En 1853 el poeta potosino Francisco González Bocanegra compuso el Himno Nacional Mexicano, más tarde se complementó con la música del español Jaime Nunó.
Ya sea en las celebraciones por el Día de la Independencia de México o por algún acto cívico, los mexicanos entonan el himno nacional con orgullo, respeto y pasión.
Pero, ¿cuál fue la primera vez que se entonó y quiénes son sus creadores?
¿Cuándo se entonó por primera vez el himno nacional mexicano?
El 15 de septiembre 1854 México celebraba con algarabía las fiestas patrias, ese día será recordado en la historia como la fecha en que se entonó por vez primera el Himno Nacional Mexicano y se hizo en el Gran Teatro de Santa Anna.
Según quedó registrado en la narrativa que escribió el diario Siglo XIX, quien describe aquel día como un día lleno de colores, luces, banderas y la imagen de Hidalgo por doquier.
En ausencia del presidente Santa Anna, Francisco González Bocanegra —autor del Himno Nacional— fue el encargado de dar un discurso, lo hizo en el Gran Teatro, donde se cantó con mucho entusiasmo “La Gran Marca Marcial”, nombre que recibió en aquella época el Himno Nacional.
¿Cómo nació el Himno Nacional?
De acuerdo a la historia de México, el país había tenido una gran cantidad de ‘himnos’ o canciones patrias, pero ninguna logró colocarse como un verdadero emblema de la patria, por lo que fueron descartados.
Tras la guerra de México con Estados Unidos, de 1846 a 1848, el país necesitaba de un espíritu patriótico para alzar los ánimos, por lo que se formó una llamada Junta Patriótica que convocó un concurso para buscar la letra que acompañara la música del pianista austriaco Henri Herz y con ello se formara el himno nacional.
El 15 de septiembre de 1854 se interpretó por primera vez el Himno Nacional Mexicano. #VivaMéxico 🇲🇽 pic.twitter.com/5i9BS68g4h
— gob.mx (@gobmx) September 15, 2016
Personajes destacados de la época, como Andrés Quintana Roo, Manuel Lacunza, José Joaquín Pesado, Manuel Carpio y Alejandro Arango y Escandón, formaban el jurado para elegir al ganador.
Irónicamente quienes respondieron a tal convocatoria para hacer el Himno nacional Mexicano fueron, en su mayoría, músicos y poetas extranjeros.
Así que el estadounidense Andrés David Bradburn fue elegido para hacer la letra, misma que estaría musicalizada por Henri Hertz, pero esta dupla no tuvo éxito y el himno fue descartado.
Nuevamente se lanzó la convocatoria, esta vez Antonio López de Santa Anna organizó un concurso en el que motivaba a los mexicanos a participar. Junto con Miguel Lerdo de Tejada, el Presidente mandó a publicar el 12 de noviembre de 1953 en el Diario Oficial la nueva convocatoria.
Se buscaba un “canto verdaderamente patriótico”, dijo el entonces presidente Antonio López de Santa Anna. Los participantes tendrían un plazo de mes y medio para enviar sus propuestas, ya sea de la letra o la música, o ambas.
El 5 de febrero de 1854 se dio a conocer que el joven de 29 años de edad, Francisco González Bocanegra, originario del estado de San Luis Potosí, había sido el ganador de la letra; ahora faltaba la música.
No fue sino hasta el 15 de agosto de ese mismo año que se encontró el complemento ideal para la letra de González Bocanegra.
Se trataba de la música que llevaba el nombre ‘Dios y Libertad’ y que era firmada por “J.N”, las iniciales de Jaime Nunó.
Tanto el himno nacional, como la bandera y el Escudo Nacional, son los tres símbolos patrios de México.
No fue sino hasta 1943 que se convirtió en el himno oficial del país gracias al presidente Manuel Ávila Camacho.
¿Cuántas estrofas tiene el Himno Nacional Mexicano?
Aunque actualmente el Himno Nacional Mexicano se compone por cuatro estrofas y un coro, no siempre fue así.
Originalmente la letra del himno nacional se componía por 10 estrofas, pero con el tiempo estas se redujeron y únicamente quedaron cuatro estrofas y un estribillo, que son las que se usan actualmente.
Letra del Himno Nacional Mexicano completo:
(Coro) Mexicanos, al grito de guerra El acero aprestad y el bridón, Y retiemble en sus centros la tierra Al sonoro rugir del cañón.
I
Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva de la paz el arcángel divino, que en el cielo tu eterno destino por el dedo de Dios se escribió. Mas si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo, piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio.
II
En sangrientos combates los viste por tu amor palpitando sus senos, arrostrar la metralla serenos, y la muerte o la gloria buscar. Si el recuerdo de antiguas hazañas, de tus hijos inflama la mente, los laureles del triunfo, tu frente, volverán inmortales a ornar.
III
Como al golpe del rayo la encina se derrumba hasta el hondo torrente la discordia vencida, impotente, a los pies del arcángel cayó. Ya no más de tus hijos la sangre se derrame en contienda de hermanos; solo encuentre el acero en tus manos quien tu nombre sagrado insultó.
IV
Del guerrero inmortal de Zempoala Te defiende la espada terrible, Y sostiene su brazo invencible tu sagrado pendón tricolor. El será del feliz mexicano en la paz y en la guerra el caudillo, porque él supo sus armas de brillo circundar en los campos de honor.
V
¡Guerra, guerra sin tregua al que intente de la patria manchar los blasones! ¡guerra, guerra! los patrios pendones en las olas de sangre empapad. ¡Guerra, guerra! en el monte, en el valle, los cañones horrísonos truenen y los ecos sonoros resuenen con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
VI
Antes, Patria, que inermes tus hijos bajo el yugo su cuello dobleguen, tus campiñas con sangre se rieguen, sobre sangre se estampe su pie. Y tus templos, palacios y torres se derrumben con horrido estruendo, y sus ruinas existan diciendo: de mil héroes la patria aquí fue.
VII
Si a la lid contra hueste enemiga nos convoca la trompa guerrera, de Iturbide la sacra bandera ¡Mexicanos! valientes seguid. Y a los fieros bridones les sirvan las vencidas enseñas de alfombra: los laureles del triunfo den sombra a la frente del bravo adalid.
VIII
Vuelva altivo a los patrios hogares el guerrero a contar su victoria, ostentando las palmas de gloria que supiera en la lid conquistar. Tornáranse sus lauros sangrientos en guirnaldas de mirtos y rosas, que el amor de las hijas y esposas también sabe a los bravos premiar.
IX
Y el que al golpe de ardiente metralla de la Patria en las aras sucumba obtendrá en recompensa una tumba donde brille de gloria la luz. Y de Iguala la enseña querida a su espada sangrienta enlazada, de laurel inmortal coronada, formará de su fosa la cruz.
X
¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran exhalar en tus aras su aliento, si el clarín con su bélico acento los convoca a lidiar con valor. ¡Para ti las guirnaldas de oliva; ¡un recuerdo para ellos de gloria! ¡un laurel para ti de victoria; ¡un sepulcro para ellos de honor!