo, es cuestionable si una secuencia dodecafónica podría ser considerada una melodía o no. Cuando hay dos o más melodías simultáneas se denominan contrapunto.

Por otra parte, la armonía, bajo una concepción vertical de la sonoridad y cuya unidad básica es el acorde o tríada. Esta regula la concordancia entre sonidos que suenan simultáneamente y su enlace con sonidos vecinos. No hay que olvidar la métrica que se refiere a la pauta de repetición a intervalos regulares y en ciertas ocasiones irregulares, de sonidos fuertes o débiles y silencios en una composición. Finalmente el ritmo, es la distribución de los sonidos en el tiempo por lo cual se define como la capacidad de generar contraste en la música, provocado por las diferentes dinámicas, timbres, texturas y sonidos. En la práctica, se refiere a la acentuación del sonido y la distancia temporal que hay entre el comienzo y el fin del mismo o dicho de otra manera, su duración.

Sin embargo, aunque su origen y función continúan siendo un misterio, en los seres humanos la música emerge innata como precursor del lenguaje hablado, siendo una actividad compleja y difícil de describir. La música, que en principio es sustancia física, influye en muchos aspectos biológicos y de comportamiento del ser humano.

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