Miraré, ilusa
en el último escape del limbo,
quejas, presencias
y la primigenia promesa:
Vivir la vida.
Sujeta al estilo, mientras pienso,
si acaso pienso.
Moriré ignorada, sin rostro,
riéndome de la bonomía,
de la amistad y de la muerte segura.
Nadie hablará de mí,
Y sin embargo, naceré de nuevo,
si sobrevivo al juicio
de la falta de talento.
Nadie puede volver el tiempo.
Renuncio
A la guardavela del vicio
A las malas palabras
A la pluma funesta
Al placer del escucha
A la grata lectura
de estos falsos versos.
Detesto ignorarlo todo,
cuando debería nombrarlo,
incluso el amor,
el cual conoceré sólo
en el adiós del tacto.
La noche se abre como
del universo la boca.
Nadie puede volver el tiempo.