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TLCAN | Intento de tener el CONTROL y no libre comercio

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TLCAN | Intento de tener el CONTROL y no libre comercio
Videgaray y Rex
Videgaray y Rex
Videgaray y Rex

Una vez que se conoció el texto del borrador de notificación de la administración Trump al Congreso de su país sobre su intención de renegociación del TLCAN, hemos estado más ‘tranquilos’ en el sentido de que no se pretende que nos impondrán aranceles o impuestos a la importación a nuestros productos. Esto es, en principio parece ser que seguiremos teniendo acceso preferencial al mercado más grande del mundo. Se ha hablado mucho acerca de que se buscará hacer las reglas de origen de los productos más estrictas, de manera que para que los productos tengan ese acceso preferencial deberán tener un mayor porcentaje de contenido regional (insumos producidos en la región de Norteamérica).

Sin embargo, un tema que no ha sido analizado a profundidad son las nuevas disposiciones que serán agregadas al texto del tratado en materia de medio ambiente, laboral, sindical, propiedad intelectual, entre otros. En principio lo que se sabe es que Estados Unidos buscarán incorporar muchas de las disposiciones (disciplinas) en estas materias contenidas en el texto del fallido Tratado Trans Pacífico (TPP) al texto del TLCAN, y eso debería preocuparnos un poco.

Como antecedente creo pertinente comenzar señalando que los detalles del TPP siempre permanecieron obscuros durante las negociaciones (más allá de los temas conocidos para las industrias, como acceso a mercados, reglas de origen y certificación de origen), ya que fueron negociados en secreto sin que la opinión pública tuviera acceso a los textos para revisión. Por esta razón, el ciudadano promedio no se interesó o sabía poco sobre esta propuesta de acuerdo comercial que acabó siendo rechazada por el presidente Donald Trump el pasado 23 de enero.

La realidad es que no sabemos exactamente cuales hubieran sido los impactos reales del TPP en muchas facetas de nuestra vida diaria, ya que la mayoría de sus provisiones no fueron claras. Ante la opinión pública se decía que el TPP buscaba homogenizar las leyes del libre comercio entre sus miembros, pero parecía más un intento de ‘americanizar’ al imponer términos y sanciones de derechos de autor (copyright), en materia laboral y de medio ambiente, al estilo estadounidense en otros países.

Es bien sabido y ha sido documentado por diversos autores que durante décadas Estados Unidos han utilizado su dominación global para presionar a otros países para adoptar derechos de propiedad intelectual más fuertes al estilo estadounidense, con el objetivo de satisfacer sus intereses, especialmente de Hollywood (MPAA), la industria de la música (RIAA) y de las industrias farmacéutica y de alta tecnología.

De acuerdo con Lori Wallach, directora de Public Citizen’s Global Trade Watch, el TPP no era acerca del libre comercio en lo absoluto; sólo una pequeña proporción de sus capítulos abordan el tema del libre comercio. Para ella, el TPP no puede ser llamado un acuerdo comercial ya que sus 30 capítulos y seis mil 194 páginas cubren una amplia gama de temas y cuestiones políticas que no tienen nada que ver con aranceles, importaciones y exportaciones. La mayor parte de sus capítulos son sobre otros temas, como la propiedad intelectual y lo que buscan es favorecer los intereses especiales de empresas estadounidenses; intentando establecer leyes de copyright y de patentes más estrictas y duraderas a través de tratados y así exportar esto al resto del mundo.

De esta manera incrementando el uso monopólico y privilegiado de patentes y copyrights, reduciendo la libertad del internet y artística, aumentando el precio de los medicamentos, entre otros.

En este sentido, y de acuerdo a Evan Greer, de The Guardian, derivado del planteamiento de una aplicación más estrictas de temas de propiedad intelectual y copyright, el TPP era una fuerte amenaza a los derechos básicos de acceso a la información y de libertad de expresión en la web, y sus disposiciones podían ser utilizadas fácilmente para criminalizar actividades comunes en línea y lograr amplia censura en la internet.

El TPP inclusive describía un mecanismo a través del cual podría darse la censura. Un apartado que puede ser descrita como ‘zombi–sopa’, debido a su similitud con la fallida Stop Online Piracy Act, requeriría a los proveedores de internet (ISPs por sus siglas en inglés) que hicieran las veces de ‘policías de copyright’ y los obligaba a crear sistemas para rápidamente remover el contenido de internet a petición del poseedor de los derechos de propiedad intelectual, sin que medie una orden judicial.

Posteriormente le obliga a los ISPs a cumplir esta disposición brindándoles inmunidad legal en caso de que ‘sin querer’ retiren algo que no debían haber removido de internet. Y para rematar, el acuerdo obligaba a los países a aplicar sanciones criminales severas y multas a quienes violen derechos de copyright, las cuales son desproporcionadas respecto al daño hecho a los dueños del material protegido.

El TPP también le afectaba a los dueños de sitios web y amenazaba la privacidad en línea al requerirles a los países que publiquen bases de datos con los nombres reales y domicilios asociados con ciertos dominios web. Esto es particularmente peligroso en países con regímenes que no respetan la libertad de expresión o política, pero también dejaría a muchos dueños de sitios web expuestos a fraudes, hostigamiento y trolls.

La lista de deseos corporativos estadounidenses en el TPP es aún más larga. En la sección de ‘secretos comerciales’ se pone en peligro a los reporteros al establecer sanciones severas para cualquiera que acceda o exponga secretos corporativos ‘a través de una red computacional’. Y otro artículo criminaliza vagamente el modificar o desbloquear nuestro teléfono móvil o los aparatos que utilizamos.

La revelación más impactante del texto final del TPP no está en el tema de propiedad intelectual, sino en una provisión que incluye la aplicación de propiedad intelectual en el esquema de Investor State Dispute Settlement (ISDS).El ISDS le permite a las empresas demandar a los gobiernos en tribunales internacionales secretos si sienten que las leyes locales limitan ‘injustamente’ su capacidad de ganar dinero.

La lista de provisiones contenidas en el TPP en otras materias es bastante larga, por lo que deberemos estar atentos a los aspectos de este fallido acuerdo comercial que el gobierno de Estados Unidos querrá imponernos a través de un TLCAN 2.0. Valdría la pena analizar a fondo el texto del TPP para darnos una idea de las cosas que Estados Unidos seguro nos querrá imponer como condición para seguir contando con el libre acceso a su mercado.

¿La firma del TLCAN 2.0 significará que ya no tendremos acceso a medicamentos genéricos y que por lo tanto el acceso a la salud será más caro? ¿Implicará que ya no podremos subir videos a la red porque en el fondo suena el nuevo éxito de Lady Gaga? ¿El TLCAN 2.0 significará mayores costos para hacer negocios por los diversos aspectos que se contemplan en materia sindical? Si es así habrá que ser firmes en la negociación y rechazar todo aquello que vaya en contra del sentido común, que encarezca hacer negocios, nos reste competitividad respecto a naciones como China, y que viole las libertades de las personas.

A manera de conclusión podemos señalar que el TPP fue el ejemplo más reciente de cómo el gobierno federal estadounidense emplea su dominación mundial post segunda guerra mundial para avanzar en sus intereses en las industrias de la música, cine, farmacéutica, entre otros; a costa de los propios consumidores estadounidenses y los extranjeros. México está a punto de renegociar el TLCAN, por lo que habrá que ver qué disposiciones del TPP querrán los estadounidenses imponernos para controlarnos.

El autor es director general GAEAP (Grupo Asesores en Economía y Administración Pública).

Correo: [email protected]

Twitter: @alejandrogomezt


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