El niño Armando Manzanero nunca imaginó que llegaría a ser uno de los cantautores más reconocidos a nivel internacional. Defensor del romanticismo, pero también de su lengua maya que nunca dejó de hablar, el compositor contaba varios secretos de su vida, como que el destino ‘lo quitó’ de ser violinista.Su pasión por la música nació por la profesión de su padre, que era un músico local que probó fortuna en los Estados Unidos, siendo el segundo mexicano, en los años treinta, en grabar en ese país.A los ocho años empezó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Mérida, haciendo un doble esfuerzo porque asistía después sus clases formales.“Al estar en la escuela quise adoptar un instrumento y escogí el violín. Mi papá me lo compró, pero no tenía arco, y aunque mandaron a pedir el arco aquí a la capital, por los años 40, pero era tan lejos Yucatán y olvidado, que nunca llegó el arco”, contó el cantautor yucateco en una entrevista con la Universidad Autónoma de Puebla.“Pero mi madre, vio que un compañero ‘de trova’ de mi padre tenía un piano abandonado, vertical, entonces le dijo ‘Óyeme por qué no me cambias este piano; a ti te hace falta una máquina de coser y a mí me hace falta un piano para Armandito, por qué no me lo cambias’”. Y así hicieron el trueque y el destino lo llevó a estudiar piano.Manzanero acumuló admiradores, una gran fortuna por la regalía de sus canciones, que fueron grabadas por diversos intérpretes en varias partes del mundo, pero más allá de sus logros se sentía privilegiado sus recuerdos de infancia.“Mi vida de niño, no creo que la pueda tener ni el hijo de Carlos Slim (magnate mexicano). Yo disfruté de un algo que en estos tiempos los niños carecen: en primer lugar, tenía una libertad absoluta porque vivía en la orilla de un barrio donde se caminaba por veredas, entre montes, calles que todavía no estaban adoquinadas, los barrios eran realmente hermosos”, narraba. Al hablar sobre su primer gran amor, contrario a lo que se piensa, no fue una mujer sino el Trío los Piratas, quienes por azares del destino lo invitaron a uno de sus primeros viajes al centro del país para tocar el acordeón. “Ellos fueron los primeros amores que tuve como amigos”.Sobre sus ansias de componer, el pianista mencionaba que su mayor influencia no fue por escuchar a un exponente nacional, su pasión por expresar los sentimientos se dio a partir de escuchar a Carlos Gardel y la letra de ‘El día que me quieras’, así su primera canción fue ‘Nunca en el mundo’, aunque la influencia del sonido musical era netamente cubana.Antes de ser un consagrado de la música, Armando Manzanero se dedicó a ser promotor de canciones y contaba que su inclusión en la música fue por mera casualidad, ya que en una ocasión unos músicos no asistieron a un estudio, por lo que él, encargadole pidió que grabara las canciones: “Llorando estoy” y “Nunca”, que se incluyeron en un disco.Su primer éxito internacional fue ‘Voy a pagar la luz’, al que le dio voz Lucho Gatica.“El éxito no me llegó de golpe, fui picando piedra. Acompañé a grandes cantantes del momento, pero también vi cómo desaparecía. Eso me enseñó a tener una personalidad con modestia”, mencionaba.El yucateco confesó que a su puerta también tocó el fracaso, pero lo que más le dolió, fue que dijeran que su talento ya había en el pasado. “Así me dieron el libreto de “Nada personal”, y por coraje y por dignidad, les quise decir que no era cierto, que todavía puedo hacer música y así nació esta melodía”, misma que tuvo gran éxito en voz de Lisset.Y sobre una de sus canciones más emblemáticas, ‘Somos novios’, cuenta como anécdota, la abuela de su hijo Juan Pablo, cuando la escuchó sólo dijo: “Qué canción más cursi”, sin embargo es uno de sus mayores éxitos.En los noventas, como productor de los tres discos titulados ‘Romance’, del cantante Luis Miguel, decía que ese fue uno de los trabajos más difíciles de su carrera. “Porque se graba a un nivel muy fuerte. Tenía años sin entrar a un estudio, pero afortunadamente tuve arreglistas (musicales) como Bebu Silvetti. A ese momento afortunadamente llegué con mucho conocimiento de la músical”. Así, contaba que el contacto no fue directo con Luis Miguel, sino con su entonces representante Hugo López, quien le dijo: “el niño quería grabar boleros”. De esta manera recordaba con nostalgia, “lo bueno y maravilloso del primer disco, es que Luis Miguel se dejó dirigir… ya después era difícil trabajar con él. Pero uno tiene que saber que cuando uno trabaja con gente de esa envergadura, uno sabe, se tiene que ‘fletar’, aguantar”, decía.A pesar de todo, el rey del romanticismo, decía que él siempre apostaba a tocar el corazón y lamentaba que en los tiempos contemporáneos se perdía la tradición de cantarle a las musas. “Las serenatas es algo que se ha perdido y es injusto”. Sin embargo, Manzanero fue una persona que se supo adaptar y dar pie a las ideas de los nuevos talentos. leer más