En la conferencia de prensa matutina de este jueves, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo que “en el caso de Ayotzinapa la única verdad clara es que hasta ahora no hay ninguna verdad histórica”.
A su vez, el Fiscal especial del caso, Omar Gómez Trejo, indicó que si los indicios arrojan que una persona pueda estar implicada en los hechos, “si es necesario que sea llamado a comparecer, sea cualquier persona, será llamado ante la justicia”, incluido el ex-presidente Enrique Peña Nieto.
Es así que el ex procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, sí está en verdaderos problemas. En círculos gubernamentales se comenta que el hidalguense no sólo mintió al señalar públicamente que los estudiantes habían sido asesinados e incinerados en el basurero de Cocula, sino que de plano creó un eslabón perdido para sobredimensionar la participación de los policías municipales en la tragedia de Ayotzinapa.
Allá por el rumbo de la calle de Bucareli están convencidos de que la clave para entender la mano negra de Murillo Karam está en la página 128 del primer tomo del “Informe Ayotzinapa”, que elaboró el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
“En ningún momento de las declaraciones de los policías municipales ni de los acusados de ser parte de Guerreros Unidos (GU) implicados en los hechos, se hace referencia a quién dio la orden de sacar a los normalistas de Iguala y entregarlos aparentemente a este grupo de la delincuencia organizada y el narcotráfico”, asienta el reporte del equipo de expertos extranjeros.
“Dicha acción –subraya el informe– aparece como algo llevado a cabo de manera espontánea y sin ser dirigida por nadie. En las declaraciones de los acusados de ser de Guerreros Unidos la acción de los policías municipales de Iguala y Cocula parece no ser importante, un mero accidente respecto a lo sucedido”.
Luego de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, ocurrida la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre de 2014, el gobierno federal se apresuró a inculpar al alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda, quienes fueron arrestados y siguen en la cárcel.
La intención de la administración de Enrique Peña Nieto lució insistente, tanto a través de la Secretaría de Gobernación, comandada por Miguel Ángel Osorio Chong, como de la PGR, para apuntar el dedo hacia los gobiernos estatal y municipales, dejando en un segundo término el papel que jugaron la policía federal y el Ejército.
Ante ello, el subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación, Alejandro Encinas, concluyó junto a su equipo que sí hay elementos para fincar responsabilidades a Murillo Karam, pero también a dos de sus operadores cercanos, Tomás Zerón de Lucio y José Aarón Pérez.
Y aunque el asunto está ahora en manos de la Fiscalía General de la República (FGR), que dirige Alejandro Gertz Manero, el nerviosismo de Murillo Karam ya pudo notarse en la entrevista que dio la mañana del martes 24 de septiembre a Carmen Aristegui, en su espacio de noticias de Radio Centro.
Al aire, el exprocurador matizó su “verdad histórica”, al comentar con insistencia que él nunca dijo que “todos” los estudiantes de Ayotzinapa habían sido asesinados y quemados en el basurero de Cocula. Y afirmó que está convencido de que al menos tres normalistas sí perdieron la vida en ese lugar.
“Las pruebas” que han sostenido de alfileres la versión de Murillo Karam y sus sucesores están basadas en testimonios de personas que “confiesan haber participado directamente en los hechos, otros dicen haberse enterado porque se lo narraron los perpetradores”, subraya la página 128 del informe del GIEI.
LAS 4 VERSIONES DE LO OCURRIDO AQUELLA NOCHE
Esa plana del reporte, que tanto comentan en esferas gubernamentales, no parece tener desperdicio: “Existen cuatro versiones de lo ocurrido. Tres se refieren al lugar a donde supuestamente llevaron a los estudiantes: 1) colonia Pueblo Viejo, 2) casa de seguridad ubicada en Las Lomas, 3) el basurero de Cocula, 4) una cuarta versión no hace referencia exactamente al sitio a donde los llevaron, sino al motivo que les condujo hacia Iguala, ¡matar a los hermanos Benítez Palacios’”, dueños de un autolavado local que presuntamente estarían involucrados con una banda delictiva.