El programa «Llamadas de aliento» consiste en que un grupo de voluntarios de la Cruz Roja ingresa 2 veces por semana a los hospitales COVID-19 para enlazar videollamadas entre los pacientes con sus familiares
“Llamadas de aliento”, así es como la Cruz Roja Mexicana delegación Querétaro nombró al programa que justamente comenzó en Nochebuena, el año pasado, y consiste en que un grupo de voluntarios de la institución ingresa dos veces por semana a los hospitales COVID-19 para enlazar videollamadas entre los pacientes que internados por la enfermedad y sus familiares, a través de tabletas electrónicas.
El coordinador estatal del programa, José Andrés Juárez Morales, explicó que el programa nació porque desde los primeros meses de la pandemia por COVID-19 detectaron que cuando iban por un paciente a su casa y lo trasladaban a un hospital, tanto el enfermo como los familiares se quedaban con mucha ansiedad e incertidumbre por el tiempo en el que se dejarían de ver, incluso por si sería la última vez que sus ojos cruzarían miradas.
“Entonces dijimos: ‘bueno, ¿cómo podemos ayudar a estas personas que están sufriendo esa incertidumbre, esa tristeza de no volverse a ver o que no saben en cuánto tiempo?’. Lo que buscamos a través de estas videollamadas es que puedan decirse: ‘te quiero, te extraño, estamos todos bien’, porque, pues, tampoco el paciente sabe cómo la están pasando afuera o si alguien más se contagió”.
Eso fue lo que impulsó al coordinador y a un equipo de 30 voluntarios de la Cruz Roja Querétaro a tocar puertas en la iniciativa privada para encontrar empresas aliadas que los apoyaran con donativos de equipo de protección personal, cuatro tabletas, datos móviles para hacer los enlaces, entre otras necesidades que debían cubrirse, como los traslados.
“‘Llamadas de aliento’ ha sido una actividad que para muchos nos ha marcado en verdad por lo que vemos y escuchamos en los hospitales, que es triste, por un lado, pero por otro es muy bonito poder ver una sonrisa o una lágrima de felicidad de un paciente que después de estar varios días internado sin saber nada de su familia, porque pudo saludarlos”.
Desde el 24 de diciembre de 2020, que arrancó el proyecto, han realizado más de mil videollamadas y el coordinador dijo estar orgulloso de que ahora otras delegaciones de Cruz Roja Mexicana buscan iniciar “Llamadas de aliento” y aseguró que esta es otra forma con la cual han podido cumplir con el objetivo de la institución, que es ayudar a aliviar el sufrimiento de las personas.
“Ya hay algunas otras Cruz Rojas de diversos estados que quieren hacer la misma actividad, piden autorización por parte de la sede nacional de que este proyecto se pueda multiplicar con la misma identidad que ya tenemos aquí en Querétaro, porque en verdad hemos visto la mejora anímica que les da a las personas estar en comunicación con sus seres queridos”.
No te puedes ir, porque prometimos envejecer juntos…
En cuanto salió la convocatoria para participar como voluntario en el programa, el socorrista de la Cruz Roja Querétaro Fernando Balderas Manríquez, de 53 años, no dudó en inscribirse, pues siempre ha tenido el deseo de servir.
Su primer ingreso al hospital COVID-19 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fue en la víspera de Navidad, experiencia que le provocó emociones encontradas.
“Me ha tocado salir enojado, triste, alegre y cosas así que uno no puede explicar; enojado, porque una vez me tocó ver varios muertos, uno en mi presencia, y me dio coraje, porque cuando uno sale hay gente que no se cuida; ese es mi coraje: que por culpa de ellos algunos fallecieron”.
Experiencias tristes, dijo, son innumerables y recordó que hace alrededor de tres semanas se comunicó con los familiares del paciente después de que le dieron el número de teléfono, de cama y el nombre del paciente, quienes estaban agradecidos, pues por fin, después de mucho tiempo, iban a poder ver a su ser querido, pero dos pasos antes de llegar a la cama, la persona falleció… “Ya no supe qué responder en ese momento”, señaló.
“Continué el recorrido y me tocó una señora que ya estaba demasiado malita, le hice la videollamada con su familia, que le decía que le echara ganas, que sí podía y todo eso; la señora les respondió: ‘Le estoy echando muchas ganas, pero ya no puedo, ya no aguanto más, por eso me estoy despidiendo’. Ahí es cuando comencé a sentir tristeza y sentimientos encontrados”.
Fernando Balderas, quien participa dos veces a la semana en el programa, relató que otro caso similar fue la videollamada de un hombre que empezó a despedirse de su familia y a quien su esposa le decía: “No te puedes ir, porque prometimos envejecer juntos” y el hijo le gritaba: “Papá, no te vayas todavía, te necesito mucho”.
“Es un orgullo para mí estar en este programa, un orgullo estar con mis compañeros, que, sin sueldo alguno, estamos trabajando por amor, para ayudar a nuestro prójimo. A la población en general le diría que se cuide mucho, que esto es verdad, porque todavía algunas gentes no lo creen”.
Familiaridad entre pacientes y voluntarios
Jessica Herrera Ruelas, de 34 años, es socorrista en la Cruz Roja Querétaro y voluntaria en el programa “Llamadas de aliento” desde enero. Ha asistido al IMSS No.1, ubicado en Zaragoza, y al No.2, que está en La Pradera. El motivo que la impulsa a ingresar a los hospitales COVID-19 es saber que puede ayudar a calmar un poco la ansiedad e incertidumbre que tienen los pacientes por ver a sus familiares.
“Hay unos pacientes que tienen tanto que contarles a sus familiares, hay veces en que hacemos videollamadas hasta de 10 minutos; ese paciente en su desesperación hasta como que quiere hablar rápido para decirles todo, pero, pues, tiene corto tiempo y además los pacientes no se pueden agitar mucho. A lo mejor es como muy poco, pero esos minutos que las personas llegan a ver a sus familiares es muy gratificante y es lo que me mueve a estar dentro del proyecto”.
Por protocolo y respeto al enfermo, no se pueden llevar a cabo las videollamadas cuando los pacientes están inconscientes; sin embargo, los familiares pueden mandar audios y entonces los voluntarios acercan el dispositivo electrónico a su oído para que escuche el mensaje.
Incluso los voluntarios comienzan a ser reconocidos entre los que ocupan las camas de los hospitales. Jessica Herrera asegura que ha observado casos de personas internadas cuya salud ha mejorado considerablemente a raíz del programa.
“En el hospital 1, regularmente me tocan los pisos tres y cuatro, podemos decir que son los pacientes que salen como de la zona roja, que ya tienen una mejoría; digo, no son todos, porque suele suceder que ahí empeoran. Pero me ha tocado que en semanas consecutivas me he encontrado a los mismos pacientes y entonces como que hasta hay cierta familiaridad que nos dicen: ‘Hola, ¿cómo estás?, enlázame ahora con mi prima’; ‘enlázame ahora con mi mamá o mi abuelita’… Y con mucha alegría hay unos que te dicen que prácticamente solo están esperando a que les liberen un tanque de oxígeno para poder irse a su casa”.