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Sobre el camino

Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Cuando el líder de la (UADEO) Raúl Portillo Molina le abre la puerta al ladrón…

Cuando un sindicato deja de defender a quienes dice representar, deja también de ser un sindicato: se convierte en cómplice. Eso es justamente lo que hoy está ocurriendo en la Universidad Autónoma de Occidente. El reciente comunicado del líder sindical Raúl Portillo Molina no solo evidencia una fractura interna, sino una alarmante pérdida del sentido ético y del compromiso con la verdad. Porque mientras el rector y sus allegados enfrentan cuestionamientos graves por presunto robo, corrupción y un grave cuestionamiento a las garantías laborales individuales de los maestros, Portillo Molina ha decidido enfocar su furia —no contra los abusos del poder— sino contra los mismos compañeros que tuvieron el valor de exigir justicia.

El mensaje fue claro: quién alza la voz, será señalado. Quien exige transparencia, será acusado. Y quien defiende la dignidad docente, será marginado. Este comunicado no fue una defensa del sindicato, fue una advertencia. Una muestra cruda de cómo el sindicalismo universitario, que alguna vez fue sinónimo de resistencia y dignidad laboral, hoy se arrodilla ante la autoridad que debería cuestionar. Un comunicado que lejos de defender a la docencia universitaria es un claro post para maquillar un poquito su liturgia sindical.

¿Qué clase de liderazgo representa a los trabajadores cuando guarda silencio ante la injusticia y se pronuncia solo para cuidar intereses personales? ¿Qué sentido tiene una organización gremial que se desvive por defender a los poderosos mientras abandona a su base académica, harta de la precariedad, la indiferencia y la simulación institucional?

El discurso sindical se ha vaciado de contenido. Ya no es trinchera, ni escudo, ni voz colectiva. Es un eco hueco que repite las órdenes del poder universitario. Y eso duele, porque detrás de cada docente hay una historia de esfuerzo, de vocación, de amor por la enseñanza que hoy se ve mancillada por una burocracia universitaria que premia la sumisión y castiga la conciencia.

La UAdeO atraviesa una de las etapas más oscuras de su historia reciente. No solo por los escándalos administrativos, de robos desmedidos, sino porque el espíritu universitario —ese que impulsa la crítica, la libertad de pensamiento y la búsqueda de la verdad— está siendo asfixiado por el miedo y la conveniencia. Lo que antes era un espacio para el pensamiento libre, hoy parece un escenario de silencios cómplices y de comunicados que protegen a los intocables. Aunque las apariencias del líder sindical de la UADEO con dicho comunicado en contra del rector y de los mismos compañeros que lo demandaron por dicho robo, es únicamente cuidarse las espaldas, pero lo que realmente debería defender no lo hace.

Portillo Molina ha olvidado que el sindicalismo auténtico no se mide por comunicados, sino por coraje. Por la capacidad de plantarse frente al abuso, venga de donde venga. Hoy, su papel no es el del líder, sino el del guardián de un sistema que se desmorona bajo el peso de su propia corrupción moral.

Y mientras tanto, la docencia universitaria observa con tristeza, con indignación, con desesperanza. Porque cuando la defensa del gremio se convierte en propaganda del poder, cuando el sindicalismo se prostituye al mejor postor, cuando el miedo se impone sobre la ética… entonces la universidad deja de ser casa del pensamiento y se convierte en un espejo sucio de la sociedad que reproduce.

