La convivencia intergeneracional en las familias españolas es un recurso esencial para muchos hijos adultos debido a las pautas de libertad juvenil actuales, sin embargo, desde hace décadas, la tendencia en las personas mayores en ese país es vivir solos.
De acuerdo con una investigación publicada por la Universidad de Granada, en España, se realizó un estudio para analizar los motivos que provocan que las personas mayores vivan solas.
El profesor del departamento de Sociología y autor del estudio, Juan López Doblas, comentó que se realizaron entrevistas a personas mayores de 63 años, que vivieran en las regiones de Asturias y Andalucía.
Estas lugares tienen tasas de envejecimiento poblacional dispares y los mayores residentes en ellas difieren en aspectos esenciales, como el importe de sus pensiones o su nivel educativo.
“Lo que hemos observado en el estudio es que, en la actualidad, las personas mayores tienen una preferencia por la intimidad y la libertad, y eso se antepone a la compañía”, apuntó.
Los grupos de discusión se compusieron de una mayoría de personas viudas, lo que señala que son mayoría dentro del colectivo de población estudiado.
El especialista destacó que uno de los aspectos más importantes para entender el motivo que lleva a la caída de la convivencia intergeneracional en España es la vivienda.
Según el estudio, los mayores son conscientes de que no pueden exigir a sus familiares que se instalen en casa, de modo que deberían ser ellos quienes se trasladan.
Además de que salir en definitiva del hogar donde llevan décadas residiendo genera inquietud en las personas mayores y provoca que prefieran vivir solas en su vivienda de siempre.
“Tienen un fuerte apego emocional hacia su vivienda, aunque no reúna las mejores condiciones de habitabilidad. Consideran que mudarse de casa es un sacrificio personal innecesario y les aísla de su entorno social para que puedan relacionarse con la familia, el vecindario y las amistades”, señaló.
También, sostuvo que la investigación refleja cómo de forma significativa las personas participantes en los grupos de discusión muestran cómo sería su vida si eligiesen convivir con sus familias.
“Entienden que si compartieran el hogar con familiares significarían una carga para ellos, algo que quieren evitar a toda costa. La rechazan además para no entrometerse en su vida privada, ni quebrantar su intimidad. Y temen que el transcurso diario de la convivencia acabase generando malestar, discusiones y conflictos”, añadió.
Respecto a las pensiones, el académico precisó que aunque su importe suele resultar escaso, sobre todo para muchas mujeres viudas, ello no impide que se las arreglen para ser autosuficientes.
Es algo que consiguen mediante un control exhaustivo del gasto, lo que implica a menudo una austeridad en el consumo de bienes y servicios, incluso básicos, agregó.
“Las personas viudas tienen que asumir roles y experiencias por primera vez que se les hacen muy duras, en un primer momento, además de la soledad. La adaptación es muy difícil. Pero pasado un tiempo valoran también mucho la libertad. Es un balance entre los riesgos y los aspectos positivos”, enfatizó López Doblas.