En medio de una galaxia muy lejana, y estableciendo un puente entre el episodio III y IV, el imperio galáctico ha afianzado su arma más letal hasta el momento, La estrella de la muerte. Ante esta amenaza, un puñado de rebeldes decide emprender la misión de hurtar los planos de dicha estación. Las dos piezas clave para esta operación serán el capitán Cassian Andor y Jyn Erso.

En su premisa, a pesar de ser una de las cintas más envolventes de la saga, vuelve a recurrir a los temas típicos de ésta; los problemas con los progenitores vuelven a estar en medio de las estrellas; la lucha entre el bien y el mal, aunque con un sentido más politizado; el director sabe cómo usar estas herramientas, pero ya se han visto en entregas anteriores, por lo que los sentimientos se hacen encontrados.

Pese a que Diego Luna es un antihéroe necesario para la causa, la verdadera estrella de  Jyn Erso, quien convence con carisma, con solvencia y con una actitud impredecible. La historia de su personaje está mejor detallada y, por ello, genera más empatía con la causa. A estos personajes se suman K-2SO, quien le inyecta punch y vis cómica al filme; Baze Malbus proyecta la fe en la fuerza, en la que ésta comulga con uno mismo si así se cree, incluso se puede ver.

En su estética, este filme tal vez es el más poderoso de las ocho entregas anteriores, sin embargo, su ritmo no es tan vertiginoso y el factor intriga tampoco se conjuga a la perfección. Todo esto parece que no importa cuando aparecen los dulces para los fans de hueso colorado, de una u otra forma Darth Vader mostrará su supremacía, de igual modo hay cameos de personajes entrañables para toda una galaxia, en la que las emociones afloran intempestivamente. Esta historia de Star Wars es funcional, posee fuerza y de una u otra forma aporta a la causa.

                                                                                        —Adrián Ruiz—

DIRIGE

• Gareth Edwards.

ACTÚAN

• Diego Luna.
• Felicity Jones.
• Forest Whitaker.