Teatro: Lobos por corderos

En una segunda temporada se presenta todos los miércoles en el Teatro Milán la obra Lobos por corderos, ópera prima del dramaturgo mexicano Reynolds Robledo, quien también la dirige, junto con Daniela Padilla.

A lo largo de poco más de una hora y en un acto, la acción transcurre en la austera oficina de la directora de una escuela privada. La escenografía es particularmente sobria, y el diseño de la iluminación enfatiza el ambiente sombrío, con algunos momentos musicales muy sutiles. Cuatro actores comparten la escena: Mónica Huarte —muy bien como la directora—, Mariana Garza, Fernanda Borches, y Alejandro de la Madrid.

La trama es compleja, delicada, sensible y por momentos, muy cruel. La directora del Colegio Schmidt ha citado a los padres de dos niños que murieron en un accidente viajando en el autobús escolar. Sonia —muy bien Mariana Garza, sobria y contenida— es la mamá soltera de Víctor, que era su vida, por momentos es sarcástica, implacable en su manera de expresar el enojo y el dolor.

Alejandro de la Madrid y Fernanda Borches son muy convincentes como Carlos y Regina, una pareja evidentemente fracturada desde antes del accidente, pero a la que la muerte de su hijo Saúl los ha hecho caer en una espiral de recriminaciones y resentimientos.

Mónica Huarte interpreta un personaje que puede resultar el más chocante de la obra, pues ha reunido a estos papás para darles “la gran noticia” de que la escuela está dispuesta a darles un millón de dólares por familia. Pero el texto está tan bien estructurado que hasta con este personaje uno se identifica. Es difícil juzgarla, ya que tiene su propia trama. Uno mismo como espectador no sabe reaccionar ante la propuesta, si juzgarla como una vileza o un acto de cinismo, o un intento por comprar silencios y voluntades. ¿A qué puede sonar un ofrecimiento así?, ¿a que todos tenemos un precio? ¿a que un millón de dólares suplen la ausencia de un hijo muerto?, ¿a que es una forma fácil de acallar conciencias y responsabilidades?, ¿en qué me convierto si lo acepto?, ¿cómo voy a vivir conmigo mismo?

Los cuatro personajes son de una humanidad conmovedora y en el curso del relato, que no nos da tregua y nos mantiene activamente interesados, el escenario se convierte en un microcosmos en el que se da una guerra campal motivada por el dolor, la impotencia, el enojo y el miedo, derivados de una pérdida tan desgarradora.

El texto de Reynolds Robledo encierra una gran virtud: a pesar de lo desolador de la tragedia de cada uno de los cuatro, devorados por el duelo, no juzga a nadie, no toma partido por nadie. La noción del perdón sobrevuela a estos cuatro seres, pero la crueldad de su pena los imposibilita para darse cuenta. Uno sólo puede sentir por ellos una enorme ternura y empatía, pues a pesar de todo, la vida sigue.

Lobos por corderos se presenta en una corta temporada todos los miércoles en el Teatro Milán, Lucerna 64, esquina Milán. MUY RECOMENDABLE.