Tal apreciación se ha convertido en una leyenda, y muchos la consideran verdadera.
Joaquín Pardavé falleció en la Ciudad de México, el 20 de julio de 1955, a consecuencia de una embolia cerebral, justo cuando filmaba la película 208 de su carrera cinematográfica.
Según reporte en distintos portales de noticias, el histrión fue enterrado en el Panteón Jardín, también en la capital, donde yacen sus restos junto con los de su esposa, Soledad Rebollo, con quien estuvo casado más de 30 años.
Un rumor de la época aseguraba que Pardavé en realidad fue enterrado vivo al padecer de ataques catalépticos, una condición en la el cuerpo permanece completamente paralizado y se confunde con una muerte fulminante.
Mucho se dijo que el actor sufrió uno de estos ataques con personas que desconocían esta condición, por lo que no pudieron advertir a los paramédicos que declararon la muerte de Pardavé.
El testamento habría sido enterrado junto con el actor por un error de un familiar, lo que hizo que tuvieran que exhumar el cuerpo.
Al abrir la caja se dieron cuenta de que estaba llena de sangre y rasgada. Esto indica que Pardavé fue enterrado vivo.
La leyenda ha perdurado tanto que la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) aclaró que el rumor salió de un rotativo de espectáculos de la época, en la sección de trascendidos.
Los familiares directos de Joaquín Pardavé han negado que se haya hecho la exhumación del cadáver.