Seguramente desde la niñez te dijeron que si comías zanahoria tendrías una mejor vista o si las espinacas te harían tan fuerte como Popeye, cualquier argumento de tus padres resultaba ser efectivo para que comieras frutas y verduras, pero qué tan cierto es. En el caso de las zanahorias una oculista lo aclara.
Es cierto que la zanahoria es una de las mejores fuentes de betacaroteno, el componente responsable del color naranja muy característico de este vegetal; este se convierte en vitamina A, esencial para la formación y mantenimiento de dientes, tejidos blandos, óseos, membranas, piel y sin duda para los ojos.
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Rudrani Banik, especialista en espectros que afectan la visión como cataratas, enfermedades del nervio óptico, pérdida visual y otros, señaló para Mind Body Green que, si bien la zanahoria aporta vitamina A, el organismo requiere más de eso para beneficiar la salud ocular como otras vitaminas, minerales, antioxidantes, omega 3 y bioflavonoides.
La experta añade que la mejor manera de obtener los nutrientes que favorecen la salud ocular es a través de una dieta rica en frutas, vegetales, plantas y semillas. Sugiere una lista de alimentos ricos en carotenoides, un tipo de antioxidantes que se encuentran en la col rizada, también buena fuente de luteína y zeaxantina; las algas, buena fuente de astaxantina.
Los antioxidantes que aportan los arándanos y las moras, en general los frutos de baya oscura también contribuyen a prevenir la degeneración ocular. La yema de huevo y el salmón son alimentos que tampoco pueden faltar en la dieta ya que son ricos en ácidos grasos, sugiere Rudrani Banik.
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La degeneración ocular se refiere al trastorno ocular que destruye lentamente la visión central y aguda. De acuerdo con Medline Plus es más común en las personas de más de 60. Esta se produce por daños en los vasos sanguíneos que irrigan la mácula, la parte más importante de la retina, la que permite distinguir los detalles y los colores.
La deficiencia de vitamina A también se relaciona con la ceguera nocturna y el ojo seco, este último se considera una enfermedad crónica que afecta a la superficie ocular, provocando problemas visuales y lesiones en la córnea. Factores como la edad, cambios hormonales, el uso de los lentes de contacto, alimentación o enfermedades autoinmunes pueden provocarlos.
La ceguera nocturna no se considera una enfermedad sino un síntoma de algún problema de visión. Se produce cuando las células retinianas, las encargadas de la visión en ambientes con poca luz, se alteran por alguna otra patología como la miopía, glaucoma o cataratas.
