Biógrafo de Donald Trump: “En algún momento va a tener que encontrar la manera de renunciar”
Tony Schwartz conoce bien y desde hace tiempo a Donald Trump. Hace tres décadas, pasó un año entero junto a él para escribir su primera biografía, The art of deal (El arte de la negociación, de 1988). En un artículo que escribió para The Washington Post, Schwartz trató de responder una pregunta que se repite en Washington y buena parte del mundo, cuando apenas lleva cuatro meses como presidente de los Estados Unidos: ¿por qué Trump se comporta de una manera tan peligrosa y que parecería autodestructiva?
“Nada de lo que ha hecho en este tiempo me sorprende. La decisión de echar al director del FBI James Comey y socavar a sus propios colaboradores cuando trataban de explicar la decisión, la de filtrar información sensible a Rusia y la de pelear contra todos en Twitter son completamente predecibles”, escribió Schwartz.
“Muy temprano descubrí que el sentido de autovaloración de Trump está siempre en riesgo. Cuando se siente agraviado, reacciona impulsiva y defensivamente, construye una historia que lo autojustifique, que no se ajusta a los hechos y que siempre se dirige a culpar a los otros“.
Schwartz sostiene que el Trump que conoció en 1985 llevaba toda su vida en “modo supervivencia“, con una relación difícil con su padre, Fred, al que describía como “un hombre maravilloso, pero sobre todo un hombre de negocios, duro e implacable como el infierno”. Su hermano mayor, Fred Jr., que se volvió alcohólico y murió a los 42 años, no había podido lidiar con la sobreexigencia de su padre.
The Donald, en cambio, salió airoso de esa puja permanente con su padre. “Yo me lancé a los negocios muy temprano y nunca me sentí intimidado por mi padre, como la mayoría se sentía”, contó Trump en el libro que escribió junto con Schwartz. “Yo me le plantaba y él respetaba eso. Teníamos una relación que era, sobre todo, de negocios”.
Trump creció “peleando por su vida”, como un chico “firme y agresivo” que debía “ir a la guerra con el mundo, en una situación binaria de suma cero: o dominas o eres dominado. O creas y explotas el miedo o sucumbes a él, como cree que su hermano sucumbió”.
Esa visión nunca se modificó. “Cuando me miro a mí mismo en el primer grado y me miro ahora, básicamente soy el mismo“, contó el presidente en una reciente biografía.
“En incontables conversaciones, me dejó en claro que él trataba cada encuentro como una competencia que él debía ganar porque la única otra opción es perder“, describe Schwartz. Muchos de los negocios que se describen en The art of deal resultaron grandes fracasos –como los casinos que regenteó o el lanzamiento de una liga alternativa de fútbol americano–, “pero Trump me los hizo describir como enormes éxitos”.
La descripción que hizo para aquella biografía de su ascenso hasta convertirse en un titán inmobiliario de Nueva York es la de una lucha callejera con sus rivales en el mundo de la construcción: “Son algunas de las personas más agudas, duras y despiadadas del mundo. Me encanta enfrentarme a ellos y derrotarlos”.
“Nunca vi en él ningún sentimiento de culpa y nunca reconoció ninguna duda en público. Desde su perspectiva, siempre operó en una jungla repleta de predadores e hizo lo que correspondía para sobrevivir. El no valoraba –ni siquiera reconocía– las cualidades que tienden a emerger cuando la gente se vuelve más segura, como la empatía, la generosidad, la capacidad de reflexión, de postergar la gratificación o, sobre todo, la conciencia, un sentido interior de lo correcto e incorrecto. Trump no trafica emociones ni interés en los otros. Su vida es siempre transaccional, nunca expandió su universo emocional, intelectual y moral“, explica Schwartz. Para el presidente, lo más importante es su historia, en la que “los hechos son los que Trump quieren que sean“. Así, “puede exagerar el número de pisos de la Trump Tower o decirme que sus casinos iban bien mientras estaban entrando en bancarrota”, recuerda su biógrafo. “Su objetivo nunca es la verdad precisa, sino la dominación”.
La imagen que Schwartz tiene de Trump es la de un “agujero negro”. “Todo lo que ingresa allí desaparece sin rastro. Nada se mantiene. Nunca se sabe cuándo algo o alguien va a sacarlo de su precario equilibro, tras lo que siente una compulsión inmediata por restablecerlo”. Y agrega: “Lo que más ansía es la adulación”. Por eso no pudo tolerar que Comey rechazara su pedido de lealtad y que continuase investigando la interferencia rusa en la campaña, amenazando con derribar su presidencia. “La necesidad de Trump de ser elogiado sin cuestionamientos ayuda a entender su hostilidad hacia la democracia y la prensa libre, que necesitan del disenso abierto”.
“En las miles de llamadas telefónicas que le escuché y las decenas de reuniones a las que asistí con él, no recuerdo a nadie que haya manifestado un desacuerdo con él en algo. El mismo clima de miedo y paranoia parece haberse enraizado en la Casa Blanca”, sostuvo Schwartz en The Washington Post.
A las pocas horas, entrevistado en la CNN por Anderson Cooper, Schwartz evaluó que Trump está pasando por un “derrumbe significativo” y lanzó un inquietante pronóstico: “Creo que en algún momento va a tener que encontrar una manera de renunciar“. Ese será el modo de evitar un “proceso de impeachment” o de “continua humillación” y “transformar su derrota en una victoria, como ha hecho durante toda su carrera“.