Los procesos evolutivos y su relación con la reproducción humana nos han intrigado por siglos. Una condición que la mayoría de las parejas exige y que ha sido el tema principal de múltiples debates y estudios científicos es la monogamia ¿Tener una sola pareja para toda la vida es realmente natural? Los expertos coinciden en que NO.
La serie de mini documentales En pocas palabras de Netflix, habla en uno de sus episodios sobre la monogamia y su desarrollo en la sociedad humana a lo largo de los siglos. El audiovisual reúne a varios expertos en relaciones humanas y biología quienes explican por qué tener una sola pareja es más una decisión social que natural.
En términos puramente científicos, los humanos estamos estrechamente relacionados con los primates en general. De acuerdo con el experto en relaciones Dan Savage, nuestros parientes simios más cercanos son los monos Bonobo y con ellos compartimos grandes rasgos de sexualidad: somos las dos únicas especies en el mundo terrestre que copula con fines recreativos y que utiliza el acto sexual como medio de socialización.
Los Bonobo son firmes seguidores del amor libre por naturaleza y muchos de sus rasgos de seducción, ruidos y otras artimañas para “ligar” se asemejan de manera brutal a las nuestras.
Según el escritor Christoper Ryan, el amor libre tiene un papel fundamental en la reproducción de simios y humanos: garantizar la supervivencia de los genes más aptos. No obstante, el concepto de amor libre potencía la llamada fragilidad masculina de antaño con una simple hipótesis: “si dejo que mi mujer se acueste con otro ¿cómo sabré si el hijo que espera lleva mi sangre?”.
Pero los indios Naskapis quienes vivían ampliamente en una sociedad polígama antes de la conquista europea, amaban a los niños de su tribu en general, no sólo a sus hijos. Así pues, como en muchas sociedades de otras especies, los Naskapis criaban a los más jóvenes de la tribu sin favoritismos y era una ventaja para ellos: el tener múltiples maestros de vida implicaba más aprendizaje y por lo tanto mayores oportunidades de sobrevivir.
A pesar de esto, la monogamia tiene una explicación sociológica y política que data del 1700. El matrimonio con una sola persona garantizaba la ganancia de más bienes y más familia política. Los matrimonios arreglados eran comunes para incrementar riquezas, territorio y linaje.
En la realeza, como ya sabemos, el matrimonio monógamo ante la Iglesia era señal de la unión de dos “elegidos por Dios”, lo que garantizaba una descendencia pura y noble que perduraría por años.
Por otra parte, el matrimonio por amor es un concepto “moderno”, según la historiadora Stephanie Coontz. El sueño idealizado del “vivieron felices por siempre” prevalece en nuestra sociedad para seguir garantizando lo que se ha conseguido por siglos: preservación de genes, un hogar económicamente estable, protección y nuevos aliados gracias a la familia política. El ideal de este supuesto llegó al punto que ahora conocemos: leyes para evitar el adulterio.
Desde luego esto no quiere decir que el amor no exista, pero según Ryan el amor es totalmente independiente de la monogamia. El amor para este investigador es un sentimiento puro, la decisión de tener una sola pareja es más bien un acuerdo. De hecho, Ryan sostiene que la elección de vivir con una persona para toda la vida es algo que puede compararse con el hecho de ser vegetariano:
«Uno puede elegir o no ser vegetariano. Ser vegetariano en general está bien y es una elección saludable que no nos priva de nada indispensable… pero no por ello el tocino deja de oler delicioso».
Lo importante en toda relación humana es que las partes involucradas tengan acuerdos firmes sobre lo que esperan. Muy pocas especies en el mundo son naturalmente monógamas, pero como humanos nos distinguimos por no apegarnos a la “regla natural”. Con afirmaciones tan polémicas y aproximadamente 1 de cada 3 estadounidenses dispuestos a experimentar el poliamor, ¿cuál es tu opinión al respecto?
