Un emigrante sirio de 27 años ha muerto este domingo al hacer estallar los explosivos que llevaba, que han dejado a 12 personas heridas, tres de ellas graves, junto a un céntrico restaurante en la ciudad alemana de Ansbach, en el estado de Baviera.
La explosión se produjo a las diez de la noche cuando los alrededores del establecimiento se encontraban llenos de gente debido a la celebración de un festival de música cerca del lugar. Fuentes policiales han informado a EL PAÍS que el alcalde dio la orden de parar la música y un agente comunicó a los 2.500 asistentes lo sucedido. Al no haber autobuses ni trenes operativos a esa hora, la mayoría, vecinos de poblaciones aledañas, recorrió el camino de vuelta a casa a pie.
El único muerto es el hombre que llevaba el artefacto dentro de una mochila, según las autoridades, al que habían denegado el permiso de asilo en Alemania. El ministro de Interior de Baviera, Joachim Herrmann, explicó que había llegado hace dos años al país y que su solicitud de asilo fue rechazada, pero que contaba con un documento temporal y los servicios sociales le habían facilitado un apartamento. Herrmann ha añadido posteriormente que el hombre iba a ser deportado a Bulgaria.
Durante este fin de semana se celebraba un festival de música al aire libre que atrae a bastantes visitantes. Según el ministro, el atacante había intentado acceder al recinto poco antes de la explosión, pero no le permitieron pasar al no tener entrada. De confirmarse, significaría que se ha evitado una matanza. Finalmente, hizo estallar los explosivos en el exterior del Eugene’s, un bar especializado en vinos.
La policía ha desplegado un importante dispositivo de seguridad en la localidad, de 40.000 habitantes, en la que se encuentra una base militar estadounidense. Habitantes del municipio como las italianas Silvana Mustazzo y Rosa María Pitao, encargadas del Café Rialto instaladas en la localidad desde hace más de veinte años, despertaron a medianoche ante el ruido de los helicópteros policiales pero ven el hecho como un suceso aislado y se declaran enamoradas de Ansbach, a la que describen como una ciudad “multicultural y tranquila en la que no hay problemas de drogas ni delincuencia”.
Pero su postura aparece cada vez más apagada en el tenso debate abierto tras los ataques. Thomas Trivinski, trabajador de la base americana de Ansbach de 32 años que fue testigo de las carreras que siguieron a la explosión, comparte un sentimiento que aparentemente se extiende entre la sociedad alemana alimentado por los sucesivos episodios de violencia. “Merkel tiene parte de culpa. No podemos abrir las puertas a todos”, critica.
El punto de mira está ahora en el más de un millón de refugiados que vive en Alemania. Este lunes por la mañana, un grupo de asilados conversaba en una céntrica plaza mientras se dirigían a clase tras la agitada noche. Uno de ellos, que prefiere no identificarse, proviene de Alepo (Siria) y tiene 22 años. Dice sentirse muy a gusto en Alemania. Ha perdido a amigos y parte de su familia en la guerra en la que su país sigue inmerso y ahora el Gobierno alemán le otorga una ayuda que le permite vivir y cuya cuantía prefiere no revelar. En su tiempo libre juega al fútbol, nada y sale con amigos, pero no está convencido de que los alemanes estén contentos de su presencia en el país.
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Post y Contenido Original de : El Ciudadano
Un emigrante sirio causa 12 heridos en Alemania al detonar la bomba que llevaba
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