Seis meses después del trágico incendio, la reconstrucción de la obra maestra de la civilización europea avanza con la más extrema cautela y no pueden descartarse catástrofes imprevisibles
Seis meses después del trágico incendio de la catedral de Notre Dame, una de las grandes obras maestras de la civilización europea, su reconstrucción avanza con la más extrema cautela, ya que no pueden descartarse catástrofes imprevisibles como el derrumbe.
El presidente Emmanuel Macron anunció, un día después de la tragedia, que la catedral sería reconstruida en un plazo de cinco años, «un maratón que comenzó con un sprint», en palabras de Michel Cadot, prefecto del Estado en la región Isla de Francia.
El sprint duró un trimestre corto, cuando se sucedieron a paso de carga medidas de excepción, en un clima de comunión cívica nacional.
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En un plazo de tiempo récord se hicieron promesas de donaciones de unos 2.000 millones de euros.
Ya están confirmados más de 922 millones. Y el resto puede confirmarse, al ritmo de la clarificación administrativa del estatuto fiscal definitivo de las donaciones. Unos 350.000 donantes modestos o muy modestos ya han desembolsado más de 100 millones de euros. El Estado ha comenzado por aportar unos 37 millones para pagar los primeros trabajos.
Antes de comenzar la reconstrucción propiamente dicha -que no comenzará antes del verano del 2020- fue necesario proteger la catedral herida de muerte con un gigantesco «paraguas». Una «patrulla» de robots recogieron el 80 por ciento de los escombros, recuperados y en curso de análisis por la policía científica, con el fin de analizar muy minuciosamente el posible origen último del incendio devastador.
Unos andamios provisionales fueron instalados con celeridad, para evitar nuevos derrumbamientos.
Solo se irán desmontando muy lentamente, al ritmo de los trabajos de consolidación, lentos y complejos, para evitar nuevas amenazas, consecuencia de posibles tormentas y lluvias imprevisibles. Esos primeros trabajos, de urgencia absoluta, estuvieron paralizados, durante varias semanas veraniegas, como consecuencia de los riesgos de contaminación.