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sábado, septiembre 21, 2024

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Nuevas exhumaciones, identificaciones, velorio y entierro de víctimas de ‘Caravana de la Muerte’

Nuevas identificaciones, nuevo funeral. Viejos recuerdos, emociones y omisiones. El jueves 9 de noviembre volvieron a retirarse algunos de los osarios de los nichos del mausoleo que la Agrupación de Familiares de Ejecutados y Detenidos Desaparecidos Políticos de Calama (AFEDDEP) tiene en el Cementerio Municipal para trasladarlos a la oficina del Servicio Médico Legal. Allí durante la mañana del día siguiente se les mostró y entregó a los familiares las osamentas reconocidas de sus seres queridos, fusilados en Calama el 19 de octubre de 1973, cuando la comitiva del Ejército de Chile, liderada por Sergio Arellano Stark, recorría el país asesinando connacionales, con el supuesto propósito de “agilizar los procesos” de quienes fueron detenidos tras el golpe militar. Desde entonces que han buscado información, verdad, justicia, junto con sus cuerpos, de los cuales hallaron pequeños fragmentos en una fosa encontrada en 1990, los que quedaron y cayeron de una retroexcavadora con la cual desde allí, al parecer, removieron sus cuerpos a un sitio ignoto.

Se entrevera el dolor, la angustia, la pena, con la satisfacción paradójica, esquiva, escueta, modesta, rara, de alegrarse de haber encontrado por lo menos algo de ellos. Pequeñito, irreconocible sin laboratorios y técnicas genéticas, pero de ellos. Por ejemplo, esta vez, a tres personas se las volvió a reconocer: Rosario Muñoz Castillo, José Saavedra González y Rolando Hoyos Salazar. Sin embargo, para el análisis de laboratorio se consumió todo el material, por lo que no se les pudo entregar más que esta información a sus familiares, y de dos de los fusilados, se identificaron por primera vez restos: Carlos Piñero Lucero y Milton Muñoz Muñoz.

Amigos y familiares integrantes de la Agrupación que esta vez no recibieron restos acompañaron a quienes sí los recibieron, abrazándolos y aplaudiendo cuando luego de que el personal del SML les explicara y entregara las diminutas piezas, salieran hacia el exterior, llevando nuevamente los menudos osarios armados y/ o vueltos a armar así en entregas dosificadas, en pequeños trozos, fragmentados como la memoria y la historia que han ido construyendo colectivamente en estos 44 años de búsqueda, y llevándolos a las carrozas fúnebres para trasladarlos la sede de la Central Única de Trabajadores (CUT), donde se los veló el viernes y sábado.

El sábado 11 nuevamente los tomaron en sus manos para llevarlos a la Catedral, la cual, a su arribo, aún no estaba abierta. Volvieron a despertar así recuerdos de impotencia, de puertas cerradas, de espaldas y golpes experimentados cuando los buscaban desesperadamente –a sus hombres: hijos, padres, parejas, hermanos, y la información sobre sus recorridos y destinos- así como la manera de aprender a vivir sin ellos, pero con ellos, valga la paradoja, y las respuestas a tantas preguntas que sólo han reverberado y permanecido como el eco en el desierto. Algo similar volvieron a sentir cuando una vez en el cementerio no estaba el personal que debía abrir y cerrar con cemento los nichos. Nuevas identificaciones entonces, de la mano de emociones, remembranzas, vicisitudes y vivencias conocidas, reiteradas y antiguas. Tan antiguas como la crueldad y la indolencia.

Por Yael Zaliasnik

Source: El Ciudadano

Erre&ErreRedacción
Erre&ErreRedacciónhttp://www.mexicoahora.com
Lic. en Sociología. Editor de noticias. Con amplia experiencia en servicios de contact center.

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