La noche de este 15 de septiembre, los mexicanos celebraremos los 210 años de nuestra Independencia con uno de los platillos más favoritos de los mexicanos: el pozole, hecho de maíz cacahuazintle con carne, rábano, cebolla, lechuga, orégano y tostadas y que tiene un origen prehispánico.
El pozole es sin duda una de las delicias de la cocina mexicana que comemos en distintas fiestas y por puro gusto. Hay regiones pozolerasque dotan a la receta de un sabor especial que lo tiñe de colores de nuestra bandera: verde, blanco, rojo, según el condimento.
#sabíasque los antiguos nahuas realizaban la antropofágia ritual? Es la acción de comer carne humana a traves de rituales religiosos. No se consumía por falta de fuentes de proteínas o alimentos, sino por motivos religiosos. En esta práctica se encuentra el origen del pozole HILO pic.twitter.com/aB0T5ORIM2
— Tlatoani_Cuauhtemoc (@Cuauhtemoc_1521) September 16, 2020
Sin embargo, este platillo preferido para la cena de la noche mexicana encierra una historia que refiere la forma mexica y guerrera de prepararlo, ya que incluía carne humanacomo parte esencial de su receta.
El ritual de preparación era la siguiente: un guerrero capturaba a un enemigo de su mismo rango en el campo de batalla. Al cautivo se le trataba con todos los honores, pues era una forma de impregnarlo con el tonalli (calor del sol, día, destino) de su captor que cumplía de esta forma con el deber a sus dioses, a su gobernante y a su gremio, de acuerdo con información del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Llegaba el día: el cautivo moría en la piedra de sacrificios de la casa de los dioses y con el derramamiento de su sangre y su muerte, el Sol y sus múltiples manifestaciones divinas quedaban alimentados.
Una de las formas más comunes de consumir la carne humana era en el pozolli, palabra que en náhuatl significa espumoso o hervido (espuma se dice apotzontli, potzonalli).
A este pozole de guerrero se le llamaba ‘tlacatlaolli’, según el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Los expertos afirman que de todo el cuerpo, antes de entrar a la olla, se reservaba la carne del muslo para enviarla al palacio del tlatoani, donde se cocinaba dentro de los menús de 30 guisados diferentes presentados en 300 platos con que agasajaban todos los días al gobernante.
“Esta receta de olla humana pertenece al ámbito de la Mesoamérica del maíz, de las sociedades agrícolas que sobreviven gracias al cultivo de la milpa. Se diferencia de la cocina de brasa propia de los grupos chichimecas o gente del norte, acostumbrados a cazar y asar la carne de las presas. Costumbre que pervivió entre los mexicas que peregrinaron desde Aztlán hasta el valle de México. Y usarían esta eficaz cocción para partes específicas del cuerpo humano, como el corazón que comían los sacerdotes”.
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