GOTITAS DE AGUA:

Quizá el comunicado de Raul Portillo no fue un error, sino una confesión. Una muestra pública de hasta dónde ha caído el compromiso universitario con la justicia y la verdad. Pero también, un recordatorio para los docentes de que la dignidad no se delega: se defiende. Y si los líderes no lo hacen, entonces la historia exigirá que lo hagan las bases. Porque en el fondo, la verdadera voz universitaria no está en los comunicados —está en el aula, en la conciencia y en la palabra valiente del maestro que aún se niega a callar. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…      

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Sobre el camino

Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Cuando el líder de la (UADEO) Raúl Portillo Molina le abre la puerta al ladrón…

Cuando un sindicato deja de defender a quienes dice representar, deja también de ser un sindicato: se convierte en cómplice. Eso es justamente lo que hoy está ocurriendo en la Universidad Autónoma de Occidente. El reciente comunicado del líder sindical Raúl Portillo Molina no solo evidencia una fractura interna, sino una alarmante pérdida del sentido ético y del compromiso con la verdad. Porque mientras el rector y sus allegados enfrentan cuestionamientos graves por presunto robo, corrupción y un grave cuestionamiento a las garantías laborales individuales de los maestros, Portillo Molina ha decidido enfocar su furia —no contra los abusos del poder— sino contra los mismos compañeros que tuvieron el valor de exigir justicia.

El mensaje fue claro: quién alza la voz, será señalado. Quien exige transparencia, será acusado. Y quien defiende la dignidad docente, será marginado. Este comunicado no fue una defensa del sindicato, fue una advertencia. Una muestra cruda de cómo el sindicalismo universitario, que alguna vez fue sinónimo de resistencia y dignidad laboral, hoy se arrodilla ante la autoridad que debería cuestionar. Un comunicado que lejos de defender a la docencia universitaria es un claro post para maquillar un poquito su liturgia sindical.

¿Qué clase de liderazgo representa a los trabajadores cuando guarda silencio ante la injusticia y se pronuncia solo para cuidar intereses personales? ¿Qué sentido tiene una organización gremial que se desvive por defender a los poderosos mientras abandona a su base académica, harta de la precariedad, la indiferencia y la simulación institucional?

El discurso sindical se ha vaciado de contenido. Ya no es trinchera, ni escudo, ni voz colectiva. Es un eco hueco que repite las órdenes del poder universitario. Y eso duele, porque detrás de cada docente hay una historia de esfuerzo, de vocación, de amor por la enseñanza que hoy se ve mancillada por una burocracia universitaria que premia la sumisión y castiga la conciencia.

La UAdeO atraviesa una de las etapas más oscuras de su historia reciente. No solo por los escándalos administrativos, de robos desmedidos, sino porque el espíritu universitario —ese que impulsa la crítica, la libertad de pensamiento y la búsqueda de la verdad— está siendo asfixiado por el miedo y la conveniencia. Lo que antes era un espacio para el pensamiento libre, hoy parece un escenario de silencios cómplices y de comunicados que protegen a los intocables. Aunque las apariencias del líder sindical de la UADEO con dicho comunicado en contra del rector y de los mismos compañeros que lo demandaron por dicho robo, es únicamente cuidarse las espaldas, pero lo que realmente debería defender no lo hace.

Portillo Molina ha olvidado que el sindicalismo auténtico no se mide por comunicados, sino por coraje. Por la capacidad de plantarse frente al abuso, venga de donde venga. Hoy, su papel no es el del líder, sino el del guardián de un sistema que se desmorona bajo el peso de su propia corrupción moral.

Y mientras tanto, la docencia universitaria observa con tristeza, con indignación, con desesperanza. Porque cuando la defensa del gremio se convierte en propaganda del poder, cuando el sindicalismo se prostituye al mejor postor, cuando el miedo se impone sobre la ética… entonces la universidad deja de ser casa del pensamiento y se convierte en un espejo sucio de la sociedad que reproduce.

GOTITAS DE AGUA:

Quizá el comunicado de Raul Portillo no fue un error, sino una confesión. Una muestra pública de hasta dónde ha caído el compromiso universitario con la justicia y la verdad. Pero también, un recordatorio para los docentes de que la dignidad no se delega: se defiende. Y si los líderes no lo hacen, entonces la historia exigirá que lo hagan las bases. Porque en el fondo, la verdadera voz universitaria no está en los comunicados —está en el aula, en la conciencia y en la palabra valiente del maestro que aún se niega a callar. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…      

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