Francisco aseguró hoy que detrás de los terroristas que cometieron los atentados del martes en Bruselas “se encuentran otros”, los fabricantes de armas que quieren sangre y no la paz, la guerra y no la fraternidad.

Durante su misa del Jueves Santo, y antes de lavar los pies a 12 refugiados en un centro de acogida ubicado a 30 kilómetros a las afueras de Roma, el líder católico aseguró que los causantes de los ataques actuaron como Judas.

“Hace tres días un gesto de guerra, de destrucción, en una ciudad de Europa, hecho por gente que no quiere vivir en paz, pero detrás de ese gesto, como detrás de Judas, había otros; detrás de Judas estaban los que le dieron el dinero para que Jesús fuera entregado; detrás del otro gesto están los fabricantes, los traficantes de armas”, señaló.

Como contraparte de la actitud del discípulo traidor, destacó la actitud de Jesús que él mismo decidió lavar los pies de los demás, mientras en la misa papal participaron personas de diversas religiones y culturas, pero “hijos del mismo padre”, que quieren la paz.

Advirtió que los gestos hablan más que las imágenes o que las palabras. Ponderó que todos juntos: musulmanes, hindúes, católicos, coptos y evangélicos sin diferentes, pero se consideran hermanos y quieren vivir en paz.

Constató que cada uno tiene su historia con tantas cruces y tantos dolores, pero tienen un corazón abierto que quiere fraternidad.

Insistió cada uno, en su lengua religiosa, le reza a Dios para que esa fraternidad se contagie en el mundo, para que no existan las 30 monedas para matar al hermano, para que siempre existan la fraternidad y la bondad.

Esta vez la misa “In coena domini”, que recuerda la última cena, el Papa decidió celebrarla en el Centro de Acogida para los Solicitantes de Asilo (CARA por sus sigla en italiano) de Castelnuovo de Porto, al norte de Roma.

El líder católico llegó en torno a las 17:00 hora local (16:00 GMT) y fue recibido por los voluntarios y sacerdotes que ofrecen sus servicios en la cooperativa Auxilium, que administra el lugar. Al llegar firmó un cartel que le daba la bienvenida en nombre de los 900 huéspedes.

Tres refugiados (afgano Ibrahim, el maliense Boro y el eritreo Segen) fungieron como sus intérpretes. Tras recorrer las instalaciones celebró la misa y condujo el lavado de los pies. Al finalizar exclamó: “Sólo recordemos, hagamos ver qué bello es vivir como hermanos, con culturas, religiones diferentes. Y esto tiene un nombre: paz y amor”.