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martes, marzo 11, 2025

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SOBRE EL CAMINO

Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Juan José Ríos:

El cementerio de las promesas políticas…

La historia se suponía benevolente con Juan José Ríos, el flamante municipio recién nombrado en Sinaloa. La promesa de mejoras sustanciales en infraestructura y servicios públicos llenó de esperanza a sus habitantes. Sin embargo, la realidad es un desolador escenario de negligencia, corrupción y abandono.

La alcaldesa Evangelina Llanes Carreón ha demostrado una incompetencia que raya en la desidia criminal. El estado actual del municipio es una afrenta a la dignidad de sus ciudadanos, quienes, lejos de ver avances, se han sumido en un pozo de desesperación y olvido. Los servicios públicos son inoperantes, pero el problema más grave es la crisis sanitaria: las aguas negras han cobrado más de 20 vidas debido a la insalubridad, un dato escalofriante que no parece importar a las autoridades.

Los camiones de basura apenas operan, descomponiéndose con una frecuencia alarmante. La recolección de desechos es un chiste de mal gusto, un servicio ineficiente que deja a la población sumida en un foco de infección constante. Pero esto es solo la punta del iceberg de un problema mayor: una administración sin rumbo y amarrada de manos ante la influencia del crimen organizado. Pero así quiso la alcaldesa, llegar a la silla con la ayuda de la delincuencia organizada.

Laura Flores, titular de la Junta de Agua Potable, encabeza una institución en ruinas. Con más de5,000 tomas clandestinas, el municipio enfrenta un desfalco impune, mientras sus directivos se pasean en lujosas camionetas del año. La ironía es brutal: mientras la gente se enferma y muere por la insalubridad, los funcionarios nadan en privilegios.

El nombre de Juan José Ríos ha sido reemplazado sarcásticamente por “Aeropuerto” debido a la abundancia de aviadores en la nómina municipal. Un mote que encapsula la burla y el descaro con que la administración pública maneja los recursos del pueblo.

Los habitantes ya han manifestado su indignación ante las autoridades locales, pero solo han recibido evasivas y excusas. Al grado de decir que, estaban mejor cuando eran sindicatura. Sin una intervención estatal urgente, las horas están contadas antes de que la furia ciudadana estalle en una revuelta social.

GOTITAS DE AGUA:

El hartazgo es palpable y la paciencia se ha agotado. No se puede seguir permitiendo que un gobierno fallido condene a la población a la miseria. Las protestas podrían transformarse en bloqueos, en confrontaciones y, eventualmente, en caos absoluto. ¿Cuántas muertes más se necesitan para que las autoridades despierten de su letargo? ¿Cuántos niños deben enfermar antes de que alguien asuma responsabilidad?Si no hay un cambio inmediato, si el gobierno estatal sigue en su postura de oídos sordos, la historia de Juan José Ríos podría pasar de ser una promesa fallida a un estallido social sin precedentes en Sinaloa. La población ya no tiene nada que perder, y cuando un pueblo es empujado al límite, las consecuencias son impredecibles y devastadoras. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…

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