Esa guerra por el dominio geopolítico hace que la actitud prevaleciente en el mundo sea el egoísmo; siendo que una actitud humanista indicaría que la solidaridad debe imperar
Daniel González Rivas
El tema de la pandemia de COVID-19, desde el comienzo de la crisis que ha provocado dicha enfermedad, se ha visto contaminado por intereses económicos, políticos e ideológicos. Eso obedece a que nadie quiere cargar con los costos de la misma en sus diferentes aristas. Por el contrario, todos los actores buscan ganar prestigio, riqueza y poder. Lo mismo vemos ahora en el asunto de las vacunas contra el SARS-COV2. La competencia por el dominio global por parte del bloque occidental, encabezado por Estados Unidos, en contra del bloque asiático, encabezado por China y Rusia, motiva las actitudes de muchos de los países y grupos económicos del orbe. En cuanto a los avales institucionales de las vacunas, vemos que hay tendencias a la descalificación y el desconocimiento por parte de las organizaciones dominadas por las potencias occidentales y viceversa. Algunos ejemplos ilustran esta afirmación: Irán prohíbe vacunas que provengan de sus enemigos occidentales; el bloque occidental desprestigia a priori las vacunas orientales y, desde luego, se niega a utilizarlas en contra de todo argumento racional; Ucrania no admite las vacunas rusas; Israel, contra toda lógica y ética, vacunará a toda su población y excluirá a los palestinos con los que convive diariamente, entre otros muchos casos. ¿Se imagina usted al gobierno de China autorizando programas para utilizar vacunas producidas en Estados Unidos, o lo contrario? Obviamente eso no sucederá.
Esa guerra por el dominio geopolítico hace que la actitud prevaleciente en el mundo sea el egoísmo; siendo que una actitud humanista indicaría que la solidaridad debe imperar. El resultado es que tenemos naciones y seres humanos de primera y de segunda categorías. Los países que pueden producir eficazmente vacunas inocularán primero a toda su población. Simultáneamente lo harán los países con alta capacidad económica. Después surtirán a los estados periféricos y al final se generarán mecanismos para apoyar a los países más pobres del planeta. Y aunque al interior de los países se han generado programas de vacunación con criterios racionales, ya comenzamos a ver motivos políticos y corrupción en favor de los funcionarios y sus familias. Es cuestión de tiempo para que surjan los mercados negros de las vacunas. ¿Usted cree que la gente con gran capacidad económica estará dispuesta a formarse esperando a que le toque su turno o que utilizará la vacuna que le corresponda según su lugar de residencia y condiciones personales? Es sensato suponer que no. Y es una ley mercantil que cuando hay una demanda poderosa es cuestión de tiempo para que surja la oferta.
En cuanto al tipo de vacunas, vemos que las producidas en occidente y que van a la cabeza en su desarrollo utilizan tecnología de punta. Esto al parecer no presenta más ventajas que desventajas, debido a que, siendo tecnología no probada, tienen más riesgos de falla y su manejo es más difícil y costoso. Es el caso de las vacunas que requieren refrigeración especial como Pfizer y Moderna. Es lógico que los países altamente tecnologizados serán los que podrán utilizarlas sin problema. Los países periféricos se verán en dificultades técnicas y económicas para su manejo. En esta circunstancia se encuentra México. A pesar de su sociedad comercial con Estados Unidos, México solicitó ayuda excepcional y se le negó. Ahora la opción será, dada la circunstancia económica, voltear hacia Rusia y China por la accesibilidad, disponibilidad y facilidad en el manejo. El problema es que las vacunas punteras en el bloque oriental tendrán que ocuparse primero en las poblaciones de los países productores y luego en más del 50% de la población mundial. Así que, por donde se vea, solo podemos formarnos en la fila de los necesitados. Una posible forma de agilizar el uso de estas es la producción in situ, a partir de la apertura de Rusia y China a permitir que otros países utilicen las recetas de sus vacunas sin costo alguno. Falta ver si tenemos siquiera la tecnología y los implementos necesarios para ello.
Finalmente, los mexicanos no deberíamos esperar que la actual crisis se supere con ayuda de las vacunas en el corto plazo. Piense usted en las dificultades particulares que tenemos: en primer lugar la disponibilidad de las vacunas adecuadas; la poca disponibilidad de recursos financieros; la corrupción reinante; el porcentaje de población en situación de alta vulnerabilidad por comorbilidades; la falta de información demográfica confiable; la incompetencia y la consecuente falta de confianza en las autoridades de salud; la precariedad del sistema de salud; la falta de compromiso por parte de la población; la desinformación e ignorancia reinantes, entre otros detallitos. Para los expertos en estadística, la población mundial solo podría estar vacunada, en el porcentaje necesario para declarar controlada la pandemia, para finales del año 2024. Ojalá que otra vez estén equivocados.
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