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La doctora Santa quedó atrapada dentro del equipo médico de protección. Sintió que el aire se le iba. Quiso gritar y no pudo. Intentó sacarse el equipo pero sus manos no le ayudaron. La crisis de ansiedad sumió a Santa en un miedo cruel.
La doctora Aby intervino. Se acercó a Santa para socorrerla. Ambas médicas trabajan en hospitales del sistema público de salud.
Aby agradece tener ese equipo aislante que la hace parecer como un una misión espacial.
Pero Aby cuenta —se siente incómodo, puedes entrar una sensación de ansiedad como la crisis de pánico que atacó a Santa.
En una escuela de medicina y en la práctica médica cotidiana —cuando te hablan de equipo protector, lo ves como un utilitario muy lejano –recuerda Aby.
A la hora de meterse en el traje de seguridad sanitaria —no puedes respirar con libertad, te sientes atrapada, los lentes se te empañan, no te lo puedes quitar, no eres libre de ir a beber, comer y orinar –describe Aby su prisión sanitaria durante largas jornadas.
Un estudiante de medicina nunca imagina la trascendencia de la asignatura de salud pública y epidemiología —una pandemia como la actual, no la ves venir o la ves lejos, distante de tu realidad –cuenta Aby de sus años en la escuela de medicina.
Ahora, las y los médicos aprendimos lo que nos faltaba —ningún libro te trasmite los sentimientos que enfrentas en una epidemia como el Covid-19, una pandemia como la que atendemos te causa un carnaval de emociones –relata Aby.
—Eres hija o hijo, tienes papá y mamá, eres padre o madre, tienes hijas e hijos, tu ser humano empieza a manifestarse en ti a través de miedos, precauciones y suposiciones –confiesa Aby.
—Somos seres humanos, sentimos ese frío que viene del riesgo de somatizar los cuadros clínicos: un dolor de cabeza, una carraspera o un sofocamiento en el traje sanitario se suben a tu imaginación y comienzas un diálogo interno especulando que ya se tienes el virus –platica Aby.
—Llegas a tu casa, te acuestas y el insomnio también te atrapa. Te llevas a la cama las emociones que percibiste, los cuerpos dolientes que palpaste, las escenas que viste y viviste –comparte Aby.
Las médicas y los médicos que atienden Covid-19 se cansan, los que no están desfalleciendo están falleciendo —se incrementa una sensación de miedo por las y los colegas fallecidos, médicas y médicos que aman la profesión y han ganado reconocimiento por su trabajo –refiere Aby.
—Doctoras, médicos y enfermeras están desgastados, luchan aún si hay ausencia de medicamentos. Sufren cuando no hay sustancias para meter en coma a un paciente y los tienen que intubar viendo escurrir las lágrimas del contagiado porque no están anestesiados –narra Aby.
—Hay que tener empatía con los pacientes, comprender su sufrimiento, convencerlos para intubarse, escucharlos y enterarse de su temor por no saber si van a ver a sus familiares de nuevo –comparte Aby.
—Los profesionales de la salud estamos viviendo de todo: desde agresiones de gente mal informada hasta recibir apapachos, lonche y palabras de aliento de gente bonita –recuerda Aby.
Por fortuna, la doctora Santa se salvó, recibió rehabilitación y sigue sanando personas.
Aby es contundente y afirma —me da coraje la doble moral que exhibe lo más bajo de las personas, estoy de acuerdo con la idea de que la pandemia saca lo mejor y lo peor de la condición humana.
La doctora Aby leyó mi artículo para recabar apoyos puerta por puerta, los ciudadanos tienen que sacar miles de personas a entrar en contacto con miles de personas. La médica Aby pide categórica —no saquen a voluntarios a la calle a buscar firmas, déjelos en su casa, busquen otras opciones más seguras de llevar a cabo sus actividades políticas, los que puedan deben quedarse a casa, sólo deben salir los que no tienen más opción que salir a buscarle, pero quien está en posición de quedarse en casa y lo puede hacer: que se quede protegido en las cuatro paredes de su hogar.