Un día de diciembre de 2012, Pinar Ünlüer, una mujer divorciada de 29 años esperaba a su hijo a la salida de la escuela en Esmirna, en el este de Turquía, cuando fue abatida por un hombre que le había pedido su mano pero que ella había rechazado.
Pinar es una de los 210 casos de mujeres víctimas de la violencia de género que se registraron en Turquía en 2012. En la mayoría de los casos, los autores eran conocidos de las víctimas, según la plataforma Stop Feminicidios. Desde entonces, los casos no dejan de aumentar.
“Cada vez que una mujer es asesinada, siento el mismo dolor”, confió a la AFP Zeki Ünlüer, padre de Pinar.
“Mi mujer y yo morimos el día en que mi hija fue enterrada. Yo ya no vivo, morí con ella”, confesó.
El asesino fue condenado a cadena perpetua.
Los diarios turcos informan casi a diario de nuevos casos de mujeres asesinadas por un agresor que las conocía. En 2016, 328 mujeres murieron, según los datos de Stop Feminicidios.
En los cinco primeros meses de 2017, se han registrado 173, frente a 137 casos en el mismo periodos del año anterior, según el informe publicado ese mes por la asociación.
Sólo en Esmirna, la tercera ciudad del país, un bastión laico y progresista, se han registrado 118 asesinatos de mujeres desde 2010, entre ellos el caso de Pinar Ünlüer.
Aunque el gobierno ha admitido públicamente que estas cifras son inaceptables, los activistas afirman que la situación va de mal en peor.
En 2015, el brutal asesinato de la estudiante de 20 años Özgecan Aslan, víctima de un intento de violación, generó una ola de indignación en el país y muchos esperaban que generara avances concretos.
– ‘Nuestras mujeres mueren’ –
Pero nada ha cambiado, estimó el padre de Pinar Ünlüer, que apunta a que hay fallas jurídicas que permiten a los asesinos beneficiarse de circunstancias atenuantes.
“Los castigos no son lo suficientemente disuasivos”, aseguró. “Me gustaría pedir (a un ministro): ‘Si fuera el caso de su hija, de sus hijas, de sus madres, qué pensaría usted. Nuestras mujeres mueren y usted no hace nada'”, planteó.
Al igual que la mayoría de los agresores, el asesino de Pinar pidió una reducción de la pena, afirmando que fue provocado por la joven, contó el padre de la víctima.
Los hombres recurren muchas veces al pretexto de la demencia para obtener una reducción de la pena, o también afirman que las víctima los insultó o los había engañado, denuncian las asociaciones.
El estado de emergencia instaurado después del golpe de estado fallido de julio de 2016 agravó la situación de las mujeres víctimas de violencia, afirmó la Fundación para la Solidaridad con las Mujeres, con sede en Ankara.
Según un informe realizado por la asociación muchas denuncias fueron rechazados por la policía que argumentó que tenía cosas “más importantes” de las que ocuparse.
Un agente incluso dijo a una víctima: “Hubo un golpe de estado, la policía tiene otras cosas que hacer”, denunciaron.
– ‘El derecho a estar protegidas’ –
Más de un 375 de las mujeres turcas afirman haber sido víctimas de violencias físicas o sexuales, según una encuesta realizada en 2014 por el ministerio de la Familia, en cerca de 15.000 hogares.
Sin embargo, Turquía se dotó de un arsenal jurídico para proteger a las mujer y castigar a los agresores. Pero para Gülsüm Kav, una de las fundadores as la plataforma Stop Feminicidios, estos textos muchas veces no son aplicados.
“Estos homicidios pueden ser evitados”, aseguró la activista, apuntando a la caída de este tipo de crímenes en 2010 y 2011, a un nivel de 180 y 2011, gracias al debate público, que forjó una nueva legislación que salió a la luz en 2012 y que mostró que las agresiones no iban a quedar impunes.
“La ley les da a las mujeres el derecho a estar protegidas”, explicó Kav. “Pero cuando reclaman esta protección a la policía o a la justicia, son enviadas a sus casas, las autoridades tratan de reconciliarlas con sus parejas”, contó.
Las activistas también denuncian las declaraciones incendiarias que emergen del poder. En 2016 el presidente Recep Tayyip Erdogan generó una ola de indignación al afirmar que las mujeres sin hijos eran “incompletas”.
Actualmente en Turquía, sólo hay una ministra, Fatma Betul Sayan Kaya, que se encarga de la cartera de Familia y sólo 79 de los 548 parlamentarios son mujeres.
Para Reyhan Kaplan, de la Asociación Solidaridad para las Mujeres de Esmirna, la principal causa de violencia hacia las mujeres es el hecho de que ellos se creen mejor que ellas”, concluyó.