Cuando pienso en Nueva York, pienso en Smorgasburg. Un paraíso foodie. Este mercado de comida es de esos lugares en los que quisieras pasar todos tus sábados. Es de esos lugares que te atrapan, te conquistan, te enloquecen. Cada semana cientos de emprendedores del sabor se instalan con un stand en Smorgasburg, un food market que aunque llueva o truene abre sus puertas a público todos los sábados del año. La feria está en Williamsburg, un barrio tranquilo, bohemio y artístico del gran Brooklyn. Y digo “gran” porque prácticamente Brooklyn es una ciudad por sí sola. Es un mundo aparte. Caminar por sus calles es alejarse de las luces constantes de Times Square, del tráfico de taxis amarillos y de las veredas repletas de vendedores ambulantes con carteras que pretenden parecer Louis Vuitton. Acá la gente se traslada en bici, que probablemente no será una mountain bike, sino que algún fierro ochentero remodelado o una súper moderna modelo “vintage”. Caminar por Brooklyn, y específicamente por Williamsburg, te hace sacar el hipster que llevas dentro. Porque no eres uno de ellos, pero cada café o tienda con decoración industrial, cada mercadito callejero de moda, ropa de segunda mano y diseño independiente, te hacen querer ser como ellos. Quieres, por un segundo, pertenecer a ese lugar.
Y llegas a Smorgasburg. Comienzas a caminar puesto por puesto para ver qué es lo que venden y así luego decidir qué comer. Obviamente al séptimo puesto ya me había comprado algo. Y es que ya te diste cuenta que esto se trata de ir probando y descubriendo nuevos sabores. Es como irse de tapas, vas bar por bar probando algo diferente. En este lugar sí que encuentras cosas diferentes… hay que olvidarse del orden clásico de que primero va lo salado y luego lo dulce. Puedes comerte un cucurucho de papas rústicas fritas, un macaron, un curry picante, un helado de fruta, un queso ahumado y un buen asado de tira. Todo en desorden, mientras caminas por el mercado.
Lo que más me gustó de este lugar es que define perfectamente la forma en que veo la vida; un ir y venir descubriendo sabores, culturas, maneras de hacer las cosas, compartiendo con personas de distintas partes del mundo, con creencias diferentes. No todo nos gusta, pero dejamos de lado lo que nos desagrada y seguimos adelante con nuestras opciones favoritas. Con lo que nos llena el alma y nos hace disfrutar. Smorgasburg es la vida misma.
Hay gente que me mira con cara de loca cuando les cuento que fui a Nueva York y ni se me pasó por la mente ir al MoMA o al MET. No digo nada. Ese tipo de personas no entenderían jamás que ese huevo escocés marcó mi vida. Que nunca olvidaré el sabor de la ensalada de pulpo, orégano, tomate y aceitunas que me preparó ese chef italiano con el que conversé durante toda la preparación del plato.
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Post y Contenido Original de : UPSOCL
Smorgasburg, el paraíso culinario que DEBES conocer si vas a Nueva York
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