Los síntomas del glaucoma son: dolor intenso en los ojos, enrojecimiento, dolor de cabeza, sensación rara de hipersensibilidad alrededor de los ojos, ver “anillos” o “halos” alrededor de las luces y visión borrosa.
“Se considera una afección del nervio óptico, provocada por la presión del líquido dentro del ojo”, dice la doctora Pamela Minkes, optometrista. Es una enfermedad que puede ser frecuente y que muchas veces las personas no imaginan que lo padecen, porque no siempre causa síntomas en las primeras etapas. Sin embargo, tiene consecuencias serias y “puede afectar en todas las edades, desde bebés y niños hasta adultos de 80 años”. La súbita necesidad del uso de lentes puede ser un síntoma.
El glaucoma es un padecimiento que va progresando muy lentamente año tras año y termina por limitar o dañar totalmente la capacidad de ver hacia los lados. “Eso es a lo que llamamos visión periférica, o sea, la que ocurre en el borde de su visión fuera del foco central”, aclara Minkes. Este problema se produce casi siempre en los dos ojos, aunque puede ser peor en uno. Este padecimiento si no llega a tratarse “puede llevarnos a la ceguera”.
De acuerdo con la optometrista hay varios tipos de glaucoma. “Está el de ángulo abierto, el más habitual, con síntomas muy lentos y causado por el deterioro del sistema que elimina el humor acuoso. El de ángulo cerrado es otro tipo, a causa de una especie de inflamación del iris hacia adelante, lo cual bloquea el drenaje de fluido que necesita el ojo. Esto sí es notable y puede suceder repentinamente, provocando que tengamos que ir de emergencia al oftalmólogo”.
Otra de las variantes de la enfermedad es el glaucoma pigmentario, que se llama así porque las partículas que dan pigmentación al iris se acumulan en las vías de drenaje del fluido de los ojos, provocando un bloqueo.
Hay fuentes que afirman que el glaucoma es recurrente en familias enteras, lo que apunta a un componente genético. Incluso los científicos han identificado genes relacionados con la alta presión ocular y el daño del nervio óptico en algunos pacientes. “Pero la realidad es que puede afectar a cualquiera y, aunque la pérdida de visión por glaucoma no se recupera, la clave para evitarla o aliviarla está en la detección y el tratamiento tempranos”, declara Minkes.
Siempre es importante visitar al doctor y al oftalmólogo se le debe visitar de manera anual para detectar el glaucoma. Pamela Minkes, recomienda que nos tomemos la medida de la presión intraocular, “un procedimiento que se llama tonometría”, hacernos un fondo de ojo, para comprobar que esté bien el nervio óptico. Si hay alguna sospecha de glaucoma, “lo recomendado es realizarnos una gonioscopía y una campimetría, que son imprescindibles para confirmar el diagnóstico y decidir el tratamiento adecuado”.
El tratamiento dependerá del tipo de glaucoma que sea. “El de ángulo abierto generalmente se trata con gotas para los ojos, tratamiento con láser o cirugía si las gotas no ayudan”, dice la doctora Minkes. “El glaucoma agudo o de ángulo cerrado necesita tratamiento inmediato para reducir la presión en el ojo, y después un tratamiento con láser. Si se trata de glaucoma infantil, la cirugía es lo más habitual para corregir el problema que lleva a la acumulación de líquido y presión, con un seguimiento a largo plazo”.
Es imprescindible la vigilancia de la presión intraocular, el campo visual y estado del nervio óptico. Aunque no hay cura para ese padecimiento, el glaucoma puede contenerse con tratamiento y el oftalmólogo debe establecer un plan concreto de seguimiento para cada caso individual. “Un diagnóstico temprano y el tratamiento efectivo, son la clave para manejar la enfermedad, lograr una vida normal y tener una visión que nos permita desarrollar todas nuestras actividades sociales y laborales”.
GQ.