CIUDAD DE MÉXICO.
La pésima comunicación que está llevando el gobierno de Donald Trump anota otro episodio: ayer por la mañana, un abogado del Departamento de Justicia dijo, durante una audiencia en un tribunal en Virginia, que fueron cien mil las visas que el gobierno de Estados Unidos había revocado. Luego tuvo que salir el Departamento de Estado a aclarar que no habían sido tantas, sino 60 mil, que también es una cifra mayor y muy preocupante. También el jueves por la tarde, la asesora Kellyanne Conway se refirió en una entrevista por televisión que el decreto migratorio firmado hace una semana se debía a un trágico incidente que llamó la “Masacre de Bowling Green”. El asunto es que después le explicaron que ese hecho jamás había ocurrido. Conway dijo que Barack Obama también había ordenado una prohibición de seis meses cuando fueron detenidos dos ciudadanos iraquíes en 2011, ambos acusados por actividades de terrorismo en Estados Unidos. Pero luego salió el Departamento de Justicia a desmentir la versión, aquellos hombres están hoy tras las rejas por actividades en su país, no en Estados Unidos. Así que la asesora de Trump no tuvo más remedio que medio retractarse, porque sabemos que los republicanos no son muy fans de la autocrítica. Y si eso sale mal, la manera en cómo se ejecutan las órdenes sale mucho peor. Una crisis encima de otra. Así sean diez, 60 mil o 100 mil visas, el mensaje es igual de grave: Trump está dispuesto a todo en su camino a la división y a la construcción de muros, así sean metafóricos.
“Presionan mucho a la gente, que por qué viven en México, que se deben venir para acá o les van a quitar los papeles siempre. Una vez me dijeron a mí que mis papeles no eran míos y me arrestaron, me metieron para adentro, me maltrataron verbalmente, mucha prepotencia hay adentro…¨, son palabras de un mexicano residente en Estados Unidos, como respuesta a la pregunta del corresponsal de Imagen Televisión sobre cómo ha sentido el trato de los agentes fronterizos tras la llegada de Donald Trump. Los mexicanos que viven en la frontera, del lado de México, pero que trabajan en Estados Unidos, han sido algunos de los varios grupos afectados, porque su dinámica social ha cambiado por completo. Ya no cruzan el puente fronterizo como lo hacían hasta hace unas semanas. Pero aun organizaciones civiles aseguran que a algunas personas se les está obligando a firmar una carta de renuncia a su green card. Gravísimo, pero que tiene sentido con lo anunciado hace un par de días, respecto del trámite de visas en nuestro país.
Y no es sólo con México ni con los siete países musulmanes incluidos en el decreto migratorio. En Argentina, por ejemplo,
también cambiaron las reglas para la obtención de visa: allá estaban exentos de la entrevista con un representante de la embajada de EU, los ciudadanos menores de 16 años y mayores de 66. Ahora, con Trump, las edades se modificaron a 14 y 79, respectivamente.
Donald Trump no sólo ha puesto de cabeza lo que hasta antes de su llegada conocíamos como diplomacia, sino que se empeña en creer su cuento de la supremacía estadunidense que no da cabida a ninguna minoría. Así se entendió que borrara su versión en español de la web de la Casa Blanca, así se entienden cada una de sus decisiones en cualquier rubro. Ese nacionalismo ficticio que, desde muchas trincheras, le están criticando, se está convirtiendo en una olla de presión que le habrá de estallar en la cara. Aunque mientras eso sucede él sigue creyendo que así mantendrá “evil out of our country”, como se lo tuiteó ayer a sus seguidores en la red social. Pero lo único que ha generado, hasta hoy, es pánico entre las buenas personas. Y el pánico nunca, jamás, ha sido buen consejero ni aliado para nadie.
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Post y Contenido Original de : Excelsior
http://www.excelsior.com.mx/opinion/yuriria-sierra/2017/02/04/1144168
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