(NOTICIAS YA).- Este Día de Acción de Gracias, las mesas en todo nuestro país tendrán una silla vacía.
Puede ser para el ser querido que no puede viajar o el padre o la madre que está en el servicio militar en el extranjero. Tal vez sea para tu hermana o hermano que vive al otro lado de la ciudad, y se mantiene lejos para proteger a todos durante esta pandemia, para asegurarse de que el próximo año celebren juntos.
Para las familias de los que han fallecido en Estados Unidos este año, esa silla es otro recordatorio de que alguien a quien aman nunca volverá a casa.
Con el paso de los años, las tradiciones que nuestra familia creó se convirtieron en rituales sagrados: cocinar las recetas familiares, que han pasado de generación en generación, en una cocina cálida y llena de personas; poner la mesa con flores frescas y encender las velas; jugar al fútbol y a las damas; tomar fotos de nuestra familia, que crece cada vez más. Las tradiciones nos ayudaron a encontrar alegría después de tener nuestra propia silla vacía en la mesa. Nos recuerdan que, aun cuando tanto cambie, los vínculos de la familia no lo hacen.
Este año, nuestro pavo será más pequeño y haremos menos ruido al cocinar. No habrá paseos familiares en el frío o riñas divertidas entre los nietos. Al igual que millones de estadounidenses, estamos dejando a un lado temporalmente las tradiciones que no podemos seguir de forma segura.
No es un sacrificio pequeño. Estos momentos con nuestros seres queridos, como el tiempo que se pierde, no vuelven. Sin embargo, sabemos que es el precio de protegernos unos a otros y uno que no pagamos solos. Aislados en nuestros propios comedores y cocinas, dispersos de costa a costa, estamos sanando juntos.
Sin embargo, como ustedes, nuestra familia se aferrará a nuestra tradición más importante: tomar un momento para contar las muchas razones que tenemos para estar agradecidos.
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Estamos agradecidos por los trabajadores de primera línea que nunca han dejado de ir a trabajar durante estos largos y confusos meses, asegurándose de que nuestros alimentos sean cosechados y enviados, manteniendo nuestros supermercados abastecidos, recogiendo nuestra basura y manteniendo nuestras ciudades y pueblos seguros.
Estamos agradecidos por los trabajadores de la salud que laboran durante largos turnos de trabajo y se aíslan de sus seres queridos, las enfermeras y enfermeros que consuelan y ayudan a la gente a decir un último adiós, y los médicos que luchan por cada aliento.
Estamos agradecidos por los educadores que aprendieron a enseñar en aulas virtuales casi de la noche a la mañana, que hicieron trabajo extra para comunicarse con las familias sin tecnología, o que respondieron llamadas telefónicas de padres al borde de las lágrimas, a altas horas de la noche.
Estamos agradecidos por los padres que han llevado a sus familias a través del caos, trabajando o buscando un trabajo, explorando el cuidado de los niños y el aprendizaje remoto.
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Estamos agradecidos por los investigadores y científicos que han pasado este año aprendiendo todo lo que pueden, para entender cómo combatir esta pandemia y trabajando incansablemente para encontrar una vacuna y terapias.
Estamos agradecidos por el espíritu estadounidense que no se acobarda ante la crisis y las dificultades, sino que se une para apoyarnos unos a otros. Todos aquellos que perdieron sus trabajos pero no el corazón, que donaron a los bancos de alimentos o preguntaron a sus vecinos: “¿Qué puedo hacer?, ¿En qué puedo ayudar?” Estamos agradecidos por todos los que nos recordaron que somos más grandes que los desafíos que enfrentamos.
Sobre todo, estamos agradecidos por la fe y la confianza que se nos ha dado para seguir sirviendo a esta hermosa, valiente y complicada nación como su futuro presidente y primera dama.
Este año de pérdida ha puesto de manifiesto nuestra fuerza colectiva. Nos ha demostrado que nuestras vidas están conectadas de maneras invisibles, que podemos estar separados sin estar solos.
A medida que las temperaturas bajan y las noches se hacen más largas, estas son las verdades que iluminarán nuestro camino a seguir.
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Debemos aferrarnos a nuestra gratitud por las personas que están ahí todos los días y hacen que nuestras comunidades sean más fuertes. Con valor, compasión y un compromiso de luchar por lo que creemos, no hay nada que este país no pueda hacer.
Que el vacío en nuestras mesas y en nuestros corazones se llene de recuerdos de amor y risas. Que apreciemos nuestras tradiciones, incluso cuando están fuera de nuestro alcance, y nos aferremos a la esperanza de lo que está por venir. Vamos a superar esto juntos, incluso si tenemos que estar separados.
Feliz Día de Acción de Gracias, de la familia Biden a la tuya.
*Texto escrito por Joe Biden, presidente electo de Estados Unidos, y su esposa Jill Biden, futura primera dama; vía CNN
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