En el mundo hay cientos de miles de personas que le temen a las serpientes y este temor no está del todo infundado, pues algunas de ellas son verdaderamente peligrosas para los seres humanos. Sin embargo, Laura Hurst, residente de Indiana, no compartía esta fobia.
De hecho, la mujer de 36 años, amaba tanto a las serpientes que cotidianamente acudía a una casa en la que estaban albergados 140 reptiles, de los cuales, 20 eran suyos y el resto de Don Munson, el shérif de la localidad en donde Hurst vivía.
Durante la investigación por el deceso, los abogados de Hurst revelaron que las serpientes eran tan importantes para ella que incluso formaron parte de los bienes a discutir y dividir durante su reciente demanda de divorcio.
La parte más irónica en está tragedia absurda es que Laura disfrutaba tanto de estar con serpientes que regularmente se fotografiaba con alguna de ellas en sus manos o sobre sus hombros, como si se llevara puesta una estola; igual que probablemente estaba haciendo en el momento de su muerte